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Paraty: El libro clásico y el
electrónico van a convivir

07/08/2010

O GloboEl segundo día de debates en el 8.o Festival Literario Internacional de Paraty, Rio de Janeiro, se inició con la discusión sobre el futuro del libro. El historiador y director de la biblioteca de Harvard, Robert Darnton, subió al escenario de la Carpa de los Autores a reflexionar con John Makinson, consejero delegado de Penguin Books, y el mediador Cristiane Costa, sobre los destinos de palabra escrita y conversar sobre el ambicioso proyecto de Google de digitalizar libros. Debatieron también el papel del editor en este nuevo mercado y las infinitas posibilidades de los medios de interacción en los libros electrónicos. El perfeccionamiento y la divulgación de estas tecnologías estaría llevando al mundo de los libros a una nueva era, la del surgimiento de la cuarta pantalla, que sigue a la televisión, la computadora y el teléfono móvil.Ante un público muy interesado, que interrumpió varias veces con entusiastas aplausos, Darnton sostuvo con firmeza que ve un gran futuro por delante para la literatura y que los libros digitales y convencionales pueden convivir pacíficamente.—La radio no mató a los periódicos, la televisión no mató a la radio. Es claro que el futuro es digital, pero el libro no murió y no lo tiene previsto. Este año se publicará un millón de libros en todo el mundo, sólo estamos pasando por una transición con la aparición de un nuevo modelo de mercado. Por su vinculación con las cuestiones de mercado, se le preguntó finalmente Makinson sobre las formas de que los editores extranjeros han estado tratando de evitar una crisis similar a la que afecta al ramo de la música, con la reducción de hasta un 70% en la venta de CD en los últimos años.—Hay una diferencia entre la música y los libros. Con la era digital, el consumidor vio que era posible comprar sólo una canción, pero nadie va a entrar a una librería a comprar sólo un capítulo de un libro. Uno puede tener 35.000 canciones en un iPod, pero no tiene sentido tener 35 000 libros en un lector electrónico, explicó el invitado, quien además de editor s propietario de una pequeña librería independiente en Inglaterra. A diferencia del caso de la música, la impresión ilegal no afecta las ventas de libros.Otro punto importante del debate sobre el proceso de digitalización de libros es Google Books, un proyecto del que Darnton es feroz crítico. —Admiro a Google y me parece excelente que ofrezca libre acceso a dos millones de libros de dominio público, pero su proyecto de tomar todos los libros de bibliotecas como la de Harvard, digitalizarlos y cobrar por el acceso, me parece inaceptable. Se trata de un acervo de investigación.Eso me preocupa, porque es privatizar el conocimiento para convertirlo en un monopolio comercial, dijo el historiador, arrancando aplausos de la platea.Tratándose de una mesa que se ocupa de cuestiones como la muerte del libro, autor, e incluso de periódico y hasta de las bibliotecas, la predicción de lo que todavía será escrito, publicado y leído ha sido bastante optimista. Para los dos oradores, los autores y editores tienen mucho que ganar con la transición del papel a los medios electrónicos, más la transición literaria del papel a los medios electrónicos y las posibilidades de integración con video, audio, realidad aumentada y el hipertexto. —Cuanto más disponible está un libro, más gana el autor. El editor, si compra los derechos de una obra adquiere los derechos para publicar en formato digital y físico. El papel del editor no morirá. Por el contrario, tiende a aumentar con la hora de integrar contenido. Nosotros, los editores, debemos desarrollar herramientas y capacidades para aprovechar este negocio. Tenemos la oportunidad de experimentar y enriquecer al lector, dijo Makinson.Para Darnton, los editores siguen teniendo un papel importante en la protección de los derechos de los autores. —Gracias a la tecnología, es fascinante darse cuenta de que los autores puedan tener un diálogo con los lectores directamente. Pero tenemos que proteger en el mundo digital los derechos de los autores, que merecen ser recompensados por sus obras intelectuales. Según ambos panelistas, todavía es preciso encontrar un modelo económico viable para el libro electrónico, que no tiene costos de impresión, almacenamiento y distribución. Métodos como la suscripción, similar al caso de la televisión por cable, son posibles, pero no suficientes, según Makinson. —Creo que hay un mercado para la suscripción, como en el caso de una persona que pague para descargar una colección completa de libros clásicos, pero no sé si este modelo se convertirá en regla puesto que la gente seguirá queriendo elegir los libros que compra de acuerdo con sus intereses específicos.