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Saramago: "Nuestra única defensa contra la muerte es el amor"

23/10/2005

Por Ana MendozaMadrid, 23 oct (EFE).- El escritor José Saramago deja aflorar su lado más divertido y sarcástico, y también el más tierno y poético, en su nueva novela "Las intermitencias de la muerte", una reflexión sobre la vida, la muerte y la condición humana, que desemboca en una tesis final: "nuestra única defensa contra la muerte es el amor".En una entrevista con Efe, el escritor portugués desvela algunas claves de esta novela que a primeros de noviembre se publicará de forma simultánea en España y en los países hispanoamericanos, en Portugal, Brasil e Italia. Verá también la luz en catalán y se está traduciendo ya al francés. La presentación mundial tendrá lugar en Lisboa, el 11 de noviembre.Libro a libro, Saramago, Premio Nobel de Literatura 1998, ha ido tejiendo un mundo narrativo propio y, libro a libro, el escritor ha demostrado su facilidad para novelar situaciones "improbables o imposibles". Basta si no recordar las dos personas idénticas de "El hombre duplicado" o ese 83 por ciento de la población de un país que decide votar en blanco de "Ensayo sobre la lucidez", la anterior novela del escritor.Situaciones imposibles que vuelven a darse en "Las intermitencias de la muerte", cuyo comienzo no puede ser más sorprendente: "Al día siguiente no murió nadie", y eso es lo que sucede en la novela: de la noche a la mañana, los habitantes de un país sin nombre dejan de morir y consiguen la ansiada inmortalidad, aunque, eso sí, quien estuviera muy grave o a punto de morir, se queda igual porque su salud no mejora.En la primera parte de su novela, que en España e Hispanoamérica publicará Alfaguara, Saramago desarrolla con humor, ironía y sarcasmo las consecuencias que la desaparición de la muerte tendría sobre la vida de un país.Lo que en principio parece una magnífica noticia, pronto se verá que es todo lo contrario: el gobierno no sabe cómo responder ante esa insólita situación, el sistema de pensiones se tambalea, los hospitales y las residencias de ancianos no dan abasto y las funerarias no tienen a quién enterrar. La iglesia anda también consternada porque "sin muerte no hay resurrección, y sin resurrección no hay iglesia"."La ausencia de la muerte es el caos, es lo peor que le puede ocurrir a la especie humana, a una sociedad", asegura durante la entrevista el escritor, que en la novela huye del tono grandilocuente con el que a veces se trata este tipo de cuestiones, y reconoce que su libro "sería impensable en el Romanticismo, en el que la muerte era algo aterrador y se trataba de forma muy retórica".En la segunda parte del libro, y cuando ya todos empezaban a adaptarse a la nueva situación, la muerte decide reanudar su actividad, pero lo hace de una forma sorprendente: envía cartas a quienes van a morir y les comunica que tienen un plazo de siete días para prepararse. De nuevo, vuelven el caos y el desconcierto.En el tramo final de la novela, traducida al castellano por Pilar del Río, esposa del escritor, Saramago se torna más poético e intimista y abandona el lenguaje satírico e irónico que invade buena parte del libro. Sátira e ironía bajo las que se esconden duras críticas al comportamiento de los gobiernos, la iglesia, los medios de comunicación y otros estamentos de la sociedad.La música adquiere un papel importante en esa recta final de la novela, la parte más hermosa del libro, en opinión de algunos de los que lo han leído, y en la que también irrumpe uno de los "personajes" preferidos del escritor: el perro. El escritor ha perdido recientemente uno de los que tiene en su casa de Lanzarote y se entristece cuando se le menciona el asunto. "No me hable de eso", ruega.El autor de "Ensayo sobre la ceguera" y "La caverna", entre otros muchos títulos, llega a una conclusión en su novela "de lo más obvia que hay: la vida no puede vivir sin la muerte, aunque parezca una paradoja; nosotros tenemos que morir para seguir viviendo"."No es que sea mejor morir que vivir, sino que, sencillamente, deberíamos tener otra mirada en relación a la muerte, aceptarla como una consecuencia lógica de la vida", señala Saramago, quien en un momento dado recuerda lo duro que puede resultar a veces "tener conciencia de la muerte". A él le sucedió a los "17 ó 18 años, y eso es lo peor que hay".El nuevo libro de Saramago es también "una historia de amor", y si hay "una tesis final, no prevista en un principio, ésa sería la de que nuestra única defensa contra la muerte es el amor".El escritor cree que "Las intermitencias..." es quizá su novela "más divertida". El humor impregna las 280 páginas del libro y el autor espera que, "en un asunto tan serio como la muerte, la gente se ría e incluso más que eso, que ría a carcajadas".Cuando se le pide una opinión sobre su novela, responde con un prudente "no está mal", ya que no se quiere "anticipar al juicio de los lectores y de la crítica". Pero reconoce que está "muy contento" con el libro porque "nadie ha escrito una novela sobre un tema como éste".