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García de la Concha: voluntad de servir a la unidad idioma permitió el consenso

10/11/2005

Madrid, 10 nov (EFE).- El director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha, asegura que la política lingüística que ha permitido elaborar una obra como el "Diccionario panhispánico de dudas" es ya "un camino sin retorno", y afirma que el consenso ha sido "fácil" gracias a "la voluntad de servir a la unidad del idioma, de potenciarla".En una entrevista con Efe, García de la Concha no oculta la "enorme satisfacción" que siente ante lo que han logrado las veintidós Academias de la Lengua Española con el DPD, una obra que ofrece "la visión completa del español" y en la que se comprueba que "la base de la unidad del español, de la norma culta, es mucho más amplia de lo que puede pensarse".El tomar conciencia de lo extendida que está esa norma culta en los diferentes países de habla hispana facilitó desde un principio la redacción del Diccionario, cuya conveniencia fue sugerida por "las Academias americanas, y en concreto por la de Chile".García de la Concha reconoce que, a la primera reunión, los académicos fueron "con un cierto temor" porque no estaba claro si sería posible sacar adelante un diccionario de dudas como el que se presenta hoy en la sede de la Real Academia Española.Sin embargo, "todo resultó mucho más fácil de lo que podíamos calcular", dado que "las variedades de norma se constriñen a aspectos muy particulares del léxico y muy pocas veces de la gramática".Pero, sobre todo, lo que ha posibilitado el consenso entre las Academias ha sido "la voluntad de servir a la unidad del idioma, de potenciarla, tratando de llegar a acuerdos sobre cuestiones en las que la norma está fluctuante", como sucede con los neologismos y los extranjerismos.No todo ha sido fácil. Durante seis años, los académicos han mantenido "discusiones largas", por ejemplo, a la hora de "adoptar criterios y normas frente a los extranjerismos", muchos de los cuales se califican de "innecesarios" en el Diccionario."Eso no quiere decir -añade García de la Concha- que desterremos los extranjerismos. Cada uno habla como quiere y para eso está la libertad del hablante", pero lo que se deja claro es que cuando hay voces equivalentes en español, no hace falta usar determinados extranjerismos.El DPD, destaca el director, es una obra "conservadora e innovadora" al mismo tiempo, y así se comprueba al hacer "un análisis detallado" de su contenido. Por un lado, "hay una clara voluntad de avance, sobre todo en salir al encuentro de lo que llaman algunos lingüistas la norma en realización". Ante esa norma "oscilante", el Diccionario "toma posición".Pero, también, "es evidentemente conservador con la norma establecida". "No es en modo alguno purista, pero sí defiende lo que es la riqueza del lenguaje, huyendo de simplificaciones, de empobrecimientos, y trata de recomendar la recuperación de matices que se habían perdido".El Diccionario no se limita a decir si algo es correcto o no. "No es un prontuario para responder brevemente, bendecir o condenar", sino que "explica por qué surge la duda y razona por qué la norma es esa y no otra".Abrir esta obra por cualquier página "es un gozo", asegura el director. Ofrece "una perspectiva del español total" y recoge también las particularidades de cada país. Un ejemplo: cuando nació la infanta Leonor, su padre, el Príncipe de Asturias, se refirió a su "bebé", una palabra cuyo género y acentuación puede suscitar dudas.Si se consulta el DPD, se comprueba que, en España, la voz "bebé" se acentúa y funciona como sustantivo epiceno masculino. En América, sobre todo en el Cono Sur, se usa más la forma llana "bebe" y se dice "el bebe" y "la beba", señala García de la Concha.Los medios de comunicación han estado "muy ligados" a la confección de esta obra. Ha habido varias reuniones con los directores de los más importantes, que hoy asisten a la presentación. Las Academias esperan que adopten el DPD "como norma básica de referencia".