twitter account

“Se creen los dueños de las palabras”: cómo la RAE y la Fundéu se aniquilaron por celos y dinero

Carlos Pietro | Paula Corroto

En un mundo polarizado y lleno de emociones, una duda ortográfica sobre un emoticono no parece el asunto más apasionante, pero, en el verano de 2017, cualquier discrepancia entre la RAE y la Fundéu podía acabar en tangana... Tras la consulta de un tuitero, la Fundéu recomendó poner punto detrás del emoticono si era parte de la oración. La RAE sostuvo lo contrario. Varios académicos cargaron contra la Fundéu en el Pleno de la Academia. “Arturo Pérez-Reverte montó en cólera esos días”, recuerda un antiguo colaborador de la Academia. El 31 de julio de ese año, Darío Villanueva, director de la RAE, envió una carta al director de la Fundéu BBVA, Joaquín Müller-Thyssen, para reprocharle el emoticono. “Te escribo para transmitirte el desagrado y preocupación de la RAE”, arrancaba la misiva. La Fundéu respondió argumentando que su recomendación cabía en la doctrina de la RAE.

Podría pasar por una anécdota costumbrista, pero era la punta del iceberg de una guerra a cara de perro. Un Falcon Crest de la lengua que empezó con rifirrafes lingüísticos, siguió con sabotajes económicos y culminó con la absorción de la Fundéu por la RAE (2020), que para unos fue un rescate, y para otros una adquisición hostil.

 Este periódico ha hablado con una docena de fuentes (académicos de la lengua y directores de la RAE, empleados históricos de la Fundéu y EFE, cargos del IBEX...) para reconstruir la batalla secreta entre dos locomotoras de la lengua española que, bajo la fachada del entendimiento, se acuchillaron durante una década. Estos días hay tensiones entre la RAE y el Instituto Cervantes por el IX Congreso Internacional de la Lengua Española, que arranca este lunes en Cádiz. Todos quieren salir mejor en la foto. La línea entre colaboración institucional y competencia tensa siempre es fina, pero en la reyerta entre la RAE y la Fundéu se traspasaron todas las líneas rojas. La lengua es poder. Esta es la historia de cómo el control de la lengua en España devino en sangría que salpicó a todos, del lingüista más absorto a los presidentes del IBEX que se acercaron al idioma en busca de prestigio y se encontraron navajazos dignos de la lucha empresarial más salvaje.

Dar cera

Desde hace 300 años, la Real Academia Española (RAE) “limpia, fija y da esplendor” al idioma; pero también da cera, según un exempleado de la Fundéu, a quien intente sacar brillo al español sin su permiso: “La RAE no es solo la Academia de la Lengua, es una hoguera de las vanidades. Tratar con ellos era un vodevil porque se creen los dueños de las palabras”. En 2005, el Departamento de Español Urgente de EFE se convirtió en la Fundación de Español Urgente, la Fundéu. ¿El objetivo? “Velar por el buen uso del español en los medios de comunicación”. La Fundéu se levantó sobre varias patas: la financiación del BBVA (600.000 euros anuales para un presupuesto total de un millón) y el respaldo logístico de EFE. Todo ello con la bendición de la RAE; el director de la Academia, Víctor García de la Concha, fue nombrado presidente del Patronato de la Fundéu, y varios académicos de la lengua entraron en su consejo asesor. En teoría era una atractiva sinergia para el español. La Fundéu pondría las luces cortas (recomendaciones para plumillas con urgencias) y la RAE las largas (normas, admisión de palabras en diccionario y contexto histórico).

“Era muy importante contar con un instrumento ágil que resolviera las dudas lingüísticas de los medios. La Academia, que tenía muchas cosas que hacer, no podía ser tan veloz como la Fundéu”, explica Darío Villanueva, director de la RAE entre 2014 y 2018. Todo muy bonito… sobre el papel. En la primera media década de cohabitación —con la Fundéu de perfil bajo, De la Concha apurando un mandato sin fisuras en la RAE (1988-2010) y dinero fresco circulando aún por España— las relaciones fluyeron.

