La academia premia en Pinter a un dramaturgo muy político
por Joaquín RábagoLondres, 13 oct (EFE).- El premio Nobel de literatura le llega a Harold Pinter, uno de los representantes de la llamada generación de Jóvenes Airados británicos de los años sesenta, cuando prácticamente ha dejado el teatro y lucha contra un cáncer de esófago que le fue diagnosticado en 2002.En Pinter, la Academia Sueca premia a un representante de los Angry Young Men (Jovenes Airados), en el que se encuadran igualmente John Osborne, autor de "Mirando hacia atrás con Ira", que dio nombre al grupo, o Arnold Wesker ("La Cocina").Recién cumplidos los 75 años y después de veintinueve piezas teatrales, entre ellas algunas tan famosas como "La Fiesta de Cumpleaños, "The Caretaker" o "Viejos Tiempos", así como varios guiones de cine, entre ellos para Joseph Losey, Pinter se confesaba últimamente agotado."Creo que he dejado de escribir teatro....Llevo escritas ya veintinueve obras. ¿Acaso no es suficiente?", se preguntaba recientemente con motivo del estreno de una pieza para la radio con música de James Clarke, titulado "Voces", emitida este mes por la BBC el día de su cumpleaños.En ella, Pinter utilizaba elementos de cinco de sus últimas obras - "One for the Road", "Mountain Language" (Lenguaje de la Montaña), "The New World Order" (El Nuevo Orden Mundial), "Party Time" (Tiempo de Fiesta) y "Ashes to Ashes" (Polvo Eres).Todas ellas tienen en común la que ha sido siempre su preocupación por la relación de poder entre el verdugo y la víctima, el torturador y el torturado, el dueño y el esclavo.Aunque últimamente haya sustituido el teatro por el panfleto político -se ha referido a Irak como "un acto premeditado de asesinato de masas" o a los Estados Unidos, de George W. Bush, como "un monstruo descontrolado"- Pinter ha sido siempre en el fondo un escritor político.Incluso en las llamadas "obras de la memoria", como "Paisaje" (1968), "Viejos Tiempos (1971), "Tierra de nadie" o "Traición", de 1978, la memoria funciona como un arma más en las relaciones de poder, que hace aún más agudo el aislamiento de los personajes.Aun partiendo de personajes y situaciones aparentemente normales, las obras de Pinter parecen siempre sumergidas en una atmósfera de amenaza, de misterio y horror.La crítica ha señalado que las luchas por el poder que son siempre materia de sus dramas se caracterizan por una fuerte ambigüedad al no quedar nunca claras las razones para la victoria o la eventual derrota de los personajes.Su teatro, que continúa en cierto modo el de Samuel Beckett y está influido también por la novelística de Franz Kafka, utiliza el lenguaje corriente, pero Pinter lo carga de ambigüedad, de pausas, de silencios de gran efecto teatral.Nacido en 1930 en el East End londinense, hijo de un sastre judío inmigrante de Europa Oriental, Pinter se vio separado de sus padres al estallar en 1939 al estallar la Segunda Guerra Mundial y verse evacuado a la campiña inglesa.Aquella separación, traumática para él, iba a sin embargo a alimentar su imaginación y la mirada introspectiva de su teatro.Tras regresar a Londres con catorce años, Pinter se matriculó, gracias a una beca, en la Royal Academy of Dramatic Art londinense aunque dejó sus estudios al cabo de sólo dos años.Siempre inconformista, fue condenado a una multa por un juez en 1949 por negarse a completar su servicio nacional como soldado.Hombre de teatro hasta la médula, Pinter fue actor antes que autor y recorrió el país con distintas compañías de provincia mientras publicaba sus primeros versos.Su primera obra larga, "La Fiesta de Cumpleaños", estrenada en 1958 en el West End londinense fue muy mal recibida por la crítica de entonces y retirada del cartel una semana después del estreno.El joven dramaturgo no se dejó intimidar, sin embargo, por ese fracaso, sino que tres años más tarde publicaría "The Caretaker", que iba a establecer su reputación como uno de los más destacados dramaturgos en lengua inglesa.Pinter escribió también numerosos guiones para el cine, entre ellos los de "El Sirviente" o "El Mensajero", películas ambas dirigidas por Losey, o el de "La mujer del Teniente francés", de Karel Reisz.En realidad, nunca ha dejado de actuar, lo mismo en el teatro que en películas, en la radio y en la televisión e incluso en su última obra, la citada "Voces" se reservó un papel.Esta semana se anunció que actuaría en una producción de "La Ultima Cinta de Krapp", de Beckett como parte del 50 aniversario de la English Stage Company en el Royal Court Theatre londinense.Pero sobre todo, Pinter quiere sacar fuerzas para seguir criticando no sólo la guerra de Irak, sino la situación política del mundo, que considera "preocupante".