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Erigirán estatua de Mafalda en una esquina de Buenos Aires

16/08/2009

La NaciónCon un vestido color verde claro, ella estará sentada, solita, en un banco de plaza amurado a una vereda recién pintada, en la esquina de las calles Chile y Defensa, de Buenos Aires. Mafalda volverá, el 30 de este mes, a las tres de la tarde, al barrio de San Telmo, donde nació.A pocos metros del umbral del edificio donde se sentaba a cavilar sobre el mundo y sus circunstancias, la inolvidable criatura de Joaquín Lavado —el reconocido Quino— tendrá su escultura, realizada por el artista Pablo Irrgang, discípulo del maestro Juan Carlos Distefano. La obra es parte de un extenso homenaje a Quino en Buenos Aires.Del acto de emplazamiento de la escultura participarán, además de Quino, sus amigos Hermenegildo Sábat, Carlos Garaycochea y Rep, y el coordinador general del Programa Puertas del Bicentenario, del gobierno porteño (responsable del homenaje), Carlos Ares.Además, se descubrirá una placa en Chile 371, que fue domicilio de Quino, con la leyenda: «En esta casa 'vivió' Mafalda». Y el historietista recibirá la primera Medalla del Bicentenario, entre las 200 con las que se reconocerá a 200 ciudadanos ejemplares de la ciudad.El jueves próximo, a las 19, la Academia Nacional de Periodismo honrará a Quino en el Museo Mitre. Hablarán el historietista y Hermenegildo Sábat. El 25 de este mes, a las 19, en el Teatro de la Ribera, en La Boca, Quino participará de un diálogo público, coordinado por la periodista Astrid Pikielny.LA NACION tuvo acceso exclusivo a la escultura, recién salida del molde, y pudo comprobar que, al saltar de las dos dimensiones del papel a la obra tridimensional, Mafalda preservó su identidad, tal y como se la conoce en el mundo. Irrgang dice: «Está hecha en resina epoxi, reforzada con fibra de vidrio. Es muy resistente mecánicamente y los colores están incluidos en el material».Todo ello fue previsto para hacer frente a los posibles actos de vandalismo. La obra, que mide 0,80 m, no tendrá medidas de protección, para que la gente pueda interactuar con el personaje. La figura estará sujeta al banco de plaza, de tal modo que sólo una topadora podría destruirla, según Irrgang. Y en caso de recibir rayaduras, no se despintaría. «Esperemos que Mafalda despierte buenos sentimientos», dice confiado.Irrgang mantuvo un fluido intercambio con Quino, que vive en Italia, durante el proceso de creación de la escultura. «Me resultó interesante la idea de que estuviera solita en un banco, cavilando sobre el mundo. De noche, será otro de los chicos que duermen a la intemperie.»El escultor —integrante del colectivo GIB de artistas (www.colectivogib.com.ar)— releyó las tiras para inspirarse en el diseño de la obra. «Fue divertido, porque mientras leía, me colgaba en las tiras. Hace un mes nos reunimos con Quino para evaluar los últimos detalles. Fue una experiencia muy buena. Quino sabe muy bien lo que quiere. Siempre tuvo en claro cómo tenía que ser la escultura», dice.Nacida en 1964, Mafalda es reconocida en muchos países, merced a las traducciones de sus libros. Con su sabiduría para radiografiar los problemas del mundo, sus tiras se publican en países tan distantes, como los centroeuropeos, o Japón, Corea y Taiwan. Pronto empezará a editarse en Tailandia e India.Al recordar anécdotas en relación con las traducciones, el editor de Quino, Daniel Divinsky, de Ediciones De la Flor, dijo a LA NACION: «Hace un tiempo, un editor de Scholastic, que conocía la repercusión de Mafalda, se entusiasmó con publicarla en Estados Unidos. Un año después, me dijo era demasiado sofisticada para los chicos norteamericanos». Sin embargo, en escuelas bilingües de América latina y España, los libros de Mafalda se venden sin pausa.«Está incorporada al folklore nacional», dice Divinsky. Desde hace 45 años, recuerda, muchos eligen a Mafalda y sus amigos para dar ejemplo de la personalidad de alguien.Con ese peinado inenarrable y la expresión de perplejidad de quien busca respuestas, la escultura reactualiza las agudas reflexiones de Mafalda y agita la imaginación respecto de lo que diría el día de la inauguración, mientras todos pugnan por fotografiarse con ella.Cada lector tendrá su frase favorita y podrá dejarla hoy en LA NACION on line. Una, entre muchas, podría ser esta reflexión inolvidable: «Todos creemos en el país; lo que no sabemos es, si a esta altura, el país cree en nosotros».