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Menorca: la huella del inglés sobre el catalán en el siglo XVIII

07/06/2023
Xavier Rull

Menorca es el destino turístico español más valorado en las redes sociales

El catalán, igual que el castellano, tiene anglicismos relacionados con las nuevas tecnologías, la economía, etcétera (muchos, sin embargo, entraron más por moda que por necesidad): on-line, software, web, mail, off-shore, coach, showroom... Pero poca gente sabe que el catalán recibió una cantidad considerable de anglicismos en el siglo XVIII en Menorca. A raíz de la Guerra de Sucesión española (1701-1714), la corona británica se quedó dos territorios hispánicos: Gibraltar y Menorca. En el primero aún ondea la enseña británica. En cuanto a Menorca, perteneció al imperio británico prácticamente durante todo el siglo XVIII, hasta que pasó a soberanía española (con un brevísimo paréntesis de dominio francés sobre la isla). Para más datos, véase el artículo de Marc Pons: Gibraltar, Menorca y Catalunya: la trinidad británica del Mediterráneo.

La impronta británica sobre Menorca

El catalán, igual que el castellano, tiene anglicismos relacionados con las nuevas tecnologías, la economía, etcétera (muchos, sin embargo, entraron más por moda que por necesidad): on-line, software, web, mail, off-shore, coach, showroom... Pero poca gente sabe que el catalán recibió una cantidad considerable de anglicismos en el siglo XVIII en Menorca. A raíz de la Guerra de Sucesión española (1701-1714), la corona británica se quedó dos territorios hispánicos: Gibraltar y Menorca. En el primero aún ondea la enseña británica. En cuanto a Menorca, perteneció al imperio británico prácticamente durante todo el siglo XVIII, hasta que pasó a soberanía española (con un brevísimo paréntesis de dominio francés sobre la isla). Para más datos, véase el artículo de Marc Pons: Gibraltar, Menorca y Catalunya: la trinidad británica del Mediterráneo.

La impronta británica sobre Menorca fue considerable. Por ejemplo, a nivel institucional o infraestructural. Así, el gobernador de la isla entre 1712 y 1736, el irlandés Richard Kane, mandó construir un nuevo camino de punta a punta (de Ciutadella a Maó); es el denominado camí d'en Kane, todavía existente hoy en día. De esa época también data el cambio de capitalidad: pasó de Ciutadella a Maó (si bien Ciutadella ha conservado, hasta la actualidad, la sede episcopal). Según se cuenta, las nuevas autoridades consideraban que el clero católico y conservador sería refractario al dominio británico y haría campaña a favor de la corona española.

Y también hay una huella lingüística importante. Así, para nombrar una concha, la gente menorquina dice xel, calco del inglés shell (término que significa 'concha', aunque también tiene otros significados). Asimismo, al darse la mano como saludo, tradicionalmente han dicho fer xaquens, del inglés shake hands, literalmente ‘sacudir las manos’. En cuanto a la sardina, le llaman pinxa, a partir del inglés pilchard, que significa eso mismo (aunque en inglés también existe el vocablo sardine).

El Diccionari català-valencià-balear incluso recoge en Menorca la frase hecha "estar com a pinxes" o "anar estrets com a pinxes", 'estar muy estrechos' (en otras hablas catalanas se dice "anar estrets com sardines"). El jugo que de desprende de la carne mientras se cuece se denomina grevi, procedente de gravy. Al zapatero le llaman xumèquer, o sea, shoemaker. A su vez, cuando alguien recibe un golpe en el ojo y aparece un moratón (el ojo morado), en Cataluña se dice tenir l'ull de vellut; pero en Menorca se dice tenir s'ull blec, con la palabra inglesa black 'negro'. En menorquín también circuló la palabra jan ‘soldado o marinero inglés’. Y el más conocido de todos: en Menorca, la ginebra (bebida alcohólica) se llama gin. (Hay quien considera que bòtil 'botella' es otro anglicismo menorquín, a partir de bottle; pero Mallorca no perteneció al imperio británico y allá también se dice bòtil, por lo que seguramente este vocablo no se debe a la influencia inglesa.). Si alguna vez vistáis Menorca, aprovechad para delectaros con el catalán hablado en la isla... ¡y con un trago de gin a la salud de los bons jans ingleses del siglo XVIII!