twitter account

Innovaciones y ocultamientos en la nueva Ortografía

02/01/2011

Ivonne Bordelois, La NaciónResulta intrigante el revuelo mediático causado por las innovaciones propuestas por la muy Real Academia Española de la Lengua. Ríos de tinta han corrido sobre acontecimientos tan sísmicos como sostener si es mejor decir «ve corta» que «uve», o escribir «Tengo solo dos pesos» o «Tengo sólo dos pesos». Como de costumbre, este oleaje de trivialidad despierta sospechas justificables.El énfasis otorgado a cuestiones menores oculta el horizonte político dentro del cual se desarrollan las líneas de fuerza que van definiendo la fisonomía de una lengua en el panorama mundial.En realidad, se debe reconocer que la autoridad de la Real Academia Española se ha atenuado con la creación de la Asociación de Academias, y en esta ocasión todas las academias americanas han aceptado las sugerencias provenientes en su mayor parte de la RAE.La producción de diccionarios que incluyen la totalidad del léxico de los hispanohablantes parece haber democratizado nuestro ámbito lingüístico en las últimas décadas.Pero, en general, sigue imperando fuertemente la norma peninsular en materia lingüística. A grandes rasgos, España decide económicamente el destino editorial de las publicaciones en español en Europa y en los Estados Unidos, e impone también sus criterios de estilo en cuanto a traducción y pautas dialectales para todo el orbe hispánico.Ciertas medidas de gran envergadura financiera demuestran la voluntad de poderío lingüístico de España. Entre ellas, la potestad de otorgar certificados de aptitud de español a extranjeros, en gran medida administrada por el Instituto Cervantes, significa una enorme entrada de recursos económicos, y afianza, además, la expansión de la pauta específicamente ibérica en la difusión del español a escala mundial.Sin embargo, España, con sus cuarenta millones de hablantes, representa menos del 10% de los hablantes del español en todo el mundo. Gabriel García Márquez, Octavio Paz y Mario Vargas Llosa no nacieron en la península.Claramente, lo decisivo en estas materias es la primacía económica de España.Más gravemente, lo que se está silenciando tras discusiones escolásticas sobre tildes y grafías es la persecución lingüística de la población hispanohablante en Estados Unidos.Mientras discutimos dónde irán la «ch» y la «ll» en los diccionarios modernizados de los que podremos jactarnos en el mundo global, el gobierno de Arizona intentó recientemente eliminar a todos aquellos docentes de escuelas públicas cuya pronunciación inglesa no fuera nativa.Albert Camus decía que el cuidado por la corrección es síntoma de un alma mediocre. Para algunos, el que ciertos hispanohablantes hablemos o escribamos correctamente es mucho más importante que el que algunos hispanohablantes menos privilegiados no puedan hablar ni escribir en su propia lengua.Pero lo que quizás esté en riesgo no sea la corrección, sino la conexión profunda de todos los hispanohablantes del mundo.