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"En busca del origen del lenguaje": una historia neurológica y moral del monito hablador

23/02/2021
Luis Alemany

Qué sabemos de los neandertales? Sabemos que eran rubios y que tenían las frentes bajas y las caras convexas; sabemos que iban erguidos como los homo sapiens; y sabemos que perdieron la Historia. Los sapiens sobrevivieron y los neandertales desaparecieron. Sin embargo, no debieron de ser menos inteligentes. Los genes neandertales están en cualquier humano que no sea exclusivamente africano, lo que hace pensar que las dos especies se aceptaban como amantes y que aceptaban y cuidaban de los hijos mestizos.

Los sapiens ya hablaban. ¿También los neandertales? No hay razón para creer que no, ya que su aparato fonador estaba desarrollado. ¿Es posible saber cómo hablaban? No aún, pero ya hay investigadores que analizan las lenguas de comunidades genéticamente más neandertales que otras para encontrar patrones de semejanza gramatical.

Historias así son las que recorren En busca del origen del lenguaje, el libro del investigador sueco Sverker Johansson (editado por Ariel) que sintetiza el proceso con el que los humanos aprendimos a hablar. ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Por qué y para qué? En realidad, el libro de Johansson empieza como la historia de una tecnología genética y acaba por ser un ensayo moral sobre lo que significa ser humano.

«Sabemos las regiones del cerebro que se activan con el lenguaje pero los detalles son poco claros», explica Johansson. «Se supone que el lenguaje está en el lado izquierdo del cerebro, cerca del oído, en un punto que no está muy claro. Pero no sólo está ahí ni siempre está ahí. Muchos zurdos tienen el lenguaje en el lado derecho del cerebro. Y hay gente que lo tiene en los dos lados. Sabemos de niños que han tenido lesiones cerebrales que afectaron a esa región y que aprendieron a hablar. El cerebro encuentra soluciones diferentes a sus retos, es flexible».

Si a Johansson se le pregunta cuáles son las grandes incertidumbres que le gustaría despejar sobre la conquista del habla, da dos respuestas: una neurológica y otra antropológica. «Me gustaría saber exactamente qué pasa en el cerebro. Supongo que pronto avanzaremos en esa cuestión. Y me gustaría saber cómo empezó el lenguaje, pero eso será más difícil de saber. Mi opinión, hasta ahora, es que la lengua se construyó lenta y gradualmente, igual que construimos maneras de comunicarnos en un país cuyo idioma ignoramos».