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Artículos archivados

Cada año, se incorporan nuevas unidades léxicas al diccionario académico; hablaremos aquí de algunas de las más recientes modificaciones, anunciadas a fines de diciembre pasado, cuando se anunciaron 3.836 modificaciones, que incluyen nuevos términos, enmiendas y acepciones.

Las palabras pasan un proceso hasta ser aceptadas ya que "no hay que precipitarse", según explicó el director de la Real Academia Española (RAE), el jurista Santiago Muñoz Machado.

Las propuestas, que pueden llegar de cualquier usuario o académico, "se dejan dormir en la puerta hasta que se estabilizan" porque "a veces las palabras se ponen de moda y desaparecen tan pronto como aparecen en el mercado de la lengua", añadió.

Bitcóin, bot, ciberacoso, ciberdelincuencia, criptomoneda, geolocalizar o webinario son algunos de los ejemplos de las palabras relacionadas a la digitalización y tecnificación de las sociedades, destaca la RAE en su comunicado.

Es posible determinar dentro de ciertos límites la “pureza” de un linaje, sea de caballos, de perros o tal vez incluso de algunos grupos humanos que han permanecido muchos siglos aislados, pero el lenguaje, por su propia naturaleza, escapa a ese tipo de mediciones.

Las lenguas son esencialmente impuras —eso forma parte de su naturaleza— y sus lábiles fronteras son fácilmente traspasadas apenas entran en contacto unas con otras, lo que es inevitable en el mundo actual.

La lengua es también, a su manera, un árbol, nos resguarda, crece con nosotros, florece, tiene sus ciclos", dice la historiadora de la lengua y catedrática de la Universidad de Sevilla Lola Pons, en su libro El árbol de la lengua. Sus raíces, largas y entrelazadas, guardan toda la herencia de las voces que la habitaron y la siguen habitando.

El cementerio de South Park Street, antaño llamado Burial Ground Road, es el camposanto cristiano más grande del mundo fuera de Europa y América. Está ubicado en la ciudad india de Calcuta y acoge los restos de un buen puñado de británicos, algunos de ellos de cierta celebridad por su currículum en el mundo del ejército (entre ellos Walter Landor Dickens, hijo del famoso escritor), la política, la ciencia o la cultura.

Aunque no solemos pensar en ello, tenemos a nuestro alrededor uno de los prodigios fundamentales de los que nuestra especie es capaz, y cuya invención debería guiar nuestra idea de lo que es crear. Su existencia confirma que es posible una creación colectiva, y una inteligencia común y compartida. Ese prodigio es el lenguaje humano.

Si nos aplicásemos a la tarea de contabilizar las veces que, a lo largo del año, recurrimos al Diccionario de la lengua española en busca de la definición de algún término, seguramente nos daríamos cuenta de que son muchas más de las que en principio podríamos llegar a pensar. Especialmente desde que puede consultarse en línea, y más aún desde que existe la aplicación para dispositivos móviles.

¿Cómo explicar el casi olvido del latín o su casi total modificación, cuando el latín fue una lengua mundial durante siglos? ¿Por qué no se produjo este fenómeno con otras lenguas de menor cobertura, como el griego? me pregunta un lector [1]. La pregunta está justificada: hoy en día nadie afirma tener el latín como lengua materna –aunque muchos siguen estudiándolo–, mientras que el griego lo hablan millones de personas en Grecia y Chipre.

El español o castellano destaca por ser una de las lenguas más extendidas geográficamente con millones de hablantes en todo el mundo y también por figurar como lengua oficial en numerosos países, un número de hispanohablantes que el pasado 2021 llegó a rozar los 493 millones de personas y los casi 600 millones si se suman los que tienen competencia limitada de español y los 24 millones de estudiantes que actualmente lo hablan como lengua extranjera.

En una época dominada por las pantallas, una escritora españolaapasionada por la filología clásica– decidió escribir un ensayo sobre la historia del libro.

Irene Vallejo, que de ella se trata esta historia, pensó que su ensayo llegaría a un público minoritario y temió que, si era muy minoritario el público, este podría ser su último libro.

Al caminar por el centro de Tesalónica, es probable que al principio no se oiga más que el rugido de las motos que recorren las calles de la segunda ciudad más grande de Grecia.

Por lo general, los lugareños más veteranos escapan del tránsito más intenso de la ciudad hacia los cafés, comiendo el tradicional buñuelo cubierto de sésamo, kouloroi, mientras se cuentan anécdotas en griego.