“García de la Concha mandaba mucho. Aunque algún académico tenía reparos con la Fundéu, nadie se atrevía a toser al director”, recuerda el antiguo colaborador de la RAE. Pero, al final del mandato de De la Concha, al aflorar tensiones sucesorias y nubarrones económicos en el horizonte, llegaron las discrepancias por las recomendaciones de la Fundéu. “No puede considerarse inapropiado el femenino cancillera para referirse a Angela Merkel”, aseguró la Fundéu en 2009, para incomodidad de una RAE con alta sensibilidad hacia potenciales flirteos inclusivos. El baile había empezado.

De uñas

El mal rollo, que iría de menos a más según avanzaba la nueva década, brotó por un triple cambio de contexto: el filólogo José Manuel Blecua se convirtió en nuevo director de la Academia, Fundéu elevó su perfil mediático y el liderazgo de la RAE entró en crisis por los recortes públicos.

Habla Joaquín Müller, director de la Fundéu entre 2004 y 2019: “Las relaciones con la RAE siempre fueron delicadas, especialmente cuando la Fundéu tomó decisiones estratégicas que le hicieron ganar prestigio y reconocimiento y obtener una importante presencia en los medios. Nuestros logros empezaron a ser utilizados como arma arrojadiza en las batallas internas que se sucedieron en la RAE”. La Fundéu maduró con el cambio de década: se lanzó en redes sociales (adelantándose a la RAE), multiplicó las recomendaciones lingüísticas y creó un evento mediático: la palabra del año. La Academia se puso de uñas. “Cuando la Fundéu ganó autonomía como prescriptor del lenguaje, se activó una tensión constante entre nuestras recomendaciones y las normas de la RAE. La Academia nos tenía envidia”, cuenta el extrabajador de la Fundéu citado anteriormente.

“Los choques por las palabras escondían los celos de la RAE por nuestro éxito mediático”, añade otro exempleado de la Fundéu. Los medios mimaban a la Fundéu y surgió un relato que enervó a algunos académicos: la Fundéu era lo moderno y la RAE lo antiguo. La Fundéu era el lingüista enrollado y la RAE el académico cascarrabias que reñía a los chavales por hablar a su bola. Fue un lamento habitual en la RAE esos años: “La Fundéu nos hace parecer viejos”. El exempleado de la Fundéu se defiende: “Nuestra agilidad quizá hacía parecer lenta a la RAE, pero el relato de que la Academia era vieja lo crearon las redes”.

Que la Fundéu era más rock 'n' roll que la RAE iba a quedar claro pronto. El 31 de diciembre de 2013, último día de otro año convulso en España por la crisis, la elección de la palabra del año de la Fundéu provocó una pequeña escandalera. La palabra fue: escrache. Con la plataforma Stop Desahucios escracheando bancos —la activista Ada Colau era su cara más visible— parecía atrevido que una entidad denominada Fundéu BBVA destacara un término que había generado controversia política y puesto a los bancos en la picota. Era un gesto de autonomía de la Fundéu respecto a su patrocinador. Ni en el banco ni en la RAE entusiasmó la elección de “escrache”. El ruido mediático fue considerable. Todo el mundo hablaba de la palabra del año de la Fundéu. En la RAE crecía el rencor.

Todo esto podía haber quedado en mero pique entre pavos reales de la lengua. Pero la crisis económica convirtió la lucha por las palabras en batalla por los recursos menguantes.

Una guerra de supervivencia.

Las cuentas de la RAE se desplomaron dramáticamente esos años. José Manuel Blecua empezó su mandato con 3,8 millones de euros de ayudas públicas (2011), y lo acabó con menos de la mitad, 1,6 millones (2014). La subvención a la RAE se mantendría en estado vegetativo hasta finales de década. Para colmo, la popularización de internet frenó otra de las fuentes de financiación de la RAE: las ventas del diccionario en papel de la Academia cayeron un 60% entre 2007 y 2018. “Blecua, que no era un hombre de poder, de los que levantan un teléfono y consiguen dinero, acabó deprimido y agotado” En mayo de 2012, Blecua, expresó “muchísima preocupación” por los “altísimos recortes” a la RAE. El prestigioso filólogo zaragozano se vio desbordado, con la coyuntura económica en contra y sin los tentáculos de su predecesor. “Blecua, que no era un hombre de poder, de los que levantan un teléfono y consiguen dinero, acabó deprimido y agotado”, cuenta un conocedor de los entresijos de la RAE. “La situación económica de la RAE es dramática”, aseguró Blecua al final de su mandato (noviembre de 2014). Convertido Blecua en presidente débil, en la RAE subieron los decibelios contra la Fundéu. Aunque la crisis económica era estructural, y referentes culturales como el Prado y el Reina Sofía también sufrieron fuertes recortes, algunos académicos encontraron un chivo expiatorio a la mala situación de la RAE: la Fundéu.

