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La muerte de Pepe Comas, un periodista legendario

31/03/2008

Por Ricardo Kirschbaum, ClarínLa última vez que lo vi fue un mediodía desangelado en Berlín, hace cuatro años. Todavía el linfoma No-Hodgkin, que finalmente se lo llevó, no se había manifestado. Pepe Comas estaba, entonces, entero y almorzar con él fue muy agradable, como siempre.Era un periodista cabal, un extraordinario reportero, que no sentía que tenía ganado el cielo y peleaba cada noticia en el terreno de los hechos. El pensaba que la única manera de reportear era tener un contacto físico con la noticia. Y allá iba: Polonia, con la ley marcial del general Jaruzelski; Haití; los carapintadas argentinos, Brasil, Paraguay. Donde hubiera una noticia, Pepe estaba.En ese almuerzo, nos acordamos de su paso por Buenos Aires. Comas era corresponsal de El País, de Madrid. Se enamoró de esta ciudad, de sus bares y de su gente. Se convirtió en un porteño fanático -como otro gran periodista, Clovis Rossi, un brasileño de Folha que añora el tiempo que pasó aquí- y disfrutaba muchísimo de su destino.Escribía muy bien y relataba mejor. Recuerdo que los martes nos reuníamos en una gran mesa en el Club El Progreso, junto a otros corresponsales extranjeros y periodistas locales. Era un espacio de diálogo, confraternidad y trabajo. "Por suerte, vino Menem a sacudirnos el tedio", dijo una vez aludiendo al sacudón informativo que fue la llegada del ex presidente al poder. Para Comas, como para otros periodistas europeos y estadounidenses, Menem era una curiosidad pletórica de noticias. Así fue.No se llevaba bien con sus jefes de Madrid. Al menos eso decía él en las noches de copas y patrulla que compartía con José María Meseguer, por aquel entonces jefe de la oficina de la agencia española EFE en Buenos Aires. Y no quería que lo destinaran a otra ciudad y pensaba argumentos para enfrentar lo que sabía que a la postre sería inexorable. Cuando finalmente lo arrancaron de aquí, Pepe se las ingeniaba para aparecer no una sino varias veces por esta ciudad. Nos visitaba de sorpresa, ocupaba su lugar en la mesa, como si nunca se hubiera ido."Buenos Aires fue mi mejor época", me recordó en Berlín en aquel almuerzo. Comas, que hablaba el alemán con fluidez, estaba destinado allí por su periódico. Y estaba acompañado por su mujer, jefa del archivo de El País. José Comas, de 64 años, murió ayer en un hospital de Berlín tras una larga batalla contra el cáncer. Se fue sin dolor una madrugada en la que la nieve caía sobre la ciudad.