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Recordando a Delibes

21/03/2010

César Gavela, Diario de LeónNo sabríamos contar nuestra adolescencia sin hablar de Miguel Delibes. Se nos metió muy adentro, en años cruciales. Su literatura raigal nos llegó al corazón, siempre formó parte de nuestra memoria. De una actualidad melancólica. Delibes no solo era un escritor; era un tío que teníamos en Valladolid. Un señor elegante y discreto, delgado en el recuerdo, con sus cazadoras de ante y sus personajes. Delibes, como Cervantes, son sus personajes. Como Galdós o Clarín. Porque no hay ficción sin personajes. Los de Delibes son profundos y amigos. Con una ternura seca. Hemos sentido mucho su muerte. Porque era muy nuestro, de todos. Un hombre civil y cabal, un novelista extraordinario. Y como tantos grandes novelistas, no era un intelectual: era un escritor. Construía sus libros desde el sentimiento, la observación, el amor a la vida y el ineludible reto formal. La búsqueda desde lo más próximo. Para llegar a lo que todo ser humano comparte. Su prosa era arte y pureza.El Ayuntamiento de Ponferrada va a dar su nombre a una calle. Es una idea honorable. Para que tengamos la música de Delibes cerca, su nombre en un barrio. Es un modo perdurable de honrar su memoria, su obra a la que tanto debemos. Una calle para Delibes nos resarce un poco de una nostalgia: la de aquellos días, tan cercanos, en que sabíamos que aún vivía ese señor viudo y transparente. A 230 kilómetros. Con su muerte murió un sueño que siempre tuve: verle alguna vez por las calles de Valladolid. Cuando iba por allí, me acercaba al Campo Grande por si había suerte. No la hubo. Ahora su muerte nos hace a todos un poco más pobres. Con él, tras Alberti, Torrente, Cela o Antonio Pereira solo nos quedan tres o cuatro grandes escritores. Uno de ellos, Gamoneda, vive en León y también se merece una calle de Ponferrada .Los mejores narradores construyen el mundo a través del corazón de sus lectores. Delibes lo sigue construyendo: desde su obra literaria y su ejemplo ético. Desde su vivir en la provincia, en la naturaleza, en el humanismo. En la belleza de las palabras del castellano, que él renovó. Como leonés, me siento orgulloso de ser de la misma comunidad autónoma que Miguel Delibes. Feliz porque desde una de sus zonas más periféricas —el Bierzo— se recuerde a castellano tan extraordinario y universal.