El convento

Antes de seguir, es importante dar un brochazo sobre la fontanería interna de la Academia. “Con sus cargos vitalicios y sus intrigas palaciegas, la RAE es lo más parecido que tenemos en España al Vaticano”, cuenta el antiguo colaborador de la institución. Esta fuente dice que en la Academia hay varias tribus, pero dos de ellas destacan por contraposición costumbrista: “Los filólogos ratones de biblioteca y los académicos de los juegos de poder, que vienen de mundos más mediáticos, del enredo literario, político y periodístico. Los trabajadores de la lengua y los trabajadores del politiqueo”. ¿Es la RAE un pequeño Vaticano de intrigas? Habla Darío Villanueva: “Víctor García de la Concha sostenía que la RAE se parecía a un convento. No añadía más. A mi no me cabía en la cabeza ¿Una Academia fundada en pleno Siglo de las Luces, en el Racionalismo, podía ser, 300 años después, un convento?”. Un convento con sus intrigas y sus liderazgos en la sombra.

“Algunos académicos miraron siempre a la Fundéu con sospecha, como Arturo Pérez-Reverte y Carmen Iglesias [directora de la Real Academia de la Historia]. De la Concha tuvo el poder suficiente para calmar las aguas, contentando a unos y a otros, pero las quejas de los académicos se dispararon con Blecua, se quejaban de la pérdida de relevancia y fondos de la RAE, y cargaban contra la Fundéu como responsable último de todos los males de la Academia”, añade dicha fuente. La creencia era que la RAE iba (económicamente) para abajo y la Fundéu (mediáticamente) para arriba. “En la RAE pensaban que la Fundéu les comía el terreno, y no solo el gramatical, zanja. Tras años de tensión latente, la batalla campal estaba a punto de desatarse en el terreno más sensible, el económico, en los reservados más finos de la capital y en los despachos más mullidos del IBEX.

Dolor y dinero

El 11 de diciembre de 2014, el teórico literario Darío Villanueva fue elegido nuevo director de la Academia con una misión oficial (salvar las cuentas de la RAE) y otra extraoficial (saldar cuentas con la Fundéu). “O conseguía dinero y ataba en corto a la Fundéu o no renovaría en el cargo”, cuentan fuentes conocedoras del proceso. Villanueva, que solo cumpliría un mandato como director de la RAE (según él, porque él lo quiso así), lo intentó todo para enderezar la nave desde el minuto uno. La llegada de un nuevo director a la RAE parecía un buen momento para resetear las relaciones con la Fundéu. A instancias del BBVA, en enero de 2015, se organizó una comida, en la sede del banco en la Castellana, entre Francisco González, presidente del banco, y los directores de ambas entidades de la lengua. Quizá porque lo que uno no haga al principio de su mandato (cuando se ve fuerte) acaba por no hacerlo, Villanueva jugó fuerte en esa comida.

El director de la Fundéu fue apartado a última hora del almuerzo. Durante la comida, el director de la RAE pidió al presidente del BBVA que retirara la asignación a la Fundéu para dársela a la RAE, según confirman dos fuentes (bancarias y lingüísticas) con conocimiento de la conversación. Villanueva lo hizo, según una de las fuentes, “de forma sibilina”: “Lo vendió así: que Fundéu pasara a depender de la RAE era lo mejor para el buen funcionamiento de ambas entidades”. “Hubo maniobras muy duras de la RAE para cortar la financiación a la Fundéu”, confirman fuentes bancarias.

