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Lola Pons: «No es lo mismo bullying que acoso»

29/06/2021
Ana Abelenda

Lola Pons, autora de “El árbol de la lengua”

La fuerza del destino de Mecano (y su «y tú contestastes que no») mueve una de las ramas de El árbol de la lengua, de Lola Pons, historiadora de la lengua y socia de honor de la Unión de Correctores del Español. Es incorrecto pero no azaroso ese contestastes, como tienen su sentido almóndiga y mondarinaTrasporte no es, en cambio, una falta de ortografía, asegura Pons, que revela también qué es un interrobang, por qué Ambrosio nos suena a mayordomo, la historia machista que arrastra la palabra institutriz o que no es en rigor lo mismo acoso que bullying. ¿Qué hacemos para el árbol de nuestra lengua no pierda ramas y dé flor? «Tener mayor cultura lingüística, asumir que la lengua es algo más que la Lengua como asignatura y que cada vez que hablamos, por escrito u oralmente, nos retratamos, hacemos un perfil de nosotros mismos», asegura la catedrática de Lengua Española.

­-¿«Trasporte», entonces, no es una falta de ortografía? Pues eso creía yo...

-Como explico en El árbol de la lengua, esa forma de escribir transporte está admitida, y lo está desde 1817. La unión de las consonantes n y s en el grupo ns tiende a simplificarse en lo hablado, pero muchas palabras que empiezan con trans son propias de lenguajes técnicos y han hecho mantenerse el grupo.

­-¿Qué voces echa de menos en el DRAE y qué palabra o acepción jubilaría ya?

-No todo puede estar en  el diccionario, pero echo de menos el andalucismo recacha (que significa ‘lugar soleado y al abrigo del viento'), que Lorca empleó alguna vez. Y más que jubilar, despediría sin finiquito el uso político de hoja de ruta. Es un hartazgo. Parece que con el cargo dan la bula para usar hoja de ruta poner en valor.

-El tamaño en la lengua importa, advierte. Explíquenos.

-El tamaño en la lengua importa, en general lo vemos muy bien en la lengua de la clase política, que piensa que la problemática es mayor que el problema, que la temática es superior al tema y que implementar es mejor que hacer... un aburrimiento.

-¿Quiénes son los «siguientistas», hablan o no correctamente? 

-Son los que dicen «bueno no, lo siguiente». No es incorrecto, aunque a mí no me gusta usar esa estructura.

-Revela la historia machista de «institutriz». ¿Es machista el español?

-Es que una lengua no existe fuera de nosotros, existe en nosotros; somos los hablantes, con el uso, los que hacemos de nuestro discurso, construido lingüísticamente, algo machista, o racista, o supremacista. No hay lengua fuera de los hablantes.

-El director de la RAE señaló que el afán inclusivo puede llegar a afear el lenguaje. Hay una guerra no solo dialéctica en esto. ¿Es partidaria del lenguaje inclusivo?

-Me siento incluida cuando alguien dice andaluces; no practico los desdobles del tipo andaluces y andaluzas que están presentes en el lenguaje político y en el lenguaje administrativo; si, más allá de tales entornos, los hablantes usan dobletes, estos prosperarán. A saber qué pasará...

-¿Qué es un purista?

-Quien piensa que la forma de lengua que ha conocido por la época y el lugar que le ha tocado vivir es el único estado de lengua válido, inmóvil al cambio, cerrado a asumir que nuestros predecesores y sucesores variarán la forma de hablar. La lengua que no cambia es la lengua que está muerta.

«Cada generación tiene sus palabras sepultadas por la generación siguiente»

-No tiene la misma edad el que dice «bárbaro» que el que dice «guay» ni el que dice «chachi» que el que dice «hasta nunqui». ¿En nuestra forma de hablar se ve nuestra edad mental? 

-Sí, imagino... Yo usé alguna de mis palabras de juventud ante mis alumnos universitarios y obtuve las miradas de conmiseración propias de la juventud, que es altiva por naturaleza. Pero cada generación tiene sus palabras sepultadas por la generación siguiente.

-¿En qué se nos ven más el prejuicio y la resistencia al cambio? 

-Creo que en la ortografía. Las reformas ortográficas se asientan con el paso del tiempo, cuando las nuevas generaciones aprenden a escribir. La primera generación a la que se le dice que ha de dejar de tildar el solo adverbial reacciona a la contra, nuestros antepasados hispanohablantes se desembarazaron de la ç o de combinaciones del tipo ph y la educación escolar fue consolidando tales cambios. Nuestra ortografía actual es muy coherente, cada vez más.

¿No es lo mismo «bullying» que «acoso?

