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La palabra es la parábola

23/01/2008

Juan Recaredo, El Siglo de DurangoCuando los cristianos hablan del Evangelio se refieren a él como la palabra de Dios y en el Evangelio Cristo siempre habla en parábolas. La parábola en Geometría es una curva pero en el Evangelio no se refiere a eso, sino a una narración que también sigue en cierta forma la trayectoria de una curva porque se describe una situación y de ahí, por similaridad, se obtiene una enseñanza. Según la Biblia, Cristo hablaba en parábolas para que la gente le entendiera y a veces ni así lo lograba, pero bueno, ése era el propósito. Lo que dijo quedó registrado y entonces vamos a suponer que la gente decía: Vamos a oír las parábolas de Cristo y poco a poco, con el tiempo el vocablo fue cambiando hasta ser “Vamos a oír las palabras de Cristo”. Todo esto es para decir que la palabra PALABRA se deriva de la palabra PARÁBOLA. No queremos profundizar mucho en la historia del mundo según la cristiandad, porque no es el papel de esta columna, pero sí podemos dar algunas pistas, principalmente porque, como se puede ver, hay una relación estrecha entre el origen del lenguaje y el desempeño de la palabra como elemento básico para la comunicación, a través del lenguaje. Lo que dice la Biblia es que el mismo Dios creó al mundo con base en su palabra, porque dice:... Y Dios dijo: Hágase la luz y la luz se hizo... Y llamó a la luz día y a las tinieblas noche... etc. Tenemos que entender que ésta es una forma simbólica de narrar, pero de que relaciona a la palabra con los hechos, eso no puede dudarse. Los romanos tenían un dios del lenguaje que se llamaba Aius Locutius aunque Cicerón lo menciona como Aius Loquens. Los antiguos egipcios tenían a Thot, “el señor de las palabras divinas” que según su cultura era el que había inventado el lenguaje y la escritura. (Habría que ver si lo alcanzó a registrar). Sea así o de cualquier manera, tenemos que reconocer que la palabra es magia... No podemos concretarnos a ver en ella una sucesión de sonidos que se han convenido para facilitarnos que podamos dar a entender los nombres de las cosas. La palabra es mucho más que eso. Es mito, poesía, magia, religión y razón. La palabra produce acciones, provoca sentimientos, desencadena reacciones y puede llegar a convertirse en ángel salvador o en demonio asesino. Todo depende de cómo la palabra transmita un pensamiento, una idea o un proyecto. Por eso quisiéramos poder desterrar del diccionario las palabras negativas, las que ofenden y matan y dejar sólo aquéllas que dan luz, las palabras que dan vida. Las palabras tienen la palabra.