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Real Academia: las novedades del
próximo diccionario

30/07/2010

La Real Academia Española tiene ya «muy avanzada» la incorporación al Diccionario de «matrimonio homosexual», una acepción que no figura entre las novedades que la RAE ha volcado hoy en la red, pero que «aparecerá sin duda» en la próxima edición del Diccionario, que se publicará en 2013.En esos términos se expresa el secretario de la RAE, Darío Villanueva, en la entrevista que concedió a EFE con motivo del amplio listado de novedades que ya se pueden consultar en la versión electrónica del Diccionario y que actualizan el contenido de la XXII edición de esta obra esencial de referencia.La aprobación en 2005 de la ley que permite en España el matrimonio entre personas del mismo sexo llevó a la Academia a plantearse «la necesidad de modificar el significado de la palabra «matrimonio» para reflejar «esa realidad que la ley ha propiciado».Pero, como sucede con cualquier incorporación que se hace al Diccionario, el proceso es complejo.Los propios académicos «captaron la necesidad» de incluir la acepción de «matrimonio homosexual», y, a partir de ahí, el Instituto de Lexicografía comenzó «el estudio documental de las fuentes que acreditan que esa acepción tiene su sentido», explica Villanueva.«La Academia no legisla, no crea realidades. Simplemente introduce en el Diccionario acepciones y términos que están en el lenguaje. No emite en relación a ellos ningún juicio de valor, actúa con la más absoluta de las objetividades», pero teniendo en cuenta que cualquier decisión «afecta a una comunidad de 450 millones de personas», dice con énfasis el secretario.Pero en el Diccionario todo tiene que ser consensuado con las veintiún Academias de la Lengua Española restantes, y la inclusión de «matrimonio homosexual» debe ser «visada» por ellas porque «no en todos los países existe la misma legislación».Lo más que puede pasar es que esa acepción figure con una marca que haga referencia al país o países donde se utiliza, pero, de una forma u otra, «matrimonio homosexual» aparecerá «sin duda en la próxima edición del Diccionario».Entre las novedades que ya se pueden consultar en la página electrónica del Diccionario hay muchas que sólo consisten en pequeñas modificaciones de términos ya existentes, y a ese grupo pertenece la voz «pederastia». La acepción de «sodomía» que figuraba hasta ahora al definir esa palabra se sustituye por «práctica del coito anal».También se define pederastia como «inclinación erótica hacia los niños» y «abuso sexual cometido con los niños».Villanueva, ex rector de la Universidad de Santiago, deja claro que la acepción que equipara «pederastia» con «práctica del coito anal» está «documentada» y recuerda que esa práctica «no tiene que ver con la homosexalidad necesariamente, sino que se puede realizar entre personas de distinto sexo».«Monoparental», es decir, la familia «que está formada sólo por el padre o la madre y los hijos» es otra de las novedades del Diccionario, como también lo es la forma compleja «abandono de familia».En el ámbito político, la RAE no ha cambiado de momento la definición de «franquismo», tal y como pedía la Asociación de la Memoria Histórica, pero Villanueva anuncia que la Academia «está revisando todos los -ismos referidos a movimientos ideológico-políticos o a regímenes políticos».En más de una ocasión los colectivos feministas han acusado de machista a la Academia por el tono de determinadas definiciones, y han pedido cambios en varias.Para Villanueva, «el problema no es si el Diccionario es machista. El problema es si lo es la sociedad. Si la Academia suprimiera los términos con connotaciones negativas, estaría ejerciendo una especie de censura».