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Guelbenzu trata la muerte con ironía en "Esta pared de hielo"

20/09/2005

Por Carmen SigüenzaMadrid, 20 sep (EFE).- El escritor madrileño José María Guelbenzu esta convencido de que su último trabajo "Esta pared de hielo" es "una buena novela", no en vano ha trabajado en ella más de cinco años para tratar, con ironía, el tema de la muerte a través de un personaje insignificante, y con el que el autor atiza a la sociedad "banal y mediocre de hoy"."Esta pared de hielo", editada por Alfaguara, es una novela con estructura clásica, con el uso de diálogos permanentes y divida en tres partes, con la que José María Guelbenzu (Madrid, 1944) realiza un ejercicio literario para reirse de la muerte, cercano al esperpento."La muerte hay que tomársela con humor; primero hay que asumirla, y cuando uno se da cuenta de lo que es, que es algo insoportable, pues tienes que vivir, que es lo único importante, pero claro para todo esto, el humor es decisivo", explica el autor en una entrevista con Efe.En la última novela de este escritor, que durante años fue director editorial de Tauros y Alfaguara, -"un trabajo que ahora no podría hacer, matiza"-, Guelbenzu propone, tras la muerte de un hombre, aparentemente insignificante, dos caminos a seguir: el de su cuerpo y el de su alma.Una historia de vivos, que empieza en el tanatorio, concebido como un coro griego, con el cuerpo del difunto yacente, con los familiares y amigos velándole y hablando de sus cosas, mientras que un barquero llega a recoger su alma para llevarla a la otra orilla.Y con un diablo que está aburrido en esta vida porque no hay alma que merezca la pena. "Son almas tontas", dice.Todo ello, mientras que la mujer del difunto conversa amigablemente con un misterioso desconocido, de nombre Leonardo, sobre el gran secreto que el muerto se lleva.Una historia que está estructurada mediante diálogos, porque, para Guelbenzu, esta forma es "una de las mejores maneras que tiene el lector de descubrir lo que piensa cada personaje"."En el siglo XX el núcleo de la novela estaba en el interior del personaje. El que hablaba desde dentro, pero así no se podía mentir, o al menos no se decía toda la verdad; mientras que con el diálogo, si se puede mentir y el personaje sólo piensa lo que dice, y esto es un reto maravilloso", subrayara el autor.Guelbenzu, al que siempre le ha gustado trabajar con opuestos, como en su libro "Un peso en el mundo", también realiza un juego de opuestos en esta novela, de manera que al protagonista, en el momento de su muerte, acuden toda clase de planos: la realidad, la ficción, las ilusiones, los disparates, el ángel de la guarda y el diablo, entre otras muchas cosas.Toda una densidad de temas que el escritor expone con una claridad meridiana, como también se trasluce en sus páginas las criticas a la sociedad contemporánea, a través de la mediocridad del contexto que rodea al protagonista."La cultura de masas, la sociedad de mercado ha puesto en primer plano a un montón de gente que carece de educación. Gente que vive muy bien, que tiene de todo, pero que sigue siendo mentalmente analfabeta. Y el resultado no es la banalidad, sino algo peor, que es que se banalicen los grandes temas, que es lo que baja la cultura media de la gente", agrega.La novela está dedicada al desaparecido Juan Benet, con una dedicatoria que dice "A don Juan en Pisuerga", en referencia a la dirección del fallecido autor, donde se reunían sus amigos.A pesar de la saturación y resaca creativa que esta novela le ha dejado a Guelbenzu, éste ya está pergeñando lo que será su gran trabajo, una narración dedicada al amor. "Quiero escribir todo lo que se sobre el amor. Amar a lo largo de toda la vida me parece algo mágico, y en este momento es cuando tengo más ideas a este respecto", concluye este autor, que entre novela densa y novela densa también escribe, "para aligerar", novela policiaca, su otra gran pasión.