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Jamaica debate oficializar el idioma patuá

31/10/2023
Simon Romero

El Departamento del Idioma Jamaiquino de la Universidad de las Indias Occidentales en Kingston / Alejandro Cegarra.

En Jamaica se están haciendo esfuerzos para convertir la lengua local en un idioma oficial, a la par del inglés, mientras el país evalúa cortar sus vínculos con la monarquía británica.

Si entramos a cualquier oficina gubernamental, juzgado o aula en Jamaica, lo que se espera es que hablemos el idioma oficial: el inglés.

Pero si nos adentramos en las calles, sintonizamos algún programa de entrevistas en la radio, hojeamos las páginas del Nuevo Testamento Jamaiquino, entramos a la casa de alguien o revisamos las publicaciones de los influentes jamaiquinos, impera otro idioma: el increíblemente dinámico patuá.

Aunque desde hace mucho tiempo se le estigmatiza como de segunda clase y casi siempre se le ha descrito de manera equivocada como un inglés mal estructurado, el patuá tiene su propia gramática y pronunciación. Los lingüistas afirman que el patuá —al que también se le llama patois, criollo o, sencillamente, jamaiquino— es casi tan diferente del inglés como lo es el alemán. Tiene una enorme variedad de palabras prestadas de idiomas africanos, europeos y asiáticos.

Ahora, conforme Jamaica avanza en sus planes de romper lazos con la monarquía británica —una medida que quitaría al rey Carlos III como su jefe de Estado y convertiría en república al país caribeño más grande de la Mancomunidad de Naciones—, se está generando el impulso de hacer del patuá el idioma oficial de Jamaica para que alcance el mismo nivel que el inglés.

“Si alguna vez hubo un buen momento para cambiar de manera definitiva la categoría del criollo jamaiquino, ese momento es este”, señaló Oneil Madden, un lingüista de la Northern Caribbean University de Jamaica.

Pero el asunto de la soberanía lingüística está haciendo que los principales líderes políticos de Jamaica manifiesten sus posturas. Y este debate cada vez más intenso aborda problemas de identidad nacional, división de clases y el legado de la esclavitud en lo que solía ser una de las posesiones más preciadas del Reino Unido en el extranjero.

Un cambio importante en la política lingüística de Jamaica —país que cuenta con cerca de 2,8 millones de habitantes y es el tercer país anglófono más grande de América, después de Estados Unidos y Canadá— tendría impacto en toda la región del Caribe y algunas partes de Centroamérica y Sudamérica.

En el mes de septiembre, Mark Golding, líder del Partido Nacional del Pueblo, el partido de oposición, prometió hacer que el jamaiquino se convirtiera en idioma oficial e hizo referencia a la importancia de proyectar la cultura de esta nación insular más allá de sus fronteras.

“Si en el extranjero lo quieren, ¿por qué no lo respetamos en yaad?”, preguntó Golding en un conmovedor discurso, salpicado con palabras en patuá, como yaad, que quiere decir ‘hogar’.

Andrew Holness, el primer ministro perteneciente al partido en el poder, el Partido Laborista de Jamaica, ha adoptado una postura más sutil y ha expresado que el idioma debe “institucionalizarse”, aunque no dijo que debería elevarse a la categoría de lengua oficial.

El manejo de la política lingüística adquiere mayor relevancia conforme Jamaica propone planes de un referendo, ya en 2024, para una reforma constitucional y los lazos con su jefe supremo de la época colonial. Aunque Jamaica obtuvo su independencia en 1962, nunca se concretó por completo su ruptura con el Reino Unido. Como su sistema jurídico está sujeto al Reino Unido, el máximo Tribunal de Apelaciones de Jamaica sigue siendo el Consejo del Reino, con sede en Londres e integrado por jueces del Tribunal Supremo del Reino Unido.

Ese prolongado dominio es objeto de renovadas críticas en Jamaica, donde más del 90 por ciento de la población es negra y prevalecen los recuerdos de siglos de una economía basada en la esclavitud marcada por numerosas revueltas sangrientas, sobre todo después de que el primer ministro Rishi Sunak se rehusó a disculparse este año por la participación británica en el comercio de personas esclavizadas o a comprometerse a pagar indemnizaciones.

No obstante, los partidarios de otorgarle al patuá la categoría de lengua oficial dicen que esto iría mucho más allá de simbolizar una ruptura con el Reino Unido. Estos afirman que el cambio tendría implicaciones prácticas y que finalmente les permitiría a los jamaiquinos realizar sus trámites oficiales en lugares como las oficinas tributarias o los tribunales de distrito en el idioma más hablado del país. El uso del patuá en tales entornos es en gran medida circunstancial y depende de los caprichos de los trabajadores públicos.

Parte del respaldo más fuerte para que el jamaiquino sea idioma oficial procede del sistema educativo. Una cantidad cada vez mayor de maestros y administradores alegan que darle prioridad al inglés perjudica a los niños más pequeños que empiezan a ir a la escuela cuando solo hablan con fluidez el patuá.

“Les estamos enseñando a los niños a leer en un idioma extranjero”, comentó Grace Baston, quien en fechas recientes renunció como directora de una de las principales escuelas secundarias públicas de Jamaica.

Sin embargo, Baston añadió: “Nadie está tratando de derrocar al inglés. Se trata de preparar a los estudiantes para que se desarrollen en ambos idiomas”.

