La gran mayoría de las especies que habitan nuestro planeta se comunican de alguna forma. Pero ninguna tiene algo que se asemeje al lenguaje de los humanos.
El lenguaje en sí mismo es bastante difícil de definir, ya que tiene, por ejemplo, expresiones transitorias que no dejan rastro, nunca es estacionario, cambia con el tiempo, es infinitamente flexible y casi mundialmente presente.