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Obtuvimos resultados sorprendentes al analizar el lenguaje usado en tuits de Nueva Zelanda durante el confinamiento

31/07/2022
Andreea S. Calude *

Las redes sociales tienen fama de ser espontáneas, apresuradas, propensas cometer errores tipográficos y frases poco gramaticales, en suma, un desastre lingüístico. Y en parte lo es. No obstante, el análisis de los mensajes de Twitter sobre el tema de la covid-19 sugiere que el lenguaje de las redes sociales es más que lo que parece a primera vista.

Aunque las pandemias no son nuevas, la covid-19 es la primera que se produce en la era de las redes sociales. Cualquier persona con un dispositivo y conexión a internet ha tenido acceso ilimitado a plataformas desde las que expresar sus opiniones y experiencias personales.

Cuando se introdujeron las medidas de distanciamiento social físico en 2020, en Twitter se produjo una avalancha de publicaciones relacionadas. Una de sus principales características era la predisposición a la persuasión: ¡Quédate en casa! ¡Acabad con el encierro ya! ¡Sed amables! ¡Ojalá todo el mundo dejara de acumular papel higiénico! ¡Jacinda tiene que cerrar las fronteras!

Todo el mundo tenía una opinión, ya fuera de apoyo o de crítica a la política del gobierno, incluso pidiendo medidas aún más fuertes. La gente estaba dispuesta no solo a compartir sus opiniones, sino también a convencer a los demás y estimularlos hacia diversas acciones.

Pero la relación entre la postura política de la gente y el lenguaje que utilizaban para expresarla no era siempre la que cabía esperar, como descubrimos en nuestra última investigación.

Instrucción y cortesía

El lenguaje de la persuasión presenta una interesante paradoja. Por un lado, queremos instruir a la gente e influir en ella. Por otro, nadie quiere que le digan lo que tiene que hacer, así que queremos mantener la armonía y no alejar a los demás.

Pero esa no es la única manera de instruir. Hay alternativas más amables y vagas. La fuerza de la directiva puede suavizarse mediante el uso de la cortesía (“Por favor, mantén la calma”), o de verbos “modales” (“Todo el mundo debería mantener la calma”), o mediante lo que se conoce como construcciones “irreales” (“Me gustaría que todo el mundo mantuviera la calma”). A veces se pueden combinar varias estrategias (“Por favor, que todo el mundo se quede tranquilo”).

En nuestro reciente estudio, analizamos manualmente mil tuits de 2020 que contenían el hashtag #Covid19NZ (o variaciones del mismo) para descubrir qué estrategias lingüísticas empleaba la gente para persuadir a otros. También incluimos su postura política: si apoyaban o no las medidas de cierre del gobierno.

Lo que descubrimos nos sorprendió: los usuarios opuestos a las restricciones de la covid-19 que tuitearon en contra de las medidas del gobierno tuvieron más cuidado en suavizar sus directivas, optando por un lenguaje más educado y vago; los que apoyaban las acciones del gobierno utilizaron imperativos más contundentes.

Puede parecer contraintuitivo que los individuos que se oponen a las medidas del gobierno sean tan indirectos. Sin embargo, en el momento de esos cierres iniciales, la mayoría parecía aceptar los sacrificios necesarios para proteger la salud de las personas vulnerables y la suya propia (ciertamente lo encontramos en los tuits analizados).

Esto puede explicar por qué los que iban en contra del gobierno y de la opinión popular percibida estaban siendo lingüísticamente cautelosos. No querían alienar a los demás pareciendo demasiado contundentes o acalorados, por lo que variaban la gramática de sus tuits. Ese lenguaje indirecto también podía servir para el sarcasmo y para mantener una negación plausible.

La gramática es más que “correcto”/ “incorrecto”

La gramática no se limita a las reglas que se derivan del mantenimiento de la coherencia dentro del lenguaje (por ejemplo, la concordancia sujeto-verbo: “A mí me gusta la gramática, a él le gusta la gramática”). La gramática también puede variar para permitir la sutileza de la expresión.

Todos los sistemas gramaticales nos ofrecen opciones y tienen flexibilidad incorporada. Los hablantes utilizan la variación para exponer sus múltiples opiniones, agendas y objetivos de comunicación de forma más matizada.

Curiosamente, incluso en una plataforma de medios sociales como Twitter, esa comunicación matizada y estratégica puede tener lugar, y de hecho la tiene. Puede que los usuarios no siempre planifiquen o editen sus mensajes a la perfección, pero no por ello dejan de tener conocimientos lingüísticos.

Actualmente estamos analizando los mensajes de Twitter de las últimas fases de la pandemia, concretamente sobre el tema de las vacunas, y el estado de ánimo ha cambiado sin duda en este tiempo. Ambos bandos parecen más agresivos en sus directivas, menos inclinados a utilizar un lenguaje indirecto.

A medida que el debate se vuelve más acalorado, lo que está en juego aumenta y hay más opiniones en la mezcla. Ya no se trata sólo de estar a favor o en contra de las medidas gubernamentales; el apoyo a una medida puede no significar siempre el apoyo a los medios utilizados para conseguirla. En consecuencia, las estrategias lingüísticas también están cambiando.

Por ejemplo, un activista antivacunas escribe en su tuit “Salvemos a las madres y a los bebés”. El contundente imperativo es más sutil de lo que parece a primera vista, pues implica que vacunar a los niños (y a sus madres) los pone en peligro, sin indicar cuál es el riesgo, pero insinuando que podría ser incluso mortal.

Como siempre, el lenguaje es un vehículo que nos divide y nos une.

* La autora es PHD en Lingüística por la Universidad de Auckland y profesora titular de Lingüística en la Universidad de Waikato. Este artículo ha sido coescrito por Jessie Burnette, maestranda en Inglés y Lingüística de la Universidad de Waikato.