twitter account

Artículos archivados

En esta exposición no voy a centrar mi atención en ver cuánto tomó Coseriu de Saussure para la elaboración de su lingüística integral. Perseguiré un fin más modesto que consiste en indagar en torno a cuál es el Saussure que Coseriu leía, lo que en cierto sentido equivale a develar cuál es el Saussure que construyó y propulsó.

Cabe aclarar que Coseriu leyó, fundamentalmente, el Curso de Lingüística General (CLG) y que no tuvo mayor interés en la cuestión tan debatida hoy en día de la autenticidad del pensamiento saussureano.

Eugeniu Coseriu, conocido más tarde como Eugenio Coseriu, nació hace exactos cien años, el 27 de julio de 1921 en un pueblecito del norte de Besarabia (hoy Rumania) y hasta 1918 parte de Rusia.

Panel que discutió el legado de Emilio Coseriu, presidido por Adolfo Elizaincín, e integrado además por Angela Schrott, Magdalena Viramonte de Ávalos, Alfredo Matus Oliviera, Johannes Kabatek, Brenda Laca, Andrés de Azevedo y Cristina Altman

Palabra misteriosa, cuyo origen nadie conoce y que, recogida en 2014 por el Diccionario de la lengua española, significa ‘vergüenza ajena’, lo que sentimos cuando alguien hace el ridículo en nuestra presencia. 

Aparece en el corpus sincrónico de la Academia (CREA) solo a partir de 1994, usada apenas en dos periódicos madrileños ‒El Mundo y ABC‒ y en un libro sobre “buenas maneras” del periodista y escritor madrileño Alfonso Ussía, aunque ninguno de mis amigos madrileños la ha oído jamás.

Los primeros doce meses de vida son muy importantes para sentar los pilares del desarrollo del lenguaje. En el primer año, el bebé pronuncia sus primeros sonidos y luego sus primeras palabras como base de lo que será su comunicación verbal.

Pero esto recién empieza y a lo largo de los dos próximos años seguirá hará una enorme evolución. Así se desarrolla el lenguaje en el niño de uno a tres años.

Aclaración: a continuación, os damos una guía general de edades pero debemos aclarar que cada niño tiene su propio ritmo de aprendizaje, y puede ser diferente de un niño a otro.

¿Cuántas veces hemos oído expresiones como “se me dan fatal los idiomas, ¡mi oído es pésimo!” o “entender, entiendo, pero soy incapaz de hablarlo”? Intuitivamente, creemos que lo importante de un idioma es lo bien que discriminamos los sonidos junto con las palabras que seamos capaces de reconocer y entender. ¿No se nos olvida algo?

Tema número uno de casi cualquier libro de primaria o secundaria de Lengua castellana y su literatura: “Lenguaje y comunicación”. Cualquier niño o adolescente un poco curioso debería mostrar inquietud ante este tema; los niños hacen preguntas del tipo: “¿Cómo llegan las palabras de nuestra cabeza a nuestra boca?” o “¿Por qué mi madre me dice ‘Ya has llegado’ cuando, de hecho, está viendo que he llegado?”

Hace un par de años, en una conferencia en Guadalajara, Juan Villoro mencionó que la labor de los traductores de libros “es un oficio poco valorado”. El escritor y periodista mexicano hacía una crítica a la industria literaria y sus injusticias porque invisibiliza ese eslabón entre lenguas y culturas.

En ocasiones, algunos sellos omiten escribir en portada el nombre del traductor de dicha obra, sabiendo que, como dice Santiago Ochoa Cadavid, “la grandeza de muchos autores es conocida por lectores de otras lenguas gracias al trabajo cuidadoso y depurado de los traductores”.

Los vikingos se comunicaban en una lengua hoy desaparecida llamada nórdico antiguo (Old Norse), cuando empezaron a extenderse desde sus tierras del norte para asaltar y conquistar grandes franjas de Europa a finales del siglo VIII. Contaron, por cierto con sus habilidades marítimas superiores y el desarrollo de la tecnología de la navegación.

La gravísima crisis que estamos padeciendo debido a la COVID-19 ha originado un cambio radical en el modelo docente, obligándonos a trabajar telemáticamente. Lógicamente, aún carecemos de información suficiente, pero este confinamiento tendrá sus consecuencias en los diferentes niveles educativos.

Sin duda, este estrés puede que se vea agudizado por la presión extra que tendrán muchas familias para que sus hijos se enfrenten a esas láminas de lectoescritura con las que suelen aprender.