-No es lo mismo decir bullying que decir acoso, claro que no, porque la palabra inglesa tiene en su lengua unos matices que en español no incorporamos. Decimos acoso y estamos evocando a todo (la violencia, el trato hostil, el atosigar...) que la palabra ha heredado después de siglos. Abrazamos el anglicismo bullying y esterilizamos el sentido animal de la palabra propia. ¿Pueden los hablantes hacerlo? Sí, la lengua de ellos. Pero han de ser conscientes de lo que hacen los palabras, porque un minijob es muy duro y lastrante y eso se ve bien si decimos trabajo precario. Los anglicismos esconden las connotaciones bajo la alfombra y tapan una parte de nuestra realidad.

-¿En qué se nota más lo pedantes o viejóvenes que somos?

-Habla bien quien se maneja con riqueza de vocabulario, con estructuras sintácticas sólidas y con un discurso coherente... adaptando todo esto al registro, claro. Pedantes o viejóvenes son quienes usan léxico elaborado en contextos inoportunos. No variar de registro es una restricción. Y tener muchos registros es dominar la lengua.

-Hay que desterrar la idea de que a un país le corresponde solo una lengua...

-Hay pocos países del mundo monolingües, históricamente es muy difícil que un país no tenga hablantes de varias lenguas. Actualmente, pese a la globalización, los movimientos de contingentes de población hacen más frecuente aún el multilingüismo; en lo personal, tendemos a ser cada vez más plurilingües porque hemos prestigiado el aprendizaje de algunas lenguas.

-¿Qué palabra utilizamos peor o qué error cometemos más en español? 

-Creo que hay mucha desidia en la escritura de textos expositivos, pensamos que redactar es pasar al plano gráfico los pensamientos tal como vienen a la cabeza, sin estructurar, sin desarrollar, sin tomarnos el tiempo de tejer la unión entre ideas y palabras. A  menudo tenemos los ingredientes pero renunciamos a cocinarlos, y eso transmite una imagen poco afortunada de quiénes somos como hablantes. No se degrada la lengua sino la cultura que se expresa con ellas. 

-¿Qué dicen los colores sobre nuestros prejuicios? 

-Que tenemos muy escasa cultura lingüística. Que no conocemos que, por ejemplo, la palabra rojo apenas se usaba en la Edad media (se prefería bermejo) o que colorado es una palabra prestada desde el español a la toponimia estadounidense (el Cañón del Colorado), que perdimos mucho léxico de color latino (nuestros antepasados romanos tenían formas lingüísticas para un color y su respectiva variante brillante, no mate), que en la Edad Media llamaban pardo a lo que hoy llamaríamos gris, y gris se empleaba sobre todo para el color de la piel de ardilla llamada grisa... En fin, puedo usar los colores como cualquier otro ámbito lingüístico. Prejuicios como que las lenguas cambian ahora más que antes y que perder voces es algo fatídico se combaten bien desde la historia de la lengua. Dirijo desde hace una década proyectos de investigación sobre el castellano del siglo XV y en mi equipo estamos avezados a observar la aparición y desaparición de vocabulario. El léxico es lo más permeable al cambio en un idioma, tal vez lo más visible entre los hablantes, pero son mucho más sólidas y constantes las estructuras.

-Ponga un subjuntivo en su lápida, insta en uno de los artículos de «El árbol de la lengua». Nada es eterno, salvo los subjuntivos, ¿no? 

-El futuro de subjuntivo se nos ha muerto, empezó a agonizar a fines del XV y ha exhalado su último suspiro. Pero cito con sorna a alguien que me dijo un día con mucha suficiencia «no creo que el subjuntivo se use mucho»... empleándolo precisamente en ese presente de subjuntivo. Es un modo verbal heredado del latín al que le damos un precioso uso frente al Indicativo: no es lo mismo ama a quien quieras que ama a quien quieres.

-¿Vivimos o viviremos una extinción de especies lingüísticas? 

-Dependerá de los hablantes. Cuando una lengua se pierde, se va con ella toda una construcción del mundo.

-Apunta una inflación terminológica en los colegios de España que no ayuda a que los niños aprendan a expresarse. ¿Qué falla al enseñarles lengua? 

-Que en Primaria insistamos en enseñar a los niños a leer bien, comprensivamente, a expresarse con solvencia y sin miedos en público, a expresarse por escrito con dominio y soltura. Saber qué es un adjetivo especificativo en Primaria y no saber argumentar carece de sentido. Un crío que sabe expresarse bien es un crío armado, equipado de la primera herramienta y la más básica. Y de eso se benefician no solo todas las materias sino toda la sociedad. El zigzagueo de los planes de estudio en España nos ha despistado del verdadero objetivo de la asignatura de Lengua, que, afortunadamente, muchos profesores entusiastas recuperan y construyen cuando la puerta del aula se cierra y toca enseñar.