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Robots que redactan: el surgimiento y el peligro de increíbles sistemas de inteligencia artificial que generan texto

05/03/2021
Matthew Hutson

Elon Musk al frente de aterrador sistema capaz de redactar comunicados de prensa, entrevistas, ensayos y manuales técnicos

En junio de 2020, una nueva y poderosa inteligencia artificial (IA) empezó a deslumbrar a los tecnólogos de Silicon Valley. Llamada GPT-3 y creada por la empresa de investigación OpenAI de San Francisco (California), era la última y más potente de una serie de "grandes modelos lingüísticos": son herramientas de IA que generan flujos de texto fluidos después de absorber miles de millones de palabras de libros, artículos y páginas web. El GPT-3 había sido entrenado con unos 200.000 millones de palabras, a un costo estimado en decenas de millones de dólares.

OpenAI fue fundada en 2015 por Elon Musk, Sam Altman (CEO de Y Combinator) y otros emprendedores de Silicon Valley como institución sin fines de lucro. Sin embargo, en 2019 anunciaron su intención de funcionar como empresa de capital cerrado con fines de lucro, contando con la participación, como inversionistas, de Microsoft y del fondo Khosla Ventures.

No es un mero traductor de texto: es un robo-writer, un verdadero  robot que sabe redactar.

Los desarrolladores a los que se invitó a probar GPT-3 se quedaron asombrados. "Tengo que decir que estoy asombrado", escribió Arram Sabeti, fundador de una empresa tecnológica con sede en Silicon Valley. "Es mucho más coherente que cualquier sistema de lenguaje de IA que haya probado. Todo lo que tienes que hacer es escribir una frase y ella añadirá el texto que crea que puede seguir. He conseguido que escriba canciones, historias, comunicados de prensa, notas de guitarra, entrevistas, ensayos y manuales técnicos. Es divertidísimo y aterrador. Siento que he visto el futuro".

El equipo de OpenAI informó que GPT-3 era tan bueno que a la gente le costaba distinguir sus noticias de la prosa escrita por humanos. Podía asimismo responder a preguntas triviales, corregir la gramática, resolver problemas matemáticos e incluso generar código informático si los usuarios le pedían que realizara una tarea de programación. Otras IAs también podrían hacer estas cosas, pero sólo después de haber sido entrenadas específicamente para cada trabajo.

Un dato tranquilizador es que el robot puede redactar y escribir sobre todos los temas para los cuales es entrenado, pero él mismo no entiende lo que está diciendo.

Los grandes modelos lingüísticos ya son una propuesta comercial. Google los utiliza para mejorar los resultados de sus búsquedas y la traducción de idiomas; Facebook, Microsoft y Nvidia están entre otras empresas tecnológicas que los fabrican. OpenAI mantiene en secreto el código de GPT-3 y ofrece acceso a él como servicio comercial. (OpenAI es legalmente una empresa sin fines de lucro, pero en 2019 creó una subentidad con fines de lucro llamada OpenAI LP y se asoció con Microsoft, que invirtió un informe de mil millones de dólares en la empresa. Los desarrolladores están probando ahora la capacidad de GPT-3 para resumir documentos legales, sugerir respuestas a consultas de servicio al cliente, proponer código informático, ejecutar juegos de rol basados en texto o incluso identificar a personas en riesgo en una comunidad de apoyo entre pares etiquetando los mensajes como gritos de ayuda.

Traducción de Ricardo Soca