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Teoría y práctica para los intérpretes de la salud

23/08/2021
Mada Martínez, Santander

Los alumnos del curso, en el que un único varón compartió aula con 19 mujeres. / DANIEL PEDRIZA

Fernando Navarro habla con tanta pasión del curso que dirige en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) que dan ganas de salir corriendo a matricularse aunque no seas médico ni se te haya pasado por la cabeza dedicarte a la traducción. Y lo mejor es que ese entusiasmo que transmite ya ha traspasado fronteras. El curso de Traducción Médica que la semana pasada se celebró en el campus de Las Llamas reunió en un mismo aula a un veintena de alumnos, diecinueve mujeres y un hombre, de distintas trayectorias académicas. Desde una astrofísica hasta estudiantes de traducción, pasando por alumnos de distintas carreras sanitarias, intérpretes profesionales o filólogos. Una procedencia casi tan llamativa como el propio seminario que logra que al final todos se conviertan en una gran familia y es que las clases teóricas se compaginan con una serie de actividades lúdicas y culturales para fomentar la convivencia. ¿El resultado? Pues que tras nueve años de actividad este curso tenga cada vez más demanda y que hasta Santander hayan llegado alumnos de distintas comunidades de España –solo dos eran cántabros–, de Brasil y de Perú.

La traducción médica no es una profesión muy conocida y, sin embargo, sus oportunidades laborales son cada vez mayores. De ahí la necesidad de un foro en el que entre otros temas se abordaron las nomenclaturas más utilizadas en ciencia, medicina y farmacología; la historia de la lengua española como instrumento esencial del traductor médico, o la traducción especializada en el ámbito de la propiedad intelectual (patentes, marcas, contratos…), tal y como explica Laura González, la alumna más joven de esta edición. Es estudiante del último curso del doble grado en Traducción e Interpretación y Derecho en la Universidad de Salamanca, y llegó a Santander desde Burgos, donde vive. Una decisión que, según explica, «ha superado todas mis expectativas». Reconoce que no esperaba que el curso fuese tan completo «pues nos permite abordar la traducción no solo desde el punto de vista científico». Y eso que a ella, los términos médicos no la son muy ajenos pues su madre es doctora y la de Medicina era la otra carrera que hubiera querido estudiar si no se hubiese decidido por la interpretación.

«La interpretación médica es un trabajo con muchas salidas laborales, pero para el que hay que estudiar todos los días y estar actualizado»

De la estancia en Santander, una ciudad que conoce bien porque tiene familia viviendo aquí, se lleva un grupo de amigos y un gran recuerdo. «No puedo más que dar las gracias a la UIMP por haberme becado para poder hacer este curso», asegura. Y también destaca la gran oportunidad que se le ha brindado. «Esta semana nos ha ayudado a conocer y crecer profesionalmente», afirma con una gran convicción.

Entre sus compañeras destaca, por el periplo que ha tenido que seguir para llegar a Cantabria, una alumna procedente de Río de Janeiro. En Brasil el covid está mucho menos controlado y para ella viajar Europa es más complicado por las restricciones sanitarias, así que aprovechando que también tiene nacionalidad suiza, voló hasta allí donde tuvo que hacer una cuarentena obligada para luego volar hasta España. A la vuelta, de nuevo por Suiza, le toca otro confinamiento antes de regresar a casa. «Vamos, que va a estar casi veinte días de cuarentena sólo para poder seguir este curso de cinco», detalla Navarro con una gran orgullo.

Ana Martínez es de Alicante. Trabaja como traductora autónoma y es licenciada en Traducción e Interpretación, con un máster en traducción médica. Ella ya había oído hablar de este curso de la UIMP y este año se ha animado a matricularse «porque me da la posibilidad de actualizar esos conocimientos», según afirma.

Reconoce que lo que más la ha llamado la atención del foro ha sido la diversidad académica de los alumnos que se han matriculado. Hasta ha coincidido con una compañera que siguió el máster con ella pero a la que no llegó a conocer en persona porque la formación era online. «También ha habido una diversidad de temas. Todos interesantes y necesarios».

De la traducción médica destaca sus enormes posibilidades de trabajo. «Hay muchísima documentación que necesita traducirse. Por mucho que ahora cada vez haya más gente que domine el inglés, un paciente necesita conocer perfectamente en que consiste su tratamiento. Y no valen las ambigüedades aunque el lenguaje médico esté lleno de ellas», dice. Pero también tiene muy claro que es un campo en el que nunca hay que dejar de formarse y por eso cursos como el de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo son bien necesarios.

Como anécdota recuerda su llegada a la residencia donde se alojan todos los alumnos. «A la media hora de llegar ya estaba Fernando Navarro llamándonos para ir a dar un paseo hasta el Faro». Esta es la primera vez que viene a Santander y regresa al Mediterráneo encantada con la ciudad. También con el grupo que ha conocido y con las dos compañeras cántabras que han hecho de cicerones y que no han olvidado guiar al grupo por la Plaza Cañadío.

El cuerpo docente

El cuerpo de profesores ha estado este año compuesto por la doctora en Medicina y traductora Paz Gómez Polledo; la doctora en Filología, Lola Pons Rodríguez; Fernando Pardos, doctor en biología y Verónica González, doble licenciada en traducción e interpretación

Paz Gómez Polledo lleva más de treinta años trabajando como intérprete médico y este ha sido el primer año que ha participado como docente en el curso, pese a que el año pasado era una de las invitadas y no pudo venir tuvo problemas para viajar a causa de la pandemia.

Estos días ha coincidido con ese grupo de alumnos de tan distintas trayectorias y a todos les ha querido ofrecer las herramientas que podrán utilizar si algún día deciden seguir sus pasos. «Unos vienen a aprender más o a mejorar en distintos ámbitos de la vida del traductor y otros llegan para conocer que posibilidades de futuro ofrece este trabajo», señala cuando se la pregunta por ellos. Entre los conocimientos que se han llevado a casa destaca «el haber conocido técnicas nuevas y aspectos de la vida de un profesional de la traducción que no se esperaban que pudiera haber y, sobre todo, se han ido concienciados de que es una buena posibilidad de trabajo».

Desde su experiencia asegura que para ser traductor médico no hace falta haber estudiando esta carrera, «pero sí que es bueno tener una base porque los médicos o los que han seguido estudios sanitarios pueden entender mejor lo que están traduciendo». Sin embargo, no quiere desanimar a los que quieran iniciarse en esta profesión procedentes de otras carreras. «Evidentemente hay traductores médicos que no tienen una base científica y que se han formado en cursos especializados o en máster», pero no quiere ocultar que esta es una profesión en la que hay que estar continuamente estudiado. «Yo soy médico, llevo 36 años traduciendo y todos los días estudio. Para traducir un artículo nuevo sobre un descubrimiento nuevo que acaba de salir y del que no hay nada publicado en español necesito documentarme porque si no, no podría traducirlo bien», asegura.

De este seminario también destaca la oportunidad de convivencia que ofrece a alumnos y profesores por medio de todas esas actividades, una metodología que el año que viene atraerá a nuevos alumnos y profesores hasta estas aulas de Santander.