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La delirante lista de palabras que Stanford, la universidad con 81 premios Nobel, se propone eliminar

29/12/2022
Mario de las Heras

Cuadrángulo central de la Universidad de Stanford, con la Iglesia Memorial en el centro

En la Universidad de Stanford, fundada en 1891 y considerada una de las más afamadas y prestigiosas instituciones educativas de Estados Unidos y del mundo, se proponen una supresión masiva de palabras y expresiones «dañinas», que apunta a la creación de un nuevo lenguaje y una nueva cultura firmemente apoyada en la subcultura woke y en la subcultura de la cancelación.

Un proyecto detallado casi como una «solución lingüística» que por supuesto va mucho más allá del lenguaje. Para hacerse una primera idea de las intenciones de la iniciativa, el mismo documento anuncia en su encabezamiento que contiene «lenguaje nocivo», como si anunciara la proyección de imágenes que pueden herir la sensibilidad del espectador, en este caso del lector o del oyente.

«Adicto» y «loco»

Por ejemplo, se promueve no usar la palabra «adicto» en el apartado de los vocablos que fomentan la creencia de que las personas que viven con discapacidades son anormales. En su lugar propone que se use «persona con un trastorno por abuso de sustancias». «Loco», según las ínclitas nuevas mentes de Stanford, debe ser sustituida por «sorprendente» o «salvaje», debido a que la primera acepción «trivializa las experiencias de las personas que viven con problemas de salud mental».

No es que «loco» sea una palabra precisamente idónea, pero las alternativas consiguen llegar al ridículo. Un ridículo al que Stanford, un templo del saber, pretende acostumbrar a sus alumnos y a las generaciones posteriores. No se podrá usar «senil», pero sí «persona que sufre de senilidad». En otro ámbito también se censura «Islas Filipinas» en favor de «Filipinas» o «República de Filipinas», por evocar ambos términos al colonialismo, uno de los apéndices importantes del documento como la apropiación cultural, donde aparecen palabras como «bravo», que ni siquiera se pretende sustituir, sino directamente suprimir por «perpetuar el estereotipo del 'salvaje noble y valiente', equiparando al varón indígena con menos que un hombre».

«Caballero», «señorita» o «aborto»

Otra expresión destacada llamada a sustituir en este epígrafe es «conocimiento tribal» por «conocimiento institucional», debido a que la primera «banaliza los conocimientos ancestrales transmitidos a través de generaciones de pueblos indígenas». El género, quizá el apartado estrella del trabajo, incluye perlas como «caballero» o «señorita», palabras inapropiadas, que, a partir de cuando sea, serán «todo el mundo». No se podrá decir «chicos» sino «gente», para no reforzar el lenguaje dominado por los hombres.

En cuanto al apartado llamado «lenguaje impreciso», está «aborto», que ya no es una palabra para los sabios de Stanford. Para ellos hay que decir «fin» o «término». «Hispano» es feo para Stanford, así que hay que decir la más fea aún «latinx». «Indian Summer» («Verano indio»), que es el título de una hermosa canción de The Doors, tendrá que ser «late summer» («verano tardío»), para no sugerir que los indígenas son «crónicamente atrasados».

Y en este sentido de lo absurdo y lo sectario, de la reeducación sin educación ya escrita y planificada se desprenden términos como «convicto», el «horror» sustituido por «persona que está encarcelada» o «prostituta»: «persona que se dedica al trabajo sexual», con la curiosidad final de que «negro» es preferible a «afroamericano», un cambio respecto a no muchos años atrás, cuando lo «correct» era incomprensiblemente lo contrario.