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Lola Pons: «Alfonso X saca al castellano de sus costuras y empieza a construir el español»

22/11/2021
Félix Machuca

Lola Pons junto a una estatuta del rey Alfonso X en la Universidad de Sevilla / Raúl Doblado

―Supongamos un imposible: mañana, paseando por el Alcázar, nos encontramos al rey sabio. ¿Entendería nuestro castellano?

Seguramente no: entre nosotros y él, los Siglos de Oro le cambiaron la cara al español.

―¿Se entendería mejor con un romano de Hispalis?

Sí, entendería mejor a un romano porque Alfonso X oía el latín cotidianamente y lo usaba para todo lo prestigioso: la misa, la diplomacia...

―En el Alcázar se podía oír hablar muchas lenguas. Hoy es difícil que un alto cargo político domine el inglés.

Alfonso X fue parte de un linaje muy europeo. Su corte no es de nobles sino de sabios y ahí entran traductores judíos y árabes, genoveses, franceses... un entorno que es multilingüe y en el que el rey se desenvuelve bien.

Sí, su altura intelectual fue superior a la común en la política de hoy.

―Si pudiéramos oírle diciendo que mantiene con usted cierta cuñadía ¿a qué se referiría?

... a lo que es hoy la afinidad. Prefiere ese término tan castizo al latinismo afinidad, que sería más difícil de comprender.

―¿Y amuchiguar?

Una delicia de palabra: es la versión vernácula de multiplicar.

―¿Cómo logra Alfonso X consolidar el castellano?

Con audacia. El rey se da cuenta de que es una estrechura usar los romances como lenguas menores respecto al latín. Alfonso X saca al castellano de sus costuras: lo lleva a textos nuevos y eso fortalece la sintaxis y amplía el vocabulario con terminología técnica y científica. Con Alfonso X el castellano empieza a hacerse español.

―Digamos que sus investigadores y científicos son capaces de cultivar la rusticidad del romance con la incorporación de disciplinas científicas como la Astronomía, las Matemáticas, la Historia, el Derecho. En definitiva, lleva el romance a la “universidad”. ¿Me equivoco?

Sí, prestigió notablemente la lengua romance. Y autorizó la fundación de un Estudio General en Sevilla. Se volcó con nosotros, le debemos una buena efeméride.

―¿Tan refractarias eran entonces como ahora las lenguas ibéricas?

No había una conciencia clara de las diferencias lingüísticas entre las lenguas salidas del latín. Alfonso X estaba casado con una aragonesa, escribió en gallego a la Virgen y muchas de sus obras, salidas de su equipo, tienen huellas leonesas o aragonesas que él no cercena. La lengua no era una frontera en la Edad Media peninsular. A ver si aprendemos.

―¿Qué fin político perseguía el Rey sabio con su política lingüística?

Continúa la tendencia de su padre, Fernando III, nuestro san Fernando, que promovió el castellano en su cancillería. El padre incorpora terrenos tomados a los árabes y al hijo le toca administrarlos; el castellano resultaba muy funcional como lengua común comprensible para vertebrar el reino.

―Se dice que es el rey más sevillano que tuvimos. Pero el patrón de la ciudad es San Fernando, no Alfonso…

En nuestro proyecto Historia15 lo tenemos como patrón oficioso; hemos desarrollado rutas por la Sevilla alfonsí, un monográfico de revista científica y una exposición sobre él. Es nuestro no&do: no lo hemos dejado.

―Pero en el Capitolio de los EE.UU hay un medallón del Rey Sabio y no de Fernando III. ¿Lo entendieron los americanos mejor que nosotros?

Las Siete partidas se usaron hasta el siglo XIX en La Luisiana, y hasta se tradujeron al inglés. Está bien que en Estados Unidos lo recuerden.

―He pensado que quizás, en la Nasa, hay términos alfonsíes que incorporó la ciencia astronómica. Por ejemplo, Aldebarán.

Pocos nombres hay más bonitos que el de la estrella Aldebarán, la que sigue a las Pléyades. La paradoja es que con Alfonso X se empieza a crear vocabulario científico en español, alguno efectivamente exportado, y hoy se fomenta que los científicos españoles escribamos la ciencia en inglés. Es absurdo, supone el retroceso de un proceso que iniciamos con el rey sabio.

―Hay algún lugar en Andalucía donde su estatua se ha retirado...

Escamotear la figura de Alfonso X es quitar relevancia a los traductores, a la ciencia, a la cultura. Para mí es un honor saludar cada mañana la estatua suya que tenemos en la sede de la Universidad de Sevilla.

―Hablando de cuentos: ¿fue la torre de Don Fadrique el primer lugar europeo donde se escucharon los cuentos árabes de Sendebar?

Don Fadrique, hermano de Alfonso X, mandó traducir del árabe al castellano esa colección de cuentos persas que es el Sendebar. La torre es mi lugar alfonsí favorito, es parte del convento de Santa Clara, una serena joya de Sevilla. Y ahí sonaron esas ficciones cuya lengua hoy estudiamos.

De la familia

En casa de Lola se refieren al rey sabio como Alfonso, por la presencia que tiene en el seno familiar, uno más de la casa. Lola Pons es un cañón de conocimientos lingüísticos y literarios que logra explicar con una pedagogía envidiable. Está en posesión de esa luz que ilumina y ensancha los caminos del conocimiento. Es catedrática de la US y ha sido profesora invitada en Tubinga y Oxford. Ha escrito dos libros divulgativos, cinco científicos y más de medio centenar de artículos. Es senderista, ama la Sierra Norte y el Aljarafe. Y le gusta la Sevilla de San Lorenzo y Los Remedios. Divulga su conocimiento en Canal Sur Radio con Domi del Postigo y con una columna en El País. En Las Setas habría ubicado el museo arqueológico. El miarmismo local le cansa.