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Rafael Courtoisie es galardonado en España

15/12/2014
Inés Martín Rodrigo, ABC

http://www.abc.es/cultura/libros/20141206/abci-rafael-courtoisie-poesia-201412011742.html

Fue el maestro Augusto Monterroso (1921-2003) quien escribió: «Hoy me siento bien, un Balzac; estoy terminando esta línea». Y en esas está el poeta uruguayo Rafael Courtoisie (Montevideo, 1958), ganador del último (el decimocuarto ya) Premio Casa de América de Poesía Americana por su obra «Parranda» (Visor). Una fiesta del lenguaje que reivindica la vida por encima de todo y da un paso más, situando a la poesía como primera necesidad del (a veces) insustancial transcurrir de los días. Esa hermosa reflexión que Courtoisie reflejó en las páginas de «Parranda» la traslada también a esta conversación, poética y vital.

- El jurado del galardón dijo que «Parranda» es una «mirada que une el erotismo y lo fúnebre con gran originalidad». Me gustaría que usted describiera su obra.

- «Parranda» es una apuesta a la fiesta poética. La poesía desde siempre fue amor, soledad, alegría, luz… Pero la poesía como fiesta, como jolgorio, apuesta a una zona del vivir, del paradigma de la vida en este siglo XXI, que es esa alegría de vivir. En Latinoamérica, parranda es una fiesta donde no falta el trago, la música, el baile, el contacto… Pero también la poesía te permite una fiesta de unión, de comunicación. La primera fiesta del ser humano fue el lenguaje, cuando empezamos a comunicarnos. La idea de una parranda es la idea de una poesía que le diga al oído al lector que la vida vale la pena, que en este momento aparente de crisis la poesía es una posibilidad de saborear el mundo a través del lenguaje. En este siglo XXI, la fiesta tiene que tener un modo de entender que no podemos sustentar una sociedad egoísta, sino consumir y compartir como se hace en una fiesta, respetando el entorno, la naturaleza, las posibilidades de desarrollo real humano. Comprometámonos con la poesía como forma de vida, con la realidad inmediata, del medio ambiente. La celebración es el paradigma a tener en cuenta. Veo posibilidades florecientes en todos lados, de fundar una relación humana sobre un modo de vivir poético, eso es la parranda.

- Muchas veces, la poesía es sólo consumida por los propios poetas. No sé si está de acuerdo… Si es así, ¿cómo se puede cambiar?

- La poesía en forma de libro probablemente llegue a mucha menos gente de la que llega la novela. Pero la poesía como género va más allá del formato libro, y eso es un compromiso que no sólo deben asumir los poetas. El gran desafío de los poetas de hoy es armar y desarrollar una comunicación poética abierta, producir una poesía profunda, pero que pueda ser entendida en la calle. Ese dilema se soluciona entendiendo que hay una poesía viva que llega a muchísima gente, no necesariamente a través de los libros. El compromiso tiene que ser de los poetas, pero también de los medios de comunicación. No quedarnos sólo con ese paradigma de que sólo la novela es lo que importa a nivel de producción industrial. Creo que las grandes editoriales tienen que entender que hay un enorme público para la poesía. El habitante está sediento de poesía, porque está sediento de ciertas profundidades que le da el lenguaje poético. La poesía implica una ética, un compromiso con la realidad. Pueden cambiar los formatos, pero el libro de poesía va a sobrevivir porque ya tiene características de objeto de arte; es un objeto de arte, íntimo, personal, y a la vez colectivo. Esa relación va a seguir viva durante mucho tiempo.

- Vivimos en un mundo cada vez más globalizado, pero también efímero e instantáneo. Y la poesía exige reflexión, que le dediques un tiempo.

- Sí, vivimos en un mundo acelerado, extremadamente acelerado. Nunca se escribió tanto como en este momento. No sólo novela y cuento, sino poesía. No todos los libros son profundos y necesitan una pausa. Hay muchísimos libros muy profundos y acertados, y hay libros superficiales. El desafío para los lectores es que es imprescindible que nos demos tiempo. Paremos un poco: ¿cómo podemos disfrutar este instante de vida, que es irrepetible? Yo no creo que haya llegado a una Europa en decadencia.

- ¿No tiene esa sensación?

- Yo tengo la sensación de transformación, de cambio de paradigma. Disfrutemos de los días con esa posibilidad de reposar un momento, apagar el celular, porque hay un momento de reposo y hay un momento de acción. El problema no está en los medios, el problema está en cómo los usamos.

