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Intriga palaciega inspiró a Cervantes en el Quijote, dice investigadora mexicana

25/09/2005

por Gerardo TenaMéxico, 25 sep (EFE).- Intrigas palaciegas y una campaña de propaganda para bloquear la canonización de Ignacio de Loyola fueron ingredientes en la pluma de Miguel Cervantes para escribir el Quijote, asegura una investigadora mexicana.Regina Santiago, profesora de la mexicana Universidad Iberoamericana, lleva dos años siguiendo pistas en libros, cartas y documentos para consolidar su hipótesis, que se inició con la lectura de la obra "Vida de Don Quijote y Sancho", escrita hace un siglo por Miguel de Unamuno.En este libro, el filósofo español sugiere que la obra de Cervantes está dirigida a parodiar la vida de Ignacio de Loyola, pero no lo documenta. Este hilo suelto ha sido tomado varias veces por otros estudiosos, pero no han terminado por consolidarla.Santiago, quien el próximo jueves expondrá su tesis en la Universidad de Salamanca durante las Jornadas Unamunianas, dijo a EFE que su investigación desvela los motivos y nombre del "amigo" que llevaron a Cervantes a escribir su genial obra que este año cumple cuatro siglos de haber sido publicada.El propósito de la investigación no es otro que "darle otra lectura a esta obra, situándola en el momento histórico en que fue concebida", afirmó Santiago, consciente de que su tesis puede despertar el rechazo de los cervantistas.Aseguró que llegó a este "hallazgo" a partir del estudio de los métodos de propaganda y contrapropaganda, "comunes en la España de Cervantes"."Es factible ubicar esta obra como parte de una lucha de propaganda en el contexto del proceso de canonización de Ignacio de Loyola", afirmó Santiago.Agregó que la "historia se inscribe en el complejo entramado de intrigas, ataques y presiones abiertas y encubiertas que caracterizó la lucha por el poder entre el duque de Lerma -todopoderoso consejero de Felipe III- y la reina, Margarita de Austria, abierta promotora de la canonización de Ignacio de Loyola".La investigadora refiere que el poderoso duque de Lerma "distribuyó fuertes cantidades de dinero" en medios intelectuales y religiosos y creó una academia literaria en la que participaron Cervantes y Lope de Vega, entre otros.Aseguró que el duque "tomó partido contra la casa de Austria y los intereses que ésta representaba. Su enfrentamiento con la reina Margarita fue determinante en el diseño de políticas internas y externas".Recuerda que "entonces, como ahora, las canonizaciones eran un asunto de alta política. Tenían, en sí, un gran valor en términos simbólicos, pero también económicos"."Esta canonización tenía el ingrediente adicional de estar inscrita en la disputa entre el duque de Lerma y la reina Margarita de Austria, quien había puesto todo su empeño para lograr que Ignacio de Loyola se convirtiera en santo", relata la investigadora.Sobre quién sugiere al autor español burlarse de las aventuras de caballería, Santiago dijo que "el propio Cervantes nos dice que su Quijote nació con la encomienda específica de hacer reír, de burlarse de quienes se obstinaban en seguir tomando en serio las ideas y los sueños surgidos de los libros de caballerías"."Si nos atenemos a lo que cuenta en el prólogo de la primera parte del Quijote, fue un amigo quien le hizo ver que el valor de su historia crecería en la medida que cumpliera el cometido de provocar la burla hacia los lectores de los libros de caballerías".Dice que "ese amigo bien pudo ser el napolitano Claudio Acquaviva, general de los jesuitas en la época en que Cervantes publicó la historia del Quijote".Santiago junta piezas de un rompecabezas que tiene cuatro siglos de historia:"Ese príncipe de la Iglesia estaba emparentado con Julio Acquaviva, el cardenal a cuyo servicio estuvo Cervantes al llegar a Italia. El jesuita Acquaviva tuvo un grave enfrentamiento con Felipe II y con algunos jesuitas españoles, entre ellos Pedro Rivadeneyra, el autor de la biografía redactada como instrumento de propaganda para lograr la canonización de Ignacio de Loyola".Si fue un encargo propagandístico, la obra de Cervantes no cumplió su cometido, dice Santiago, quien celebra que el resultado haya sido una genialidad literaria y filosófica incombustible.