Pero el BBVA mantuvo el patrocinio a la Fundéu, que le había otorgado créditos simbólicos en un momento en el que la reputación de los bancos estaba tocada. Darío Villanueva confirma la existencia de la comida con Francisco González, “muy agradable y tranquilizadora”, pero niega que le pidiera el dinero de la Fundéu. “Es absolutamente falso que la RAE intentará quedarse el dinero de la Fundéu. No tenía ninguna lógica, era desvestir a un santo para vestir a otro. Si yo hubiese intentado eso, ¿qué hubiera ocurrido con la Fundéu? Un director de la Academia, presidente a su vez de la Fundéu, ¿va a promover una maniobra dañina para beneficiar las finanzas de la RAE?”. Villanueva asegura que siempre defendió la labor de la Fundéu, en esa comida y durante todo su mandato.

Pero la versión más maquiavélica de la cumbre Villanueva/González llegó a oídos de la Fundéu. La indignación fue absoluta, y aunque no trascendió públicamente, se tomaron medidas de autodefensa Como Villanueva era el presidente del patronato de la Fundéu, comenzaron a tratarse asuntos internos delicados fuera del patronato, también fuera de los oídos de académicos de la RAE que estaban en el consejo de la Fundéu. En la Fundéu se extendió la paranoia de que la RAE les quería clavar un machete por la espalda. “La desconfianza hacia la RAE fue total desde ese día”, cuentan exempleados de la Fundéu.

El director de la RAE siguió tocando puertas en busca de financiación, pero casi “todas las operaciones fallaron y Villanueva se puso cada vez más nervioso”, según fuentes conocedoras de las gestiones. Villanueva, por contra, cree que logró salvar los muebles en el momento más crítico de la RAE: “Me tocó una etapa económica muy mala porque el Estado —que, en 2009, cubría el 45% del presupuesto— redujo un 60% su ayuda, los patrocinadores se retiraron mayoritariamente y la Fundación Pro-RAE redujo un 60% su aportación. Tenía que atender una Academia con 85 trabajadores. Esa fue mi gran preocupación y mi gran lucha. Salvé la situación porque busqué dinero debajo de las piedras y reduje el déficit”. Pero el colapso económico iba a llegar pronto también a la Fundéu. El BBVA acordó un giro estratégico en su obra social. Dejar de patrocinar unas entidades y empezar a patrocinar otras. El banco hizo una excepción temporal con la Fundéu: en vez de retirarle la ayuda de golpe, se la prolongó a medias (de 600.000 euros a 300.000 anuales) y con fecha de caducidad: tres años más y adiós. La Fundéu tenía 36 meses para buscar alternativas económicas. Fue un vía crucis. La decadencia de la Fundéu como entidad lingüística de moda había empezado.

El hombre milagro

Con el tema económico echando humo, a finales de 2018, se produjo otro rifirrafe gramatical. Fundéu eligió como palabra del año un término —microplástico— no incluido en el Diccionario de la lengua española, aunque era de uso común en prensa (El País había mencionado microplástico en 2210 artículos hasta entonces). La elección de microplástico abrió el Telediario, lo que sentó a la RAE “como una patada en los huevos”, según fuentes de la Fundéu. El ambiente entre ambas entidades era de Caída de Saigón, pero lo peor estaba por llegar. A finales de 2018, Darío Villanueva dejó la dirección de la RAE. Le sustituyó Santiago Muñoz Machado, jurista “prestigioso” y hombre conectado al Madrid del gran poder. Poco después de su llegada, la RAE consiguió que el nuevo ejecutivo de Pedro Sánchez le otorgara una subvención de 15 millones de euros para los siguientes tres años. “El Gobierno ha decidido revertir la situación de falta de fondos de la RAE”, aseguró el ministro de Ciencia, Innovación y Universidades, Pedro Duque. El presupuesto anual de la RAE subió a 8 millones de euros.

