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Las novedades del aprendizaje de inglés en el siglo XXI

12/10/2021
María Concepción Pomar Roselló *

Basta de memorizar reglas gramaticales

En los tiempos de la EGB , BUP y COU, en España se empezaba a estudiar un idioma extranjero cuando se entraba en sexto de Enseñanza General Básica, por tanto, a los once o doce años, bien pasado el límite del período crítico de adquisición de la lengua.

Recordando mi propia experiencia, el aprendizaje a esa edad, empezando desde cero en el idioma inglés, me parecía un misterio: palabras que se escribían diferentes a cómo sonaban, estructuras sintácticas y gramaticales distintas, y todo un mundo de vocabulario por descubrir. La metodología se basaba en los libros de texto y en ejercicios, y a menudo la asignatura no estaba impartida por personal especializado en el idioma.

Era, por tanto, una asignatura más, al igual que matemáticas o física, impartidas a través de la misma metodología que estas (centrada en el profesorado). Eran además de alta dificultad para muchos alumnos que se encontraban perdidos ante semejante reto, en una época en la que todavía lo más importante en docencia eran las notas finales en el expediente académico.

Cambios para mejor

Décadas más tarde, la enseñanza de idiomas ha tomado muchos giros para mejor. Ahora se tiene en cuenta en los currículos que el aprendizaje de un idioma extranjero debe empezar lo antes posible. Figura como objetivo prevalente en el artículo 4.f. de la orden que establece el currículo y que regula la ordenación de la educación infantil: “desarrollar habilidades comunicativas en diferentes lenguajes y formas de expresión”.

También en el Artículo 5.6 de dicha norma, en lo referido a la regulación de las áreas, se establece que “en el segundo ciclo (de educación infantil) se iniciará una aproximación al uso oral de una lengua extranjera en actividades comunicativas relacionadas con las rutinas y situaciones habituales del aula”.

Educación enfocada al beneficio

Para los ciudadanos del siglo XXI, en el que las nuevas tecnologías y la movilidad ocupan un papel protagonista, la Unesco recomienda practicar al menos tres lenguas desde la infancia temprana: la lengua o lenguas maternas, una lengua regional o nacional y una lengua internacional.

En consecuencia, los actuales docentes de idiomas, especializados en las áreas de educación de todas las edades, nos encontramos ante el reto de ofrecer una educación enfocada al mayor beneficio cognitivo, social y académico de nuestros educandos.

Ya no se aplica (o no debería aplicarse) la metodología antigua basada en la traducción, la gramática explicada como fundamento teórico y la memorización de largas listas de vocabulario para aprobar una asignatura, como se hacía antaño. Se busca una metodología comunicativa, práctica, basada no sólo en la lectura y la escucha, sino también en la participación activa del alumnado. Se persigue el desarrollo de su autonomía personal y social, con la producción de textos y la intervención oral en lengua extranjera a través de comentarios y debates durante las clases.

Comunicación entre iguales

Hablamos, por tanto, de una metodología nueva basada en proyectos, que fomente el aprendizaje cooperativo, y que se centre en el alumnado. En ella, el profesor ejerce como guía y facilitador que fomenta una comunicación a nivel horizontal, entre pares, y no como la figura omnisciente que decidía el aprobado o el suspenso.

Ante este nuevo panorama, surge la metodología CLIL (en español, AICLE, o Aprendizaje Integrado de Contenidos y Lenguas Extranjeras) como una solución eficiente. Este término fue acuñado y desarrollado por David Marsh en 1994 y ampliamente desarrollado a posteriori, junto a Do Coyle y Philip Hood, en su obra de 2010 CLIL: Content and Language Integrated Learning.

La idea principal de esta metodología es enseñar la lengua extranjera a través del estudio y desarrollo de un contenido proveniente de fuentes originales, pero adaptado al nivel y las necesidades de los estudiantes.

De esta manera, se sale de la tendencia antigua de la memorización para pasar un temido examen, y se busca una aproximación al aprendizaje de idiomas que sea motivadora y natural. Una aproximación que sea lo más parecida posible a la adquisición temprana del bilingüismo en contextos de inmersión, y que empieza desde educación infantil hasta la finalización obligatoria de los estudios.

Un medio de comunicación práctico

Lo que se busca a través de la metodología AICLE es tomar conciencia de que la lengua extranjera supone un medio de comunicación real y práctico y que, además, va a ser necesario para el futuro panorama laboral de muchos alumnos.

Empieza en infantil con juegos, representaciones y canciones, y se incrementa el nivel de demanda de forma progresiva a medida que el alumno avanza en su aprendizaje a la par que va pasando cursos. AICLE es un proyecto a largo plazo con el objetivo de que el alumnado haya tenido suficientes oportunidades de adquisición, escucha activa, práctica y comunicación colaborativa al finalizar la escolarización. Esto les hace lo suficientemente experimentados como para desenvolverse en situaciones comunicativas en el idioma extranjero con soltura y naturalidad.

Motivación y reto alcanzable

Cada vez se le da mayor importancia a los beneficios que supone el aprendizaje efectivo de una lengua extranjera como medio comunicativo. Especialmente los actuales programas de trilingüismo. También se integran en nuestro arsenal de herramientas metodologías cada vez más afinadas y apoyadas en los estudios más recientes, que posibilitarán que ese objetivo sea más fácil de cumplir.

En consecuencia, se espera que nuestros alumnos lleguen a motivarse por el aprendizaje de las lenguas extranjeras, que no lo vean como un reto inalcanzable o como un castigo, sino más bien como lo contrario: la oportunidad de adquirir destrezas que, en el futuro, solamente pueden beneficiarles.

* María Concepción Pomar Rosselló. Profesora especializada en lengua inglesa, Universidad Internacional de Valencia