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El valor económico del
español

04/01/2010

El MercurioHasta hace poco, la Real Academia todavía se consideraba la supremaautoridad para la interpretación, la conservación y el desarrollo de unalengua hablada por más de cuatrocientos millones de personas. Las cosas han cambiado. Ahora, veintidós academias hispanas en igual número de países trabajan en condición de igualdad, llevando a cabo proyectos cada vez más ambiciosos, creando cada vez más diccionarios para un tesoro rico y variado de palabras, intentando mantener una gramática común. El primer congreso mundial de estas academias tuvo lugar en Zacatecas, en 1997.En esa ocasión, tres premios Nobel muy diferentes —Gabriel García Márquez,Octavio Paz y Camilo José Cela— se pronunciaron sobre la lengua común. Pazhabló de la extraordinaria riqueza ganada por el idioma español por suexpansión en América. García Márquez abogó por una fusión lingüística yexhortó a una reforma ortográfica (la cual sin embargo, tengo que señalarlo,considerando las diferencias de pronunciación, reduciría la comprensiónmutua). Cela argumentó en pro de una convivencia pacífica.Le ha ido bien al español. De hecho, le iba bien incluso antes de lacooperación entre las academias. La cantidad de lenguas en el mundo sereduce cada vez más rápido, las pequeñas sucumben por la cercanía de lasgrandes. Mas el número de personas que tienen el español como su primera osegunda lengua sigue en aumento. Un mapa reciente —Atlas de la lenguaespañola en el mundo— ha sido publicado por el lingüista Francisco MorenoFernández y el sociólogo Jaime Otero Roth (Ariel/Colección FundaciónTelefónica, Barcelona 2008).En varios sentidos, el español ha llegado a ser el segundo idioma del mundo,según el criterio utilizado: número de personas, número de estados, el papeldel idioma en el contexto internacional. Además, Estados Unidos hoy en díase ha convertido en uno de los mayores países hispanoparlantes, considerandola cantidad de sus habitantes (unos 30 millones), que lo consideran sulengua materna. Los autores constatan que los «latinos» de EE.UU. hablanespañol incluso en la segunda o tercera generación. A pesar de los muros ylos guardias fronterizos, el futuro de la lengua parece estar garantizadopor la inmigración. ¿Querrá decir esto que la tendencia seguirá, como losespañoles esperan y Samuel Huntington temía? En parte, el«multiculturalismo» es el efecto de una integración malograda.Todos los hispanoparlantes pueden entenderse entre sí. Puede que encuentrenla pronunciación del otro curiosa o hasta ridícula, y el vocabulario puedevariar considerablemente. La misma palabra puede significar cosas distintaso al menos tener otro valor u otras asociaciones de un país a otro, y estopuede causar malentendidos o molestias. Un libro escrito en otro idioma ytraducido al español en Madrid puede parecer pesado en Buenos Aires o enCaracas y viceversa. Pero para comunicarse a través de la fronteras estos400 millones no tienen por qué ser cultos ni siquiera educados. A diferenciade muchas otras lenguas —entre ellas el chino y el árabe— el español no hadesarrollado diferencias dialectales tan fuertes como para amenazar elentendimiento mutuo.El idioma, una «materia prima»Hace poco, un grupo de investigadores dirigido por los profesores José LuisGarcía Delgado, José Antonio Alonso y Juan Carlos Jiménez publicó un estudiosobre la importancia económica del español bajo el título Economía delespañol (Ariel/Colección Fundación Telefónica, Barcelona 2009).Los estudiosos son principalmente economistas y sociólogos, pero el grupotiene una sólida competencia lingüística. La tarea que se han dado puedeparecer extraña, tanto para lingüistas como para economistas. Estos puedensuponer que tales estudios serían frívolos y carentes de interés; aquellospueden disgustarse ante la pretensión de ponerle precio a algo cuyo valor esincalculable por definición.Sin embargo, la relevancia económica del idioma es incontestable. La lenguaes la condición y el mayor instrumento del intercambio económico. Los costesde transacción ocupan un lugar creciente en los cálculos económicoscontemporáneos, al compás del aumento de la productividad de bienes yservicios. El problema está en identificar y cuantificar el idioma comorecurso y costo. Siendo un bien inmaterial cuyas externalidades sondifíciles de definir, frecuentemente carece de costo de producción y su usono reduce su cantidad; al contrario, su valor crece con la cantidad de sususuarios. Para quien lo tenga como lengua materna, el costo marginal escero. El valor de la membresía del club crece cuanto más numerosos son susmiembros.Para el grupo de investigadores, el idioma tiene tres funciones principales:como medio de comunicación, como «materia prima» para actividades creativasy como señal de identidad. Cada una tiene efectos económicos pero hay quemedirlos de manera distinta. Lo más difícil de calcular es el papel delidioma como señal de una identidad común. El efecto de un idiomainternacionalmente utilizable para reducir los costos de transacción tampocoson fáciles de medir. Lo más obvio es el uso del idioma como materia primade diversos productos en el área de la comunicación: periódicos, cine,música, literatura, publicidad.El grupo ha construido un modelo para comparar tales valores y espera verestudios paralelos en otras partes del mundo hispanoparlante a fin de poderdemostrar las correspondientes ventajas competitivas para otros países.Reconocen que la causalidad es compleja. Si el idioma es importante para lacompetitividad, ésta también es importante para la utilidad del idioma.El informe subraya algunos factores especialmente importantes para la fuerzaeconómica de un idioma en el futuro. En el mundo «llano» de hoy, un idiomano será eficiente en primer lugar por motivos demográficos sino en la medidaen que representa una economía creciente, una considerable producción deconocimiento y unas instituciones sociales y políticas funcionales. Estos,según los autores, son los principales factores que han creado la posicióndominante del inglés. En cierto sentido, la economía del inglés es sinónimaa la economía en inglés. El idioma refleja factores ya conocidos entre lospaíses: competitividad, estabilidad democrática, cohesión social.Esto implica algunos problemas para la extensión del español y lógicamentepara la tesis principal del informe. De los cuatrocientos millones de hispanoparlantessólo cuarenta millones usan internet. Los avances científicos se hacen con más frecuencia en países donde se hablan otros idiomas. Más libros escritos en inglés son traducidos a otros idiomas que los que han sido escritos en español. En varios países, también en América Latina —Guatemala, Paraguay, Bolivia, Venezuela, Colombia—, la difusión del español todavía no se ha completado. En Guatemala, la lengua compite con unos veinte idiomas locales.La discriminación de indígenas en países como Perú y Chile debilita lacapacidad de entender y expresarse en español de muchas personas cuya lengua materna es el aimara, el quechua o el mapudungún.Faltan dos meses para el quinto congreso mundial de la lengua, que tendrálugar en Valparaíso en marzo de 2010. Será un evento con miles departicipantes, en el cual las veintidós academias se juntarán con lingüistas,sociólogos y escritores. La mayoría serán gentes que viven para el idiomasin preocuparse demasiado de su valor económico y cuyo trabajo pocas veceses remunerado con «bonos» millonarios. Es cierto que el avance del españolnos recuerda las implicancias políticas y económicas del idioma, de todoslos idiomas. Después de todo, la capacidad lingüística es la principalcualidad que define al homo sapiens y, de paso, también al homo economicus.