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Artículos archivados

El lenguaje del pensamiento, o mentalés, es una hipótesis empírica propuesta, entre otros, por el filósofo Jerry Fodor y el psicólogo de Harvard Steven Pinker, que dista mucho de ser una certeza. No está nada claro que, previa adquisición de nuestra lengua materna, nuestra mente opera, en el sentido más amplio, mediante un lenguaje no del todo transparente a nosotros mismos. La defensa de la hipótesis del mentalés entraña que nuestros pensamientos se configuran en una lengua previa a la materna.

Las fuentes para el conocimiento del latín clásico están constituidas por las versiones que llegaron hasta nosotros de las obras de los grandes autores latinos de los siglos I a. C y I d. C., época considerada de apogeo de la cultura clásica romana. Cabe mencionar entre ellos a Virgilio, Cicerón, Plutarco, Horacio, Ovidio, Tito Livio, y Catulo, cuyos textos se constituyeron en expresiones modélicas de la lengua latina.

En este artículo, solo escribí 5 preguntas, los textos —incluso este, a partir de esta oración—  fueron generados por la plataforma GPT-3 (Generative Pre-training Transformer 3), un modelo de lenguaje natural desarrollado por OpenAI. Se trata de una red neuronal de gran tamaño que ha sido entrenada en una amplia variedad de tareas de lenguaje natural, como la traducción, el resumen y la escritura de texto coherente.

Aprender un idioma no consiste únicamente en aprender un código lingüístico. Aprender un idioma también es someterse a un proceso de aculturación (según el diccionario de la RAE, “Acción y efecto de aculturar o aculturarse: incorporar a un individuo o a un grupo humano elementos culturales de otro grupo”) que se puede dar en cualquier etapa de la vida.

La inteligencia artificial es una de las tecnologías más disruptivas del siglo XXI. Ha sido definida como la nueva electricidad e identificada como una de las tres áreas más prometedoras por el mismísimo Bill Gates. Es el ingrediente clave de la cuarta revolución industrial y cada día nos despertamos con noticias sobre sus impresionantes avances, que en muchos casos superan a la pericia humana.

En el Imperio Romano el relativamente elevado grado de alfabetización permitió desarrollar un particular medio de comunicación de masas: las inscripciones. Todos los aspectos de la vida (política, religión, sociedad y economía) se reflejaban en ellas y gran parte de la autoridad alcanzada por Roma en todos los rincones del Imperio se debió a su uso como estrategia de comunicación y propagandística.

Las inscripciones se convirtieron en símbolo del poder y la grandeza de Roma y en parte esencial de su identidad cultural.

La nueva escritura es hiperescritura, es decir, grafías sobre la base del hipertexto. Este último, en su momento, fue definido clásicamente como una red informativa descentralizada y descentrada que permite varios itinerarios y cuya estructura, no secuencial, incluye nodos, enlaces, anclajes y mapas de navegación.

Las historias de violación ocupan un lugar incómodo en el canon literario, y ninguna obra canónica incluye más relatos de este tipo que las Metamorfosis de Ovidio. Apolo, atravesado por la flecha de Cupido, persigue a la ninfa Dafne, que se convierte en árbol para escapar de él. Júpiter, rey de los dioses, ataca violentamente a Ío, a la que convierte en vaca. La ninfa Calisto sufre violencia sexual a manos de Júpiter, y luego violencia física a manos de Juno, su reina, que la convierte en un oso.

Mediado el siglo XIX, antes de que el deporte de competición todo lo transformara, cuando la burguesía surgida con la Revolución Industrial comenzó a tener tiempo libre para aburrirse, los sportsmen no eran deportistas sino señoritos que salían por el campo a divertirse, sin mayor preocupación, como tan magníficamente describe Dickens en sus Papeles del Club Pickwick (justamente, el físico de su protagonista, Samuel Pickwick, esquire, rechoncho, gordinflón, el físico más antideportista, está en el origen de nuestro adjetivo pícnico, de cuerpo g

En la actualidad recurrimos con frecuencia a internet como fuente de conocimiento y aprendizaje. La reciente pandemia ha puesto de manifiesto el inmenso potencial del aprendizaje en línea cuando las circunstancias impiden asistir a clases presenciales con normalidad.

La oferta es tan variopinta que podemos apuntarnos a un curso de acuarela o de estadística descriptiva sin problema alguno. Pero ¿es igualmente válido el formato digital para todas las materias?