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Guadalajara: lingüistas y periodistas debatieron sobre lengua y sexo

07/12/2008

El InformadorPor el título de la mesa, "El sexo en la lengua", los jóvenes asistentes al Auditorio Juan Rulfo de Expo Guadalajara, en el marco de la Feria Internacional del Libro, seguro que pensaron que ésta era la oportunidad para llenarse de esos temas que suelen prohibirles sus padres y maestros, y a los cuales acceden de manera casi clandestina.Tal vez por eso su sorpresa fue mayor cuando la lingüista e historiadora Concepción Company, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, hizo uso de la voz y comenzó con una letanía de la gramática, materia que suele aborrecerse en los primeros años de formación.Sin embargo, poco a poco descubrieron que esa lengua a la que se refería la ponente, y de la que pronto harían comentarios sus compañeros de mesa -Luisa Valenzuela (Argentina), Álex Grijelmo (España) y Daniel Samper (Colombia)- era y es tan divertida e importante como el músculo que habita en la boca y gracias al cual es posible hablar y hacer una que otra maravilla.De esta forma, la lingüista presentó primero ante los impacientes asistentes el orden del día a seguir, con lo que motivó a uno que otro jovenzuelo a seguirla partiendo primero de un análisis a partir de la palabra "coger", que en México ha tenido un "desplazamiento semántico de significado". Y es que a pesar de que en otras latitudes del mundo -de habla hispana, claro- la palabra se asocia a "tomar" o "agarrar", aquí está directamente relacionada con el acto sexual, lo que según la especialista se viene arrastrando desde finales del siglo XVIII.De ahí, Company continuó con una característica del lenguaje gracias a la cual es fácil que un mexicano sea identificado en cualquier parte del mundo: el uso excesivo de los diminutivos, que "casi nunca se usan para aportar menos tamaño", sino que tiene que ver con cuestiones de respeto, cariño y humildad, entre otros aspectos.Por eso, apuntó que "hablamos de nuestra amiga la gordita, aunque pese 120 kilos; el terrenito, aunque tenga cientos de hectáreas", el muertito, la casita, el peloncito y cualquier cantidad de palabras. Otros diminutivos son lueguito, despuesito, ahorita y ahorititita -“porque un 'ahora' puede durar cinco años o nunca llegar"- quedito, tantito, poquito, hasta llegar a "aquellito", que tiene que ver directamente con el órgano sexual femenino o masculino.La segunda parte de la disertación llegó con Luisa Valenzuela al micrófono, quien para empezar presentó ante los asistentes una serie de palabras prohibidas en Argentina: "concha, cachucha, cajeta, coger, conchudo y tortilla". De las que sí están permitidas, destacó "boludo", utilizada con menos frecuencia que antes, pero poco permitida para la voz femenina. Por eso aseveró: "Creo que el sexo siempre está en la lengua, lo que decimos está cargado de sexo".Manifestó asimismo su postura con respecto a la lengua, la española en este caso, y dijo estar totalmente en contra del "español neutro", pues al final, cada país tiene su propia lengua y solo en ella se pueden comprender algunos conceptos que en otro idioma no adquieren ninguna significación. Así ,por ejemplo, ¿qué sentido tiene leer en Argentina un libro que entre sus líneas dice: "Se fue a coger un autobús para ir a foliar", lo que en lugares como en México y Argentina se entiende completamente distinto a como suena en España?Visiones periodísticasQuizá en un afán por demostrar la equidad de género, llegó el momento en que los hombres tuvieron que hacer gala de su sabiduría en estos menesteres.La palabra fue otorgada primero al presidente de la agencia de noticias EFE, Álex Grijelmo, periodista que se ha especializado en el buen uso de las lenguas. Durante su intervención, decidió ceñirse a las discrepancias entre la realidad y lo que podría llamarse la ficción gramatical. "La gramática vive en un mundo muy distinto al de las personas", dijo.Después, explicó con algunos ejemplos otra premisa fundamental para la vida: "El género y el sexo no siempre coinciden", por aquello de "el pez" y "la cebra", por ejemplo.Y como el tema se presta para divertirse con él, y la lengua también, se entretuvo en algunos juegos de palabras: "Chingar no es verbo copulativo en la gramática, pero en la realidad sí". También manifestó que "la violencia de género siempre es femenina, si no, sería el violencio".Concluyó, atrayendo risas y pocas sonrisas, diciendo: "El sexo en la gramática siempre es imperfecto, mientras que el sexo, en la vida, puede alcanzar una sublime perfección".De esta forma dio paso a Daniel Samper, también periodista, quien partió de tres "apéndices" para desarrollar su intervención. Uno de ellos, respecto a la impetuosa necesidad de crear una "academia del oído", porque si ya hay una de la lengua, es justo que exista una de este otro sentido, pues es a través de él como muchas de las palabras de la lengua tienen sentido, lo que mucho tiene que ver con estos asuntos del sentido denotativo y connotativo.Habló también de un tema un tanto escabroso, "el peligroso uso de la letra che", utilizada en palabras de fuerte contenido. Y con más candela, se tomó un momento para contar que "a gemir también se aprende".