Federico García Lorca: así mataron al poeta por “socialista, masón y homosexual”
Federico García Lorca acababa de cumplir 38 años tal día como hoy, 18 de agosto. Había terminado ‘La casa de Bernarda Alba’, su “drama de la sexualidad andaluza”, llevaba “muy adelantada” una comedia sobre temas políticos y estaba trabajando en una obra nueva titulada ‘Los sueños de mi prima Aurelia’, elegía de su niñez en la Huerta de San Vicente (Granada). Allí se encontraba cuando el 17 de julio estalló en Marruecos la sublevación militar contra la República.
Las críticas hacia Lorca se habían recrudecido en el contexto de tensión previo a la Guerra Civil. Aunque detestaba la política partidista y resistió la presión de sus amigos para hacerse miembro del Partido Comunista, sufrió con vehemencia las arremetidas de los conservadores por su amistad con personalidades abiertamente socialistas como la actriz Margarita Xirgu o el ministro Fernando de los Ríos. La popularidad de Lorca y sus numerosas declaraciones contra las injusticias sociales le convirtieron en un personaje incómodo para la derecha.
Mientas el mundo entero admiraba a Federico como ‘el Homero español’, medios nacionales habían lanzado el rumor de que mantenía relaciones homosexuales con los componentes del teatro estudiantil.
“También el Estado da dinero para ‘La Barraca’ donde Lorca y sus huestes emulan las cualidades que distinguen a Cipiriano Rivas Cherif, su ‘protector’. ¡Qué vergüenza y qué asco!”, bramaba la revista satírica El Duende, a la que se sumaba la falangista F.E., que acusaba también a los ‘barracos’ de llevar una vida inmoral, de corromper a los campesinos y de practicar “el marxismo judío”.
Intuyendo que el país estaba al borde de la guerra, Lorca decidió volver de Madrid para reunirse con su familia. El 14 de julio llegó a la vega de Granada, y días más tarde celebró con ellos la festividad de San Federico. La situación política en España, donde la violencia había tomado las calles y la posibilidad de un golpe miliar estaba en boca de todos, se había vuelto insostenible. Consciente del riesgo que sufría, Federico sopesó varias opciones como intentar llegar a la zona republicana o instalarse en casa del compositor Manuel de Falla, cuyo renombre internacional podría ofrecerle protección.
Finalmente decidió alojarse en casa de los padres de su amigo Luis Rosales, un poeta de corte falangista, pero sus esfuerzos no hicieron más que alargar la persecución. Durante la tarde del 16 de agosto, fue detenido por Ramón Ruiz Alonso, un ex diputado de la CEDA que sentía un profundo odio por su mentor, Fernando de los Ríos, y por el poeta mismo. Según el biógrafo de Lorca, el hispanista Ian Gibson, se sabe que esta detención “fue una operación de envergadura”: se rodeó de guardias y policías la manzana donde estaba ubicada la casa de los Rosales, y hasta se apostaron hombres armados en los tejados colindantes para impedir que por aquella vía tan inverosímil pudiera escaparse la víctima.
Dos días después, le dieron el ‘paseo’ y lo que pasó con exactitud a partir de ese momento se desconoce. El régimen franquista nunca reconoció su implicación en el crimen, que se convertiría en una de sus grandes incomodidades internacionales, si bien un informe de 1965 procedente de la Jefatura Superior de Policía de Granada revela que Federico García Lorca fue asesinado junto a otra persona y define al poeta como “socialista y masón”, a la vez que le atribuye “prácticas de homosexualismo”.
El informe policial afirma que el poeta “fue sacado del Gobierno Civil por fuerzas dependientes del mismo y conducido en un coche al término de Viznar (Granada) y en las inmediaciones del lugar conocido como Fuente Grande, junto a otro detenido cuyas circunstancias personales se desconocen, fue pasado por las armas después de haber confesado”. Además, revela que fue “enterrado en aquel paraje, muy a flor de tierra, en un barranco situado a unos dos kilómetros a la derecha de Fuente Grande, en un lugar que se hace muy difícil de localizar”.