Muñoz Machado consiguió en pocos meses lo que sus antecesores no lograron en una década. Aunque la escasez financiera había sido un factor clave en la batalla entre la RAE y la Fundéu, cuando la Academia recuperó el vigor económico, el combate no se detuvo. ¿Solo podía quedar una? Como la Fundéu quería profesionalizar su estructura para acceder a financiación, y no se fiaba de la RAE, montó una doble presidencia: la honorífica para la RAE y la ejecutiva para Mario Tascón. La decisión no gustó al nuevo director de la RAE, según fuentes de la Fundéu, que aseguran que, esos meses, se produjo un continuo “abuso” contra la Fundéu en la RAE. El momento decisivo de la guerra secreta RAE-Fundéu, cuando el pez gordo se come al chico, había llegado.

Rescate y opa

Acuciados por la caducidad del patrocinio del BBVA, los encargados de la Fundéu tocaron a varias empresas del IBEX en busca de financiación. La negociación más fructífera fue con Telefónica, que “apalabró” con la Fundéu un patrocinio de 600.000 euros al año para un Observatorio del Español. Faltó la firma. Lo que pasó entre medias, según fuentes de la teleco y de las entidades de la lengua, fue que Santiago Muñoz Machado presionó a Telefónica para que frenara el acuerdo con la Fundéu. ¿Los argumentos de Muñoz Machado? Las ayudas a la Fundéu entorpecían acuerdos previos entre Telefónica y la RAE. Lo que Muñoz Machado le dijo a Telefónica, según fuentes conocedoras de las conversaciones, fue que la “Fundéu se estaba apropiando del español” y que “la RAE y la Fundéu eran incompatibles”. Ellos o nosotros.

Telefónica renunció a patrocinar a la Fundéu. “La RAE intentó cortar la financiación de la Fundéu por tierra, mar y aire”, cuentan fuentes empresariales familiarizadas con la maniobra. Fuentes de la Academia aseguran que “no le consta” que la RAE boicoteara la financiación de la Fundéu.

Este periódico ha tenido acceso a la correspondencia entre la Fundéu, EFE y Telefónica al reventar el principio de acuerdo.

Fundéu mostró primero por escrito “la extrañeza que ha generado en esta Casa la noticia de la ruptura de las conversaciones entre la Fundéu y Telefónica”. Luego, subió el tono en un mail informal a la teleco explicitando el sabotaje de la RAE: “Soy muy consciente de qué sombra planea sobre la Fundéu; una sombra a la que le resultaba insoportable que la institución alcanzase un acuerdo con vosotros. Pero de ninguna manera es cierto, ni por aproximación, la incompatibilidad de nuestro proyecto con otros”. ¿La respuesta de Telefónica? La teleco reconoció en una carta oficial que ”sería una gran oportunidad… ocupar el posicionamiento que el BBVA consiguió al implicarse” en la Fundéu, que, por su “prestigio”, “encajaría” en Telefónica. Pero, como admitió la carta, algo se cruzó en el camino entre Fundéu y Telefónica: “Las áreas implicadas en el análisis de vuestra propuesta han tratado de ver su posible encaje operativo con otras acciones en torno al español, en las que venimos trabajando, ya desde tiempo atrás, pero lamentablemente la estrategia del grupo está orientada a poner foco y recursos en aquellos proyectos abiertos actualmente”.

Juego, set y partido; la Fundéu original estaba en game over.

Con el patrocinio del BBVA caducado y los intentos de refinanciación de la Fundéu estampándose contra un muro —”Telefónica no fue la única empresa del IBEX en echarse para atrás, no sabemos qué pasó en los otros casos, pero parecía perseguirnos una mano negra”, cuentan fuentes antiguas de la Fundéu— llegó el golpe de mano: la Academia absorbió a la Fundéu tras meses de conversaciones entre EFE y la RAE… a espaldas de los encargados de la Fundéu.

En junio de 2020, la Fundéu pasó a ser la FundéuRAE. La directora de comunicación de la RAE, Olivia Piquero, se convirtió en la nueva directora de la Fundéu. La RAE tomó el control de la entidad. Se acabaron las polémicas.

En el Pleno de la RAE donde se anunció la creación de la nueva FundéuRAE, varios académicos celebraron la noticia y “cargaron contra la antigua Fundéu y contra los antiguos directores de la RAE que permitieron que la Fundéu volara por libre”, explican fuentes conocedoras del pleno.

