twitter account

Artículos archivados

Mediado el siglo XIX, antes de que el deporte de competición todo lo transformara, cuando la burguesía surgida con la Revolución Industrial comenzó a tener tiempo libre para aburrirse, los sportsmen no eran deportistas sino señoritos que salían por el campo a divertirse, sin mayor preocupación, como tan magníficamente describe Dickens en sus Papeles del Club Pickwick (justamente, el físico de su protagonista, Samuel Pickwick, esquire, rechoncho, gordinflón, el físico más antideportista, está en el origen de nuestro adjetivo pícnico, de cuerpo g

En la actualidad recurrimos con frecuencia a internet como fuente de conocimiento y aprendizaje. La reciente pandemia ha puesto de manifiesto el inmenso potencial del aprendizaje en línea cuando las circunstancias impiden asistir a clases presenciales con normalidad.

La oferta es tan variopinta que podemos apuntarnos a un curso de acuarela o de estadística descriptiva sin problema alguno. Pero ¿es igualmente válido el formato digital para todas las materias?

Me ha gustado este artículo de John Naughton en The Guardian titulado Machine-learning systems are problematic. That’s why tech bosses call them ‘AI’, en el que trata uno de los temas en los que más insisto en mis cursos cuando hablo sobre machine learning (aprendizaje de máquna): que la expresión “inteligencia artificial” o “AI” únicamente revela la ignorancia de quienes la utilizan, o su incapacidad, como enunció el bueno de Arthur C. Clarke en su Tercera Ley, para diferenciar una tecnología suficientemente avanzada de la magia.

Si te pidieran que cruzaras un campo en diagonal, ¿sabrías qué hacer? O si te ofrecieran 20 dólares hoy o el doble de esa cantidad dentro de un mes, ¿estarías dispuesto a esperar? ¿Y cómo alinearías diez fotos de tus padres si te pidieran que las clasificaras en orden cronológico? ¿Las colocarías en horizontal o en vertical? ¿En qué dirección se movería la línea de tiempo?

Aunque parezcan preguntas sencillas, lo más probable es que tus respuestas a estas preguntas estén influidas por el idioma o los idiomas que hablas.

 Entre los miles de lenguas del mundo, el griego se destaca por su trayectoria secular, única y continua. Si además tenemos en cuenta la influencia que ha ejercido —tanto en su formación como en su contenido— en las lenguas europeas y en otras, el griego es, sin exagerar, quizá la lengua más importante del mundo.

En los 90, caído el régimen comunista, las ventanas al exterior se abrieron en Rumanía. Por una de ellas se colaron las telenovelas latinoamericanas que se convirtieron en una forma de aprender nuestro idioma

A priori parece estrambótico, casi ridículo; un modesto inventario de quesos sin valor jurídico, realizado por el despensero de un monasterio, no parece algo que tenga gran trascendencia histórica. Sin embargo, se trata de uno de los documentos más importantes que conserva el Archivo Catedralicio de León, ya que está escrito en una lengua protorromance, predecesora del asturleonés y muy anterior al castellano. Datado en el siglo X, se lo conoce con el arcaico y divertido nombre de Nodicia de kesos.

El uso y conocimiento del español sigue creciendo en todo el mundo: roza los 500 millones de hablantes nativos (496 millones, tres más que hace un año) y está cerca de los 600 millones (en concreto, 595, cuatro más que en 2021) si se suma quienes tienen competencia limitada y los estudiantes. Así se refleja en El español en el mundo. Anuario del Instituto Cervantes 2022, presentado este miércoles.

Durante mucho tiempo, decir palabrotas no era un tema de investigación serio porque se suponía que era simplemente un signo de agresividad, de escaso dominio del lenguaje o incluso de poca inteligencia. Ahora tenemos bastantes pruebas que cuestionan esta opinión, lo que nos lleva a reconsiderar la naturaleza —y el poder— de las palabrotas.

Un nuevo estudio sobre el ADN antiguo ha rastreado el movimiento de personas en el sur de Gran Bretaña durante la Edad de Bronce. Dirigido por la Universidad de York, la Facultad de Medicina de Harvard y la Universidad de Viena, muestra que las personas que se desplazaron al sur de Gran Bretaña en torno al 1300-800 a.C. fueron responsables de aproximadamente la mitad de la ascendencia genética de las poblaciones posteriores.