Un informe de 2021 reveló que cerca de una tercera parte de los alumnos de sexto grado eran analfabetos en inglés, y más de la mitad tenía dificultades para escribir en inglés. Baston y otras personas defienden el uso del patuá como un puente, para enseñar a los niños pequeños lo básico en jamaiquino antes de pasar al inglés.

El rechazo a esas propuestas ha sido muy intenso. Peter Espeut, un estudioso de la Biblia cuya familia relativamente próspera hablaba inglés en casa, comentó que aprendió la lengua criolla hablando con los “empleados domésticos en la casa y el jardín”.

Espeut, quien es archivista de la arquidiócesis de la Iglesia católica en Kingston, señaló que otorgarle una categoría más alta al patuá sería costoso y poco práctico en un país con cientos de escuelas católicas. “No hay manera de que la Iglesia católica vaya a preparar libros de texto en el idioma jamaiquino”.

Otras personas son mucho más tajantes y sostienen que adoptar el patuá como lengua oficial haría que los jamaiquinos fueran menos competentes en el idioma que se usa en el mundo para el comercio internacional, el turismo y las investigaciones académicas.

“A decir verdad, la mayoría de los jamaiquinos no han dominado el inglés porque preferimos nuestro idioma criollo, el cual, en gran medida, ha perjudicado nuestro desarrollo social, económico e intelectual”, escribió Andrew Tucker, un antiguo profesor de lengua española de la Universidad Howard, en una columna del diario Jamaica Observer. “Ningún inversionista extranjero serio querrá comunicarse con alguien en el idioma jamaiquino”.

Pero el patuá está avanzando hacia nuevos ámbitos dentro y fuera del país. Khadine Hylton, abogada y oradora motivacional conocida con el sobrenombre de Miss Kitty, combina sin problemas el jamaiquino y el inglés en la radio, la televisión y las redes sociales. Los comediantes jamaiquinos en TikTok, como Negus Imara, y los cantantes ghaneses como Stonebwoy le llegan a un gran número de seguidores en patuá.

Otros países de la región del Caribe, sobre todo donde se hablan lenguas criollas junto con el inglés, están siguiendo de cerca este debate. Haití, Curazao y Aruba, algunos de los vecinos caribeños de Jamaica, figuran entre los pocos países de todo el mundo que han elevado sus lenguas criollas a la categoría de lengua oficial.

Aunque hay diversas hipótesis, se cree que las lenguas criollas se formaron en la época colonial a partir del contacto con idiomas como el inglés, el portugués o el árabe. En Jamaica, que estuvo bajo el dominio colonial británico durante más de 300 años, los debates sobre el patuá se entrelazan con su vínculo con el comercio de personas esclavizadas.

“Debido a que este idioma surgió en el contexto de la esclavitud, se ha tendido a rechazarlo”, señaló Joseph Farquharson, director del Departamento del Idioma Jamaiquino de la Universidad de las Indias Occidentales.

El lingüista John McWhorter sugiere que las lenguas criollas del Caribe basadas en el inglés que se cristalizaron en el siglo XVII en la costa de Ghana dieron el salto a los puestos de avanzada del Caribe y luego se propagaron a Jamaica y a otras partes de América.

Otras personas plantean que, al igual que otras lenguas criollas, el jamaiquino se fusionó directamente en el Caribe en el siglo XVII, cuando se intensificó el comercio de africanos esclavizados en el Atlántico y el inglés tuvo contacto con diversos idiomas africanos como el kikongo y el chuí, uno de los que más aportaron al vocabulario jamaiquino.

Como haya sido, la evolución del patuá nos da una idea del desarrollo de Jamaica como una colonia británica.

Por ejemplo, la ganja inmortalizada en las letras de reggae obtuvo su nombre de la palabra hindi para cannabis, gāṁjā, después de que los trabajadores indios fueran llevados a Jamaica en el siglo XIX. Pikni, la palabra en patuá para ‘niño pequeño’, proviene de pequeninho, que en portugués significa ‘pequeñito’, lo que refleja la influencia que alguna vez ejercieron los comerciantes portugueses y brasileños sobre las personas esclavizadas.

Y se cree que la palabra nyam, que significa ‘comer’, proviene del wólof, una lengua franca en África occidental.

Amina Blackwood Meeks, una destacada cuentista jamaiquina, atribuyó parte de la polémica sobre el reconocimiento del patuá como lengua oficial a las persistentes contradicciones de la sociedad jamaiquina. Blackwood Meeks señaló que Jamaica fue famosa como el hogar de Marcus Garvey, el nacionalista negro cuyas ideas marcaron los movimientos anticoloniales en todo el continente africano.

“Pero también es la tierra en la que hace algunos meses los jamaiquinos se levantaron a las 4 a. m. para hacer fila porque Krispy Kreme había llegado a Jamaica y estaba regalando donas”, comentó Blackwood Meeks, conferencista de la Escuela de Artes Visuales y Escénicas Edna Manley, en Kingston.

“La mentalidad jamaiquina es compleja”, añadió, y asoció la pasión por las donas, sobre todo las que se consideran superiores porque vienen del mundo rico e industrializado, con el temor de que cuestionar la supremacía del inglés podría perjudicar a su país.

También agregó: “Siempre se ha luchado contra cualquier cosa que parezca romper con lo que creemos que ha sido bueno para nosotros”.