En quince años, la Academia de la Lengua había pasado de bendecir a la Fundéu, a ocuparla. La Fundéu pasó de prescriptor de referencia y niña mimada de la prensa a, tras ser absorbida por la RAE, perder “atrevimiento y prestigio como autoridad lingüística con ideas propias”, cuenta un antiguo empleado de la Fundéu.

La impresión en la RAE, por contra, es que le hizo un favor a la Fundéu al rescatarla en un momento crítico y que, además, era lo mejor para la Academia. “En los plenos de la RAE se decía que la Fundéu no podía decir una cosa y la RAE otra. Muñoz Machado lo arregló con la fusión. A partir de ahí ya solo hubo una voz”, cuenta el académico citado anteriormente.

Habla José María Merino, académico de la RAE y miembro del consejo asesor de la Fundéu: 1) “A mí me encantaba ir a la reunión de la Fundéu cada quince días y no fui consciente de esos celos de la RAE de los que hablas. La integración entre ambas entidades me pareció razonable. No vi problemática la transición hacia la FundéuRAE. 2) “Santiago Muñoz Machado resolvió en muy poco tiempo los problemas económicos de la RAE. Fue milagroso”.

 La sensación general entre los académicos, por tanto, es que Machado “resolvió” el problema Fundéu. Aunque los académicos consultados dicen desconocer si hubo sabotajes económicos, y quizá este artículo haga ver con otros ojos la absorción de la Fundéu, lo cierto es que la legitimidad interna de Muñoz Machado es altísima tras resolver la crisis económica de la RAE. ¿Que hubo una guerra poco edificante contra la Fundéu? Las cuentas blanquean cualquier cadáver que pudiera haber quedado en el camino.

Habla una fuente de la RAE que prefiere no ser citada:

1) “Un número reducido de académicos, que podríamos llamar ‘la banda de los cuatro’, tendía a la provocación y a la conflictividad contra la Fundéu, también como manera de atacar a la antigua dirección de la Academia, acusada de no ejercer su poder absoluto sobre la Fundéu”.

2) “La palabra del año de la Fundéu fue uno de los argumentos de la banda de los cuatro académicos. Luchar contra eso era de una enorme puerilidad, igual que lo de la tilde en solo ahora. Si la Fundéu, que trabaja para los medios de comunicación, quería tomar iniciativas comunicativas propias, ¿por qué no iba a hacerlo? La Academia debería estar para otra cosa, ese es el problema, que los académicos polemistas degradan el nivel que le corresponde a la RAE —que tiene más de 370 años de historia, ha hecho 23 diccionarios y tiene un diccionario en línea con mil millones de consultas al año— hasta convertir en tema central de la vida nacional una tilde”.

3) “Esta actitud, perjudicial para la Academia, consistía en denunciar que la Fundéu se extralimitaba en su prerrogativas y emitía respuestas fuera de la doctrina de la Academia. Que la Fundéu había puesto los pies encima del plato e iba en detrimento de la autoridad de la RAE. La banda de los cuatro acusó a la Fundéu de intentar suplantar a la Academia. Era falso, pero, cuando lo que buscas es montar bulla, te agarras a lo que sea, hasta a una tilde. Con la Fundéu se quiso montar follón, el feedback llegó a la Fundéu y se creó muy mal ambiente”.

 ”Las cosas podían haber sido diferentes si la RAE hubiera asumido con más humildad la existencia de una Fundéu autónoma y fuerte”, cuenta alguien que vivió en primera línea el enfrentamiento.

Habla Joaquín Müller, exdirector de la Fundéu, para zanjar la función. “La colaboración con los académicos con formación lingüística fue muy buena, pero cada palabra del año, cada aplauso a la Fundéu en las redes que, desgraciadamente para nosotros, solía ir acompañado de críticas a la RAE, levantaba ampollas en otros sectores de la Academia que consideraban que nuestros éxitos y nuestra imagen de organización joven y ágil les envejecía ante la opinión pública. Lamentablemente esto no les llevó a una reflexión interna sobre qué hacer para mejorar sino a una voluntad clara de acabar con esa Fundéu que, paradójicamente, era una de las organizaciones que más hacía, junto a la Agencia EFE, por expandir la norma y el buen uso del idioma”.