twitter account

Las lenguas de la política: cómo afecta el multilingüismo la elaboración de políticas en la Unión Europea

30/03/2022
Nils Ringe

El Consejo de la Unión Europea

El multilingüismo es parte inherente al proceso de integración europea, ya que la UE reconoce actualmente veinticuatro lenguas oficiales. Pero, ¿cómo afecta el uso de varias lenguas la elaboración de políticas? Basándose en un nuevo estudio, Nils Ringe demuestra que el multilingüismo tiene un importante efecto despolitizador en el proceso político de la UE que reduce el potencial de conflicto entre los actores.

El multilingüismo es una característica siempre presente en numerosos contextos políticos de todo el mundo, tanto en Estados multilingües como la India, Canadá y Bélgica como en organizaciones internacionales como las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional y la Unión Africana.

También es una realidad cada vez más importante en un mundo globalizado que las decisiones políticas importantes se negocien entre políticos que no comparten una lengua. Sin embargo, los politólogos saben sorprendentemente poco sobre cómo afecta el multilingüismo la política y la elaboración de políticas, a pesar de que la lengua constituye la base de toda interacción, colaboración, contestación, deliberación, persuasión, negociación y transacción entre los actores políticos.

En un nuevo libro, utilizo el caso de la Unión Europea para investigar cómo el uso por parte de los políticos de lenguas extranjeras compartidas y su dependencia de la interpretación simultánea de los procedimientos orales y la traducción de textos escritos afecta la dinámica política y los procesos de toma de decisiones. Las entrevistas en profundidad realizadas a casi cien políticos y proveedores de servicios lingüísticos de las principales instituciones de la UE, junto con los datos cuantitativos y lingüísticos, muestran que el multilingüismo es una característica inherente y omnipresente de la política de la UE que influye en las interacciones, deliberaciones y negociaciones políticas. Conforma la propia naturaleza y el sabor de la política y la elaboración de políticas de la UE de forma tan sutil como profunda.

Lo más importante es que el multilingüismo despolitiza la formulación de políticas, es decir, reduce su naturaleza política y su potencial de conflicto. Esto es notable, en parte, porque cabría esperar que el multilingüismo hiciera más conflictiva la política de la UE. Al fin y al cabo, la lengua es muy emotiva y la heterogeneidad lingüística suele considerarse un factor de división política y conflicto social. Además, las barreras lingüísticas pueden provocar malentendidos, confusión y tensiones entre los actores políticos. Sin embargo, tanto el uso de lenguas extranjeras como el recurso a la traducción tienden a simplificar, estandarizar y neutralizar y, por tanto, a despolitizar― la(s) "lengua(s) política(s)" de la UE.

La comunicación en lenguas extranjeras tiende a ser simple, utilitaria y estandarizada, por tres razones. En primer lugar, los actores de la UE no pueden expresarse con la misma facilidad y competencia que en sus lenguas maternas. Su vocabulario, su gramática y su sintaxis son más sencillos; su capacidad para utilizar un lenguaje idiomático y retórico es limitada; y se basan en palabras, frases y otras construcciones lingüísticas de uso común.

En segundo lugar, los actores de la UE saben que tienen que hacerse entender por quienes tienen un menor dominio del idioma; por tanto, el lenguaje se mantiene comparativamente sencillo, incluso para los actores de la UE dotados lingüísticamente. En tercer lugar, los actores de la UE prevén la necesidad de traducir a otras lenguas, lo que facilitan recurriendo a un lenguaje sencillo y a frases comúnmente aceptadas. "Hablan para interpretar" y "escriben para traducir".

En general, la necesidad de una comunicación eficaz entre hablantes no nativos pasa a ser fundamental y eleva el aspecto práctico y comunicativo de la lengua por encima del político o ideológico. En consecuencia, la lengua no se utiliza como herramienta para promover objetivos políticos de la misma manera que en contextos monolingües.

Estos efectos se ven acentuados por el predominio del "inglés de la UE" como principal lengua compartida, que es más neutro, utilitario, estandarizado, "desculpabilizado" y desideologizado que el inglés "estándar". De ahí que lo que dicen o escriben los actores de la UE sea menos indicativo de sus orígenes, preferencias y prioridades nacionales y políticas. También tienden a descartar el lenguaje cargado de ideología ―términos como "austeridad" o "inmigrante ilegal"― porque puede que los hablantes no nativos no lo utilicen con propósito. El lenguaje politizado, ideológico o partidista queda así neutralizado.

