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Reflexiones en el día del idioma

26/04/2010

Prof. Raúl Gamarra, Misiones OnlineEl 23 de abril se recordó el «Día del Idioma». En algunos centros educativos de la Argentina, se recordó con una cartelera; en otros, se celebró como el día del instrumento más valioso de conservación y vehiculización de la Cultura de un pueblo. En la mayoría de las escuelas pasó inadvertido «ni se supo». En la misma fecha se conmemoró el «Día Mundial del Libro» y, en la mayoría de los medios de comunicación, no se cubrió la apertura de la 36° Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.de comunicación, no se cubrió la apertura de la XXXVI Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.Increíble, en muchas escuelas faltaron las bibliotecarias y no se pudo leer ningún libro, porque ellas tenían las llaves. Sin lugar a dudas, la política cultural y educativa del estado nacional, de la jurisdicción provincial, de las instituciones educativas, de los profesionales de la docencia de Lengua y Literatura, lamentablemente perdió la «memoria» o «echó al olvido», estas efemérides que formaron a muchas generaciones y significaron una política lingüística concreta y valiosa; más aún en esta zona de culturas en contacto.Algunos intelectuales dirán por qué celebrar o recordar el día de un idioma dominante o impuesto por el conquistador, otros propondrían celebrar el día de las lenguas amerindias o aborígenes y paradójicamente el pasado 19 de abril, el olvido de nuestros aborígenes hizo pasar desapercibido su día. Muchos profesores de Lengua y Literatura atronaron sus cátedras con discursos indigenistas de barricada, donde se hacía la apología de las lenguas originarias y, en medio de la lluvia copiosa ignoraron al mbyá que le pedía una monedita o le quería vender una artesanía tallada.¡Qué propensos somos los argentinos a exaltar el valor de nuestro idioma un día y, al otro padecer amnesia escuchando poesía y música foránea! Mientras cada vez hablamos y escribimos peor nuestro idioma castellano o español, y leemos poco o casi nada nuestras obras literarias, nuestros vecinos del Mercosur, tienen más personas estudiando castellano argentino, que todos nosotros, hablando y escribiendo nuestro propio dialecto.¡Qué paradoja, solo alrededor de 300 argentinos estudian el idioma de ese pueblo originario, los mbyá! Resulta incomprensible que aún hoy, la mayoría de las escuelas no tengan en su Proyecto Curricular institucional, un corpus de libros de lectura que formen en valores universales, nacionales, regionales y locales. Nuestros adolescentes egresan del nivel secundario sin saber que existen obras monumentales de la literatura como El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, «El Popol-Vuh o Libro del Concejo, El gaucho Martín Fierro o El Génesis de la Cultura Mbyá-guaraní, La rama florida; y tantas obras clásicas de la poesía o el teatro universal y nacional. Con asombro también asistimos, a pesar de los planes, programas y proyectos de lectura y escritura, a la carnavalización del idioma, donde «Vale todo», y el criterio de adecuación lingüística es reemplazado por sociolectos y cronolectos en textos orales y escritos, en los que predominan metáforas violentas, obscenas y procaces. Nuestros jóvenes y tantos adultos son expertos en repertorios lexicales informales, pero analfabetos funcionales en el dominio lingüístico, textual y comunicativo en situaciones formales. Instrumentalmente, no pueden insertarse sociolaboralmente, a pesar de ser expertos chateadores o tener miles de amigos en el Facebook. No los culpo, son como los hicimos. ¿Estamos a tiempo de revertir esta situación de vaciamiento de contenidos formativos, valores, tradiciones, idiosincrasia e identidad nacionales? Como ciudadano, padre y docente de muchos jóvenes y adultos, asumo el compromiso y los convoco a todos mis colegas y compatriotas, a esta gran cruzada cultural del Bicentenario.