Quechua, idioma oficial en la Berlinale
Martha Escalona Zerpa, Analítica.comPor lo menos durante los 94 minutos de la película La Teta asustada (traducida al inglés como The Milk of Sorrow) escuchamos fascinados el idioma de los pueblos originarios de los Andes. Se trató del segundo largometraje de la joven directora peruana Claudia Llosa, en la primera película de competición de la mañana de hoy.El quechua lo escuchamos en el propio centro de Europa, en la capital alemana, de la voz suave, dulce y a la vez quebradiza de su protagonista, la novel y joven actriz peruana Magaly Solier en su rol de Fausta.Curiosamente, pocos días antes, la película de Lucía Puenzo “El pez niño” nos había traído a su coprotagonista que hablaba y cantaba guaraní, el idioma originario de los pueblos de Sudamérica (sur de Brasil, Argentina, el Chaco boliviano y en Paraguay. donde es lengua oficial).Es maravilloso poder presenciar desde la tribuna de cine internacional y desde una de las metrópolis más inspiradoras del mundo actual, que dos idiomas indígenas puedan adueñarse, aunque sea por breves momentos de la pantalla grande, y competir desde una tribuna exclusiva como ésta (la Berlinale) con las lenguas europeas, como el inglés, francés y español, que tanto daño y exterminio trajeron a toda América.En ese mismo sentido, da gusto constatar que la resistencia de los pueblos originarios de América Latina se evidencia con estas producciones fílmicas de dos jóvenes mujeres directoras suramericanas como lo son Claudia Llosa y Lucía Puenzo.La Teta asustadaEl titulo de la película La Teta asustada” que yo ayer califiqué como escabroso, es efectivamente escabroso. Esta mañana, su directora Claudia Llosa, rubia, enérgica, inteligente y carismática, explicaba a los periodistas en la rueda de prensa, que la teta asustada, es una especie de enfermedad psicosomática que mujeres peruanas adquirieron después de haber sido violadas durante los años de la guerra y de la guerrilla del Sendero Luminoso en Ayacucho, Perú hasta fines de los ochenta y que era transmitida a sus hijos(as) durante los meses de lactancia.Esta enfermedad (que no es propiamente tal), sino más bien un síndrome postraumático como bien diría Médica Mondiale y otras organizaciones que atienden a mujeres víctimas de violencia sexual, implica, además, la transmisión, por decirlo así, de un enorme miedo.Para Fausta cantar canciones en quechua era el recurso para ahuyentar este miedo o los miedos, vencer la inacción y la sumisión social y encontrar consuelo ante la muerte de Perpetua, su madre, que guardaba en su cuarto, ya fallecida, untada de aceites especiales y envuelta en sabanas. Faltaba el dinero para un ataúd y para llevarla de regreso a su tierra.La Teta asustada dejó una buena impresión durante la jornada de hoy, sin embargo, el transfondo histórico-político, en el cual estas violaciones sucedían como efectos colaterales del terrorismo, quedan desdibujados, así como la obvia diferencia de clases entre los que viven en los desérticos y pobrísimos suburbios de Lima como Fausta y los que viven en una gran casa protegida con un enorme portón automático, y en donde la sirvienta es una dócil indígena (Fausta) y la dama de la casa, una pianista frustrada, blanca y aburrida que no puede o sabe cantar y regala a Fausta una perla por canción cantada en quechua.Curiosamente, en la película “El niño pez”, también Guayi (la actriz Mariela "Emme" Vitale) también le toca cantarle al padre de su novia rica y blanca Lala (la actriz Inés Efrón). ¿Será que la música es una forma de absolución del aburrimiento existencial? Incluso periodistas le pidieron hoy durante la conferencia de prensa a la joven actriz Magaly que nos cantará a todos, en este día de invierno persistente. Lo hizo y todos ya nos sentimos efectivamente mejor y además, incluso hasta mejores ciudadanos.