La despedida de Rodolfo Fogwill
EFEEl escritor argentino Rodolfo Fogwill, cuyos restos serán velados hoy en la Biblioteca Nacional, en Buenos Aires, deja como legado una veintena de libros en los que, atravesando todos los géneros, hizo escuela con su estilo mordaz, provocador y agudo.Fogwill a secas, como gustaba firmar sus escritos, falleció en la tarde de este sábado en la unidad de cuidados intensivos de un hospital de la capital argentina por una afección pulmonar provocada por el tabaquismo.Nacido en la localidad bonaerense de Quilmes el 15 de julio de 1941, a los 4 años ya sabía leer y con 16 ingresó en la carrera de Medicina, para luego pasarse a la Filosofía y Letras y finalmente cursar la de Sociología, área en la que se tituló a los 23 años.«El escritor de ojos desorbitados —la mirada de un loco— fue para la literatura argentina lo que Maradona es al fútbol y Charly García al rock», dijo hoy la escritora Silvina Friera, en el diario Página/12.Dedicado inicialmente a la publicidad y con gran éxito, Fogwill dejó todo por la literatura en 1980, cuando su cuento Muchacha punk ganó un concurso literario organizado por la multinacional Coca-Cola.Hace un par de años indicó en una entrevista que escribir le parecía «más fácil que evitar la sensación de sinsentido de no hacerlo».Narrador excelso, cuenta en su haber eterno con relatos como Muchacha punk, La chica de tul de la mesa de enfrente, Help y Los pasajeros del tren de la noche, que están entre los mejores cuentos que ha dado la literatura argentina.Dijo alguna vez que «la literatura no cuenta historias sino maneras de contar historias».Transitó también por la poesía, con obras como Partes del todo y Lo dado, y la novela, con títulos como Los pichiciegos, En otro orden de cosas y Vivir afuera, libro éste último que le valió el Premio Nacional de Literatura.Sus obras fueron publicadas en múltiples países e idiomas.Además fue profuso autor de crónicas periodísticas y columnas sobre comunicación, literatura y política.Según relató hoy la escritora Gabriela Cabezón Cámara, en el diario Clarín, Fogwill creó su propio mito a partir de su novela Los pichiciegos (1983), sobre la guerra de Malvinas, en la que profetizó la derrota argentina ante el Reino Unido y que escribió bajo los influjos de doce gramos de cocaína.«Se murió Fogwill y, con él, una de las fuerzas más originales y ricas de la literatura argentina de los últimos treinta años», sostuvo Cabezón Cámara.Opinión de referencia asidua sobre los más diversos temas de actualidad, Fogwill disparaba a mansalva desde su trinchera de pensamiento.Según recuerda Cabezón Cámara, «el provocador se peleó con mucha gente», como las Madres de Plaza de Mayo, «con las campañas a favor del aborto, con el divorcio (él, que se separó muchas veces), con los propulsores del matrimonio gay (el matrimonio es «la institución más mierda que produjo la sociedad contemporánea», argumentó)» y «con la legalización de la droga (que no se privó de consumir)».«La provocación era para él una variedad del pensamiento, una esgrima intelectual que forzaba la inteligencia a superarse, a pensar en ocasiones lo que no podía ni debía ser pensado», señaló el crítico literario Pablo Gianera, en la edición de hoy del diario La Nación.En su última columna en el diario Perfil, publicada el pasado día 13, prometía «chismes e infidencias» del mundillo editorial que finalmente se llevó a la tumba.«Falleció un escritor de los que escasean, alguien que sabía disfrutar del placer estético y que ponía a la belleza y a la perfección estilística por sobre todas las cosas, incluidos los compromisos políticos, los códigos de convivencia y la buena educación», señaló el escritor y periodista Guillermo Piro, también columnista de Perfil.