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En Galicia, un inglés con el don de
las lenguas

01/05/2010

Xurxo Lobato y Omayra Lista, El PaísMark Guscin (Inglaterra, 1964) nació con un don para los idiomas. Es un Mozart de las palabras. En los estudios le iba tan bien que saltó dos cursos. A los 19 años, se licenció con matrícula de honor en Filología Clásica, con conocimiento de latín, griego y hebreo. A los 21 años le propusieron hacer un diccionario de latín.Ahora, este hijo de Babel domina un total de once lenguas. Su glosario mental abarca desde el egipcio antiguo y el arameo, hasta el catalán y el gallego, pasando por el árabe, el francés y su inglés materno. En ellas trata de cantar las excelencias del Concello de A Coruña, donde se encarga de las relaciones internacionales. Es un inglés en la corte coruñesa. Desgrana con fluidez una biografía atípica. Su padre era polaco, un huérfano de la Segunda Guerra Mundial recogido por los ingleses que también lo dejó huérfano siendo niño. Su madre, al enviudar, decidió volver a casarse, esta vez con un sacerdote católico que abandonó sus votos por los matrimoniales. La unión duró sólo cuatro meses, lo mismo que la vida de ella. «Él volvió a la Iglesia, así que ahora tengo un padrastro sacerdote católico», comenta.Mark llegó a A Coruña en 1982 para visitar a unos amigos y se enamoró de la ciudad, deslumbrado por la playa del Orzán y San Roque de Fóra. Pensó que era la esquina del mundo donde le gustaría vivir. Volvió en 1986: «Ni siquiera Iberia, que me perdió la maleta, me disuadió de quedarme». No tardó en echar raíces. Conoció a su mujer, Rocío y se casaron en cuatro semanas.Ahora tienen dos hijos con aficiones muy coruñesas: la niña juega al fútbol y el niño al hockey. Sus primeros trabajos en la ciudad fueron como traductor para una empresa de alimentación animal y como profesor de inglés. Dar su aprobado al latín de Paco Vázquez le abrió las puertas del ayuntamiento herculino.El entonces alcalde citó a Virgilio en la lengua clásica durante la inauguración de una librería y más de uno de los presentes puso en tela de juicio su dominio del idioma hasta que Mark avaló la exactitud de las palabras del regidor. Ese fue el comienzo de una gran amistad entre ambos. Lo fichó como traductor y responsable de las Relaciones Internacionales del consistorio. En las tertulias en las que Vázquez fantaseaba sobre su ciudad-estado coruñesa, solía ascenderlo al rango de ministro de Asuntos Exteriores. Desde 2002 Mark se convirtió en asesor de la Alcaldía.De los gallegos, le gusta la capacidad de improvisación, frente a la rigidez de los anglosajones. Recuerda, a modo de ejemplo, el acto de hermanamiento entre la Torre de Hércules y la Estatua de la Libertad: «Comenzó a llover y allí nadie sabía qué hacer, hasta que el alcalde Javier Losada resolvió la indecisión yanqui proponiendo la celebración en la cercana Ellis Island».Ejerció también de traductor para Fadesa durante la promoción de su salida a bolsa. Manuel Jove le oyó dirigirse en árabe al alcalde de Rabat durante una recepción y pidió al alcalde que le cediera los servicios de Mark por una temporada.De esa época, cuenta una anécdota del empresario: «Entramos en el despacho de un importante inversor londinense y Jove se acercó a la mesa, la inspeccionó, y me comentó que no estaba bien rematada». No sabía que Manuel Jove, antes que empresario, había sido carpintero. Sus pasiones son el rock y el Barça, «que es lo único que veo en la televisión». El tiempo libre, lo dedica a escribir libros de historia, que siguen acumulando páginas en sus estanterías.Este verano, publicará en inglés su primera novela histórica sobre Bizancio, Todos los diamantes del mundo. Es experto en la Sábana Santa de Turín y dirige la revista especializada The British Society for the Turin Shroud. Fue asesor y participó en dos documentales de National Geographic sobre la reliquia. También ha escrito sobre el Santo Sudario de Oviedo.Como buen inglés y coruñés de adopción, uno de sus libros, con prólogo de César Antonio Molina, está dedicado a Sir John Moore, y ha sido premiado por Librería Arenas. Su pasión por el personaje trasciende a la obra. Es miembro de la asociación histórico cultural The Royal Green Jackets, y en la recreación de la Batalla de Elviña ha hecho el papel de su admirado general británico que fue herido mortalmente durante el combate por una bala de cañón.Todos los días, cuando llega al ayuntamiento, mira la estatua de María Pita matando ingleses. Aún no es coruñés del todo, porque para él Sir Francis Drake no es precisamente un pirata, sino corsario y héroe.