«La Academia no inventa el idioma ni las conductas. Su misión es recoger el idioma tal cual es», concluye el secretario.Cultureta, antiespañol, 'jet lag'...Las veintidós Academias de la Lengua Española no quieren quedarse «desfasadas» y entre las novedades que se incorporan hoy a la página web del Diccionario, han admitido voces como rojillo, abducir, antiespañol y «jet lag», y otras coloquiales como cultureta, muslamen y obrón.Estos ejemplos forman parte de las 2.996 enmiendas y adiciones al Diccionario que las instituciones encargadas de velar por la unidad del español han consensuado en los tres últimos años y que «demuestran la viveza del idioma», afirma en una entrevista con Efe el secretario de la Real Academia Española, Darío Villanueva.La amplia lista de novedades —a la que ha tenido acceso Efe— actualiza en la red la XXII edición del Diccionario, cuya versión electrónica recibe cada día «un millón de consultas», y constituye un adelanto de la XXIII, que se publicará en 2013.El elevado interés que suscita esa obra esencial de referencia entre los hispanohablantes obliga a las Academias a estar «en el tajo siempre, haciendo aportes continuos para seguir el ritmo de la sociedad y del idioma», señala Villanueva.Entre las palabras que entran ahora en el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) hay una que es una vieja reivindicación de los expertos en medio ambiente: «ambientalista», y que también se aplica a la persona «que se preocupa por la calidad y la protección del medio ambiente».El verbo «abducir», que series de televisión como «Expediente X» pusieron de moda, se abre hueco en el Diccionario. Uno puede quedar abducido por «una supuesta criatura extraterrestre» o, si es un excelente escritor, puede «abducir a los lectores con sus novelas».En tiempos como los actuales, de crisis económica generalizada, no podía faltar la palabra «anticrisis» en el DRAE, perfecta para las medidas que los gobernantes aprueban estos meses.Y, como anunció la Academia hace unos días, también se incluye el «libro electrónico», en su doble acepción: «Dispositivo electrónico que permite almacenar, reproducir y leer libros» y «libro en formato adecuado para leerse en ese dispositivo o en la pantalla de un ordenador».Los académicos han preferido la expresión «libro electrónico» en lugar de castellanizar el «e-book» (así figura en el Diccionario de María Moliner). Darío Villanueva se muestra «muy orgulloso» de la rapidez con que las Academias «han dado respuesta» a esta realidad digital.La voz «aberzale» ya figuraba en el Diccionario pero ahora se cambia esa grafía por la original en euskera: «abertzale» («Dicho de un movimiento político y social vasco, y de sus seguidores: nacionalista radical»).«Antiespañolismo» y «antiespañol», es decir, quien es «contrario a todo lo relacionado con España», son novedades aprobadas por las veintidós Academias de la Lengua, como también lo es «antibritánico».Las mujeres de medio mundo entienden de productos «anticelulíticos» y quien más y quien menos ha probado los tratamientos «antiestrés» .El «art déco» y el «art nouveau» tienen ya entrada en el Diccionario, eso sí, escritas en cursiva porque son locuciones francesas.Cuando el cineasta español José Luis Borau ingresó en la Academia prometió luchar por el término «buñueliano», y ahí está entre las novedades que hoy llegan a la página web de la RAE (www.rae.es). Por algo Luis Buñuel es uno de los grandes directores de todos los tiempos.Los académicos suelen estar muy atentos al lenguaje de la calle y le han dado el visto bueno a voces coloquiales como «cultureta» que, en plan despectivo, es esa «persona pretendidamente culta»; «curalotodo» (medicina o remedio para cualquier enfermedad), o «meloncete» (muchacho poco avispado).«Muslamen» (muslos de una persona, especialmente los de mujer), «obrón» (obra de gran envergadura) y «rojillo», ese individuo de «tendencias políticas más bien de izquierdas», son términos coloquiales incluidos en el Diccionario.También entran en el DRAE el consabido «chiste verde» (el «de contenido erótico», se aclara) y voces como «festivalero», «grafitero» o «teleconferencia».Quienes recorren miles de kilómetros en avión saben lo que es padecer «jet lag», locución inglesa admitida ahora como sucede con espray, aunque en este caso la voz inglesa se ha españolizado.El «tsunami», es decir, esa «ola gigantesca producida por un seísmo o una erupción volcánica en el fondo del mar», llega al Diccionario, al igual que numerosos términos o expresiones pertenecientes al ámbito económico: «bonus», «bróker», «acción de oro», «ahorro forzoso» o «base monetaria» son algunos de ellos.