- Quizá tenga esa sensación porque viene de Latinoamérica.

- Hay una decadencia de ciertos paradigmas, de valores. Pero en la propia palabra está, de algún modo, la salida. Si en vez de decir decadencia lo llamamos oportunidad, lo que estamos haciendo es ver lo que podemos ganar, no lo que hemos perdido. Hay elementos que están a favor de la poesía, que tienen que ver con un modo de vida poético. Tenemos que elegir qué consumimos.

- ¿Cómo valora el papel que José Mujica ha desempeñado en su país, la gestión de su Gobierno?

- La austeridad que ha mostrado en su actuación pública es verdadera. Él ha demostrado que se puede vivir austeramente. Esa parte del mensaje la hago mía, porque me parece que no es ni de izquierdas ni de derechas, sino del ser humano del siglo XXI. La posibilidad de vivir realmente con lo que queremos vivir, pero no enloquecerse y acelerarse. A esa filosofía de la austeridad en realidad habría que decirle filosofía de la vida, del goce del instante. El sacrificio y el silicio lo tiene el que tiene que pagar la cuota de un piso que compró durante la burbuja inmobiliaria. La austeridad en realidad es una fiesta. Es la posibilidad de vivir la única vida que tenemos priorizando aquellas cosas y aquellos símbolos que sí nos hacen felices. Yo tengo el recuerdo de una Europa en un enorme auge económico donde había muy pocas sonrisas. La renuncia, en realidad, está en una sociedad de un híper consumo insostenible.

- ¿Nos hacen falta más Mugicas en Europa?

- Bueno, sí, yo creo que sí. No quiero personalizar en él, pero yo creo que se puede vivir muy feliz sin tener cuentas en el extranjero, y defraudar al fisco. Realmente no creo que sean tan felices los que tomaron esa vida. Al mundo sí le hacen falta modelos de renuncia y de felicidad de lo esencial. Es un tema que no es ni de derechas ni de izquierdas. Estamos por el partido de la vida, de la celebración, de la parranda, de la alegría.

- Felices los felices, que decía Borges.

- Felices los felices… Borges es un ejemplo también. Él ha sido un adelantado en su momento: al quedar ciego, escribe un poema donde explica que, una vez que no puede ver, disfruta de esa condición para pensar, para desarrollar la memoria. Lo que nos queda de Borges es esa esencialidad. La sociedad contemporánea es una sociedad bulímica de consumo y, a veces, con una línea tocamos ese punto de vida que es esencial para nosotros. Ojalá los políticos aprendan un poco de algunos poetas, de esa esencialidad y esa posibilidad que da alegría, que es festiva.

- Ahora que le escucho, pero también cuando le leo, me doy cuenta de que habría que premiar más la poesía.

- Cada vez que se premia la poesía se está recordando al mundo que hay un modo muy antiguo, pero muy eficaz, de estar en el mundo, que es el disfrute, la contemplación, donde uno nombra al mundo para saborearlo. Estamos en el desafío entre una sociedad global bulímica, insostenible, o en el otro extremo anoréxica. Estamos en una polarización que no era pensable en el siglo XX. Hay una neobarbarie en este siglo XXI que polariza el mundo.

La fiesta de la creación

POR DIEGO DONCEL

Benedetti alabó la poesía de Rafael Courtoisie (Montevideo, 1958) diciendo que sus poemas eran capaces de establecer relaciones originales entre las cosas y los seres mediante un lenguaje rico y eficaz. Perteneciente a la generación poética que se hace visible en Uruguay poco antes de acabar la dictadura, la poesía de Courtoisie ha tenido en España una presencia editorial constante desde que fuera galardonada con el Premio Loeweallá por 1995.

En «Parranda» vuelve a dar forma a lo que para él es el gran reto de la poesía del siglo XXI: la búsqueda de una nueva significación de lo real más allá de la definición clásica y positivista. Escritura cuyo objetivo determinante es el principio de placer, entendido este como la alianza entre mundo, imaginación y lenguaje, recurre aquí al símbolo de la fiesta para declarar la dicha del vivir consciente, donde «hasta la muerte es una fiesta en otra dimensión del espacio y del tiempo». Aunque en la segunda parte, «Otra parranda», la cara de este Jano se vuelva más imprecativa, incluso sombría.

 

Un libro lúcido, bello y misterioso: las anotaciones de un hombre para el que irse de fiesta significa decir la realidad.