Los servicios lingüísticos de la UE también simplifican, estandarizan y neutralizan el lenguaje. Los traductores de textos escritos se basan en gran medida en los documentos existentes, las bases de datos terminológicas compartidas y las frases comúnmente aceptadas y ampliamente utilizadas, en lugar de ser "creativos" en sus traducciones. Esto es por una buena razón: todas las versiones lingüísticas de la legislación de la UE son igualmente auténticas, o igualmente "válidas desde el punto de vista jurídico", lo que requiere que la legislación de la UE se redacte y traduzca de manera que se interprete y aplique de forma coherente en todos los Estados miembros.

La forma más segura de garantizar esta equivalencia es que los traductores se basen en la terminología, las frases y las formulaciones ancladas en los documentos existentes, todo lo cual redunda en una estandarización de la lengua de llegada en el proceso de traducción. Otro efecto despolitizador del principio de igualdad de autenticidad es que deja poco espacio para la ambigüedad en el texto de origen, lo que limita la capacidad de los actores políticos de utilizar un lenguaje intencionadamente vago al negociar y redactar la legislación, con lo que se debilita una herramienta popular para forjar un acuerdo político.

Los intérpretes simultáneos de la lengua hablada también se enfrentan a retos terminológicos, pero la principal dificultad a la que se enfrentan es la de tener que transmitir ―con precisión y en el acto― no sólo la sustancia de lo que se dice, sino también la intención, el significado, la cultura y la personalidad del orador. Esta tarea, ya de por sí muy difícil, se complica aún más por la rapidez con la que se habla y por la amplia gama de temas muy técnicos que se tratan. En consecuencia, el resultado de la interpretación simultánea tiende inevitablemente a ser más funcional, simple y estandarizado que el idioma de entrada.

En resumen, el multilingüismo implica que la(s) lengua(s) de la política de la UE tiende(n) a ser utilitaria(s), simple(s), estandarizada(s), neutra(s), descultural(s) y desideologizada(s). Esto afecta a las jerarquías sociales y políticas dentro de las instituciones de la UE, así como a la cultura política de la UE, ya que determina la importancia de los temas, la percepción de las diferencias políticas, la polarización de la opinión, la intensidad del debate y la resonancia de los argumentos.

En general, hace que el proceso y la calidad de la elaboración de las políticas sean más deliberados y racionalizados, lo que no significa, sin embargo, que todas las diferencias políticas y la contestación se silencien o sean discutibles. Los actores de la UE tienen preferencias ideológicas, partidistas y nacionales divergentes, y esas diferencias no desaparecen en un entorno multilingüe. Sin embargo, la dinámica política es diferente cuando la lengua sirve principalmente como medio de comunicación en lugar de como herramienta política; cuando los responsables de la toma de decisiones se distinguen menos por lo que dicen o escriben; y cuando su lenguaje no es tan indicativo de antecedentes, preferencias y prioridades nacionales y políticas concretas.

Aunque un proceso de elaboración de políticas más deliberado y racionalizado puede ser un resultado beneficioso del multilingüismo de la UE, otras consecuencias son menos benignas. En primer lugar, los problemas políticos realmente divisivos pueden quedar indebidamente despolitizados, lo que no es deseable desde el punto de vista de la representación. Además, un lenguaje político despolitizado es problemático para la UE como entidad política y como proyecto político. Su naturaleza funcional y excesivamente racionalizada será probablemente percibida por el público en general como sosa, abstracta y distante, lo que socava la calidad de la representación y debilita el vínculo entre la UE y sus ciudadanos.

Para más información, véase el nuevo libro del autor, The Language(s) of Politics: Multilingual Policy-Making in the European Union (University of Michigan Press, 2022). La versión en libro electrónico está disponible de forma gratuita en el sitio web de la editorial.

Nils Ringe is Professor of Political Science and Director of the Jean Monnet EU Center of Excellence for Comparative Populism at the University of Wisconsin-Madison.

*** Translated with www.DeepL.com/Translator (free version) ***