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El Ulises de Joyce: la odisea del traductor

16/01/2022
Karina Sainz Borgo

A 100 años de la obra, sus traductores reflexionan sobre la complejidad de su traducción

Se publicó hace cien años, y tras no pocos reveses. Censurada y enjuiciada en varias ocasiones por considerarla inmoral y pervertida, Ulysses de James Joyce llegó a manos de los lectores en 1922. Sylvia Bleach, dueña de la librería parisina Shakespeare en Company, decidió editarla. La novela doblegó el canon literario y desafió la tradición sorbiéndola hasta el tuétano. Este 2022, cuando se celebra el centenario de la obra más conocida del irlandés, se reabre la discusión sobre el desafío que supone traducirla.

Alabado por unos e incomprendido por otros, al Ulysses lo persiguen la fascinación, la impostación y la confusión. Una obra ciclópea que el propio Joyce quiso emparentar con la Odisea, y en cuyas páginas consiguió exprimir una viva memoria oral hasta convertir el lenguaje en el verdadero protagonista de la historia.

Su estilo fascinó a Eliot, Borges, Faulkner y Ezra Pound.

Escrita entre Trieste, Zúrich y París, James Joyce narra a lo largo de casi mil páginas un día en la vida del joven y tímido Stephen Dedalus, que ya había aparecido en Retrato del artista adolescente’ y del agente de publicidad judío Leopold Bloom. Ambos recorren Dublín, desde las ocho de la mañana del jueves 16 de junio de 1904 hasta las dos de la madrugada, cuando Molly Bloom, cantante lírica y esposa de Leopold, acomete un intenso monólogo interior que finaliza el libro.

Se ha estudiado, y el propio Joyce la sugirió, una supuesta correspondencia entre la jornada de Bloom y los cantos del poema de Homero o la Divina comedia, incluso hay quienes identifican su humor trágico con el Quijote y el Sancho Panza de Cervantes. Lecturas comparadas a un lado, los personajes de Joyce se emancipan del argumento de la obra y abren paso para que el lenguaje se convierta en el verdadero protagonista.

Una obra intraducible

Hay tantos Ulysses como traductores de sus páginas. La profusión de retruécanos, juegos verbales o rimas la convierten en una de las obras más complicadas, y por ello atractivas, al momento de volcarlas del inglés a otros idiomas. Su primer traductor al español fue el escritor argentino José Salas Subirat, en 1945. Durante años, la suya fue la única, hasta que, en 1976, el profesor, ensayista y poeta José María Valverde publicó en Lumen la que se conoce hasta hoy como la versión canónica, ganadora del Premio Nacional de Traducción y revisada por él en una edición crítica de 1988.

En ocasión del centenario del clásico de Joyce, tres sellos publican versiones actualizadas de la prosa del irlandés. Lumen ofrece a los lectores una nueva edición de la traducción de Valverde prologada y revisada por el crítico literario Andreu Jaume. Galaxia Gutenberg edita la traducción de Subirat con ilustraciones de Eduardo Arroyo y Páginas de Espuma reúne por primera vez en español sus textos cortos en el volumen ‘Cuentos y prosas breves’, traducido por Diego Garrido.

«El Ulysses no puede tener una edición anotada, porque supone otro libro, que ya existe y cuya traducción es un trabajo infinito. Para disfrutar el Ulises no hace falta conocer todas esas notas, el Ulises, como la literatura de esa generación s, hace emerger la complejidad que en la literatura estaba sumergida. Ocurre en las obras de Shakespeare y Cervantes: está subsumida en el cuerpo del texto y aflora en la superficie», asegura Andreu Jaume.

«Lo máximo que se puede hacer con el Ulysses es una aproximación», asegura Diego Garrido, quien en su introducción de los cuentos y prosas breves describe cómo el Dublín del Ulises que ha presentado en obras se mezcla en ese caos donde todo cabe, y que desafía lo que hasta entonces la novela había podido ofrecer como género literario. «Un traductor que se acerque a Ulysses debe bajar al libro del altar, no para intentar traducir el sentido literal sino para interpretarlo. Hay un Ulysses por cada traductor. Y es lo correcto».

De la intraducibilidad del Ulysses a la batalla por crear uno nuevo en cada intento, esa es la senda que recorre a esta novela, según Jaume. «En el virtuosismo del inglés, Joyce no tiene comparación, solo Shakespeare. Hace sonar la lengua. Reproducir eso es prácticamente inalcanzable, pero al mismo tiempo, como obra radicalmente moderna, lleva la semilla de la traducción en el texto. El sueño de Joyce sólo se cumple con la suma de todas sus traducciones, por eso hay que celebrar todas las que se han hecho en todas las lenguas».

¿Envejecen las traducciones?

Las versiones en español del Ulysses de Joyce que se conocen hasta ahora son las que realizaron José Salas Subirat y José María Valverde y más recientemente la que hicieron, en 1999, María Luisa Venegas y Francisco García Tortosa para la editorial Cátedra. «Ante la pregunta sobre si se corrigen o se mejoran entre sí, Diego Garrido asume que todas las traducciones abren camino a la siguiente. En cada nueva traducción se resuelven más dudas, se prueban o se corrigen nuevos errores».

