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Laureadas con Alfaguara 2005 no creen en autores iluminados

21/08/2005

La Paz, 21 ago (EFE).- Las narradoras argentinas Graciela Montes y Ema Wolf, ganadoras del Premio Alfaguara 2005, son "dos artesanas" de la literatura que no creyeron en la romántica idea del novelista iluminado cuando escribieron "El turno del escriba".Así lo señaló anoche Graciela Montes durante la presentación de la obra premiada en la X Feria Internacional del Libro de La Paz, en la primera visita a Bolivia de su vida sin la compañía de su compatriota Wolf, quien promociona la novela en otras naciones.El libro premiado este año por Alfaguara narra la vida del amanuense Rustichello de Pisa durante su prisión en Génova y su esfuerzo por transformarse de copista en escritor cuando en 1298 casualmente llega a la misma celda el viajero veneciano Marco Polo."Siempre nos hemos sentido trabajadoras, personas de un oficio, artesanas de nuestro trabajo y eso es algo que quisimos marcar mucho no sólo en la figura de Rustichello, sino en todo el ambiente que va rodeando la novela en la ciudad de Génova", dijo Montes."Si hubiésemos sido escritoras todavía con el fantasma romántico del escritor iluminado al que no hay que perturbar porque tiene en su cabeza una idea luminosa y la palabra absoluta, que nunca será cuestionada, no habríamos podido escribir esta novela", subrayó.Los cinco años de trabajo que les demandó escribir la obra dan fe de esa afirmación, además del hecho de que ambas escritoras tuvieron que escarbar laboriosamente en el mundo de la Edad Media porque les era casi desconocido."Esto también es una toma de postura literaria, porque el escritor no escribe desde lo mucho que sabe, sino desde lo que no sabe, desde la ausencia y el vacío. Se escribe para llenar el vacío", manifestó Montes ante su auditorio en la feria del libro.Comentó que lo más apasionante de hacer la novela fue centrarse en el hecho de que Rustichello de Pisa no era un escritor avezado, sino un copista de manuscritos y traductor de novelas de caballería por encargo, algo como "un sirviente de Palacio".Sin embargo, la llegada de "un explorador portentoso como Marco Polo" a la misma celda le da la única oportunidad de su vida de convertirse en un escritor contando la historia de los viajes de su compañero.Por esto, según Montes, "El turno del escriba" es una novela con "miradas especulares, de muchos espejos", porque relata la escritura de Rustichello, mientras las autoras, a cuatro manos, van haciendo su propia obra.Agregó que la ambientación de la novela en la Génova de la Edad Media, donde emerge el capitalismo, llena de artesanos y "signada por el trabajo", es un telón de fondo que también deja en claro la idea que tienen ambas escritoras sobre la literatura."Es un trabajo, es un oficio que se hace y deshace, se construye y se reconstruye constantemente. El autor que siente que ya escribió su gran obra, difícilmente será un gran escritor", sentenció.