Los miembros de la Academia Española proclaman a los cuatro vientos que los hablantes son los verdaderos "dueños de la lengua" y que lo que vale es lo que ellos decidan, pero por otro lado crean a partir de la nada palabras y grafías que nunca fueron empleadas por la comunidad hablante e intentan imponerlas con el peso nada desdeñable de su autoridad.
Por Ricardo Soca