La inteligencia artificial es una de las tecnologías más disruptivas del siglo XXI. Ha sido definida como la nueva electricidad e identificada como una de las tres áreas más prometedoras por el mismísimo Bill Gates. Es el ingrediente clave de la cuarta revolución industrial y cada día nos despertamos con noticias sobre sus impresionantes avances, que en muchos casos superan a la pericia humana.
Artículos archivados
En el Imperio Romano el relativamente elevado grado de alfabetización permitió desarrollar un particular medio de comunicación de masas: las inscripciones. Todos los aspectos de la vida (política, religión, sociedad y economía) se reflejaban en ellas y gran parte de la autoridad alcanzada por Roma en todos los rincones del Imperio se debió a su uso como estrategia de comunicación y propagandística.
Las inscripciones se convirtieron en símbolo del poder y la grandeza de Roma y en parte esencial de su identidad cultural.
La nueva escritura es hiperescritura, es decir, grafías sobre la base del hipertexto. Este último, en su momento, fue definido clásicamente como una red informativa descentralizada y descentrada que permite varios itinerarios y cuya estructura, no secuencial, incluye nodos, enlaces, anclajes y mapas de navegación.
Las historias de violación ocupan un lugar incómodo en el canon literario, y ninguna obra canónica incluye más relatos de este tipo que las Metamorfosis de Ovidio. Apolo, atravesado por la flecha de Cupido, persigue a la ninfa Dafne, que se convierte en árbol para escapar de él. Júpiter, rey de los dioses, ataca violentamente a Ío, a la que convierte en vaca. La ninfa Calisto sufre violencia sexual a manos de Júpiter, y luego violencia física a manos de Juno, su reina, que la convierte en un oso.
Mediado el siglo XIX, antes de que el deporte de competición todo lo transformara, cuando la burguesía surgida con la Revolución Industrial comenzó a tener tiempo libre para aburrirse, los sportsmen no eran deportistas sino señoritos que salían por el campo a divertirse, sin mayor preocupación, como tan magníficamente describe Dickens en sus Papeles del Club Pickwick (justamente, el físico de su protagonista, Samuel Pickwick, esquire, rechoncho, gordinflón, el físico más antideportista, está en el origen de nuestro adjetivo pícnico, de cuerpo g
En la actualidad recurrimos con frecuencia a internet como fuente de conocimiento y aprendizaje. La reciente pandemia ha puesto de manifiesto el inmenso potencial del aprendizaje en línea cuando las circunstancias impiden asistir a clases presenciales con normalidad.
La oferta es tan variopinta que podemos apuntarnos a un curso de acuarela o de estadística descriptiva sin problema alguno. Pero ¿es igualmente válido el formato digital para todas las materias?
Me ha gustado este artículo de John Naughton en The Guardian titulado Machine-learning systems are problematic. That’s why tech bosses call them ‘AI’, en el que trata uno de los temas en los que más insisto en mis cursos cuando hablo sobre machine learning (aprendizaje de máquna): que la expresión “inteligencia artificial” o “AI” únicamente revela la ignorancia de quienes la utilizan, o su incapacidad, como enunció el bueno de Arthur C. Clarke en su Tercera Ley, para diferenciar una tecnología suficientemente avanzada de la magia.
Si te pidieran que cruzaras un campo en diagonal, ¿sabrías qué hacer? O si te ofrecieran 20 dólares hoy o el doble de esa cantidad dentro de un mes, ¿estarías dispuesto a esperar? ¿Y cómo alinearías diez fotos de tus padres si te pidieran que las clasificaras en orden cronológico? ¿Las colocarías en horizontal o en vertical? ¿En qué dirección se movería la línea de tiempo?
Aunque parezcan preguntas sencillas, lo más probable es que tus respuestas a estas preguntas estén influidas por el idioma o los idiomas que hablas.
Entre los miles de lenguas del mundo, el griego se destaca por su trayectoria secular, única y continua. Si además tenemos en cuenta la influencia que ha ejercido —tanto en su formación como en su contenido— en las lenguas europeas y en otras, el griego es, sin exagerar, quizá la lengua más importante del mundo.
En los 90, caído el régimen comunista, las ventanas al exterior se abrieron en Rumanía. Por una de ellas se colaron las telenovelas latinoamericanas que se convirtieron en una forma de aprender nuestro idioma