André Jaume, quien revisó la traducción de Valverde para esta nueva edición de Lumen, reconoce su rigor, aunque admite el paso del tiempo por algunas de sus soluciones. «Hizo un trabajo muy riguroso, pero como toda traducción, la de Valverde había envejecido. Mantenía formas verbales y gramaticales de aquella que al final acaban alejando al lector. Digamos que lo que he hecho es restaurarla».

La primera y más antigua versión en castellano de Se publicó hace cien años, y tras no pocos reveses. Censurada y enjuiciada en varias ocasiones por considerarla inmoral y pervertida, Ulysses de James Joyce llegó a manos de los lectores en 1922. Sylvia Bleach, dueña de la librería parisina Shakespeare en Company, decidió editarla. La novela doblegó el canon literario y desafió la tradición sorbiéndola hasta el tuétano. Este 2022, cuando se celebra el centenario de la obra más conocida del irlandés, se reabre la discusión sobre el desafío que supone traducirla.

Alabado por unos e incomprendido por otros, al Ulysses lo persiguen la fascinación, la impostación y la confusión. Una obra ciclópea que el propio Joyce quiso emparentar con la Odisea, y en cuyas páginas consiguió exprimir una viva memoria oral hasta convertir el lenguaje en el verdadero protagonista de la historia.

Su estilo fascinó a Eliot, Borges, Faulkner y Ezra Pound.

Escrita entre Trieste, Zúrich y París, James Joyce narra a lo largo de casi mil páginas un día en la vida del joven y tímido Stephen Dedalus, que ya había aparecido en ‘Retrato del artista adolescente’, y del agente de publicidad de origen judío, Leopold Bloom. Ambos recorren Dublín, desde las ocho de la mañana del jueves 16 de junio de 1904 hasta las dos de la madrugada, cuando Molly Bloom, cantante lírica y esposa de Leopold, acomete un intenso monólogo interior que finaliza el libro.

Se ha estudiado, y el propio Joyce la sugirió, una supuesta correspondencia entre la jornada de Bloom y los cantos del poema de Homero o la Divina comedia, incluso hay quienes identifican su humor trágico con el Quijote y el Sancho Panza de Cervantes. Lecturas comparadas a un lado, los personajes de Joyce se emancipan del argumento de la obra y abren paso para que el lenguaje se convierta en el verdadero protagonista.

Una obra intraducible

Hay tantos Ulysses como traductores de sus páginas. La profusión de retruécanos, juegos verbales o rimas la convierten en una de las obras más complicadas, y por ello atractivas, al momento de volcarlas del inglés a otros idiomas. Su primer traductor al español fue el escritor argentino José Salas Subirat, en 1945. Durante años, la suya fue la única, hasta que, en 1976, el profesor, ensayista y poeta José María Valverde publicó en Lumen la que se conoce hasta hoy como la versión canónica, ganadora del Premio Nacional de Traducción y revisada por él en una edición crítica de 1988.

En ocasión del centenario del clásico de Joyce, tres sellos publican versiones actualizadas de la prosa del irlandés. Lumen ofrece a los lectores una nueva edición de la traducción de Valverde prologada y revisada por el crítico literario Andreu Jaume. Galaxia Gutenberg edita la traducción de Subirat con ilustraciones de Eduardo Arroyo y Páginas de Espuma reúne por primera vez en español sus textos cortos en el volumen ‘Cuentos y prosas breves’, traducido por Diego Garrido.

«El Ulises no puede tener una edición anotada, porque supone otro libro, que ya existe y cuya traducción es un trabajo infinito. Para disfrutar el Ulises no hace falta conocer todas esas notas, el Ulises, como la literatura de esa generación s, hace emerger la complejidad que en la literatura estaba sumergida. Ocurre en las obras de Shakespeare y Cervantes: está subsumida en el cuerpo del texto y aflora en la superficie», asegura Andreu Jaume.

«Lo máximo que se puede hacer con el Ulises es una aproximación», asegura Diego Garrido, quien en su introducción de los cuentos y prosas breves describe cómo el Dublín del Ulises que ha presentad en obras se mezcla en ese caos donde todo cabe, y que desafía lo que hasta entonces la novela había podido ofrecer como género literario. «Un traductor que se acerque a Ulises debe bajar al libro del altar, no para intentar traducir el sentido literal sino para interpretarlo. Hay un Ulises por cada traductor. Y es lo correcto».

De la intraducibilidad del Ulises a la batalla por crear uno nuevo en cada intento, esa es la senda que recorre a esta novela, según Jaume. «En el virtuosismo del inglés, Joyce no tiene comparación, sólo Shakespeare. Hace sonar la lengua. Reproducir eso es prácticamente inalcanzable, pero al mismo tiempo, como obra radicalmente moderna, lleva la semilla de la traducción en el texto. El sueño de Joyce sólo se cumple con la suma de todas sus traducciones, por eso hay que celebrar todas las que se han hecho en todas las lenguas».

¿Envejecen las traducciones?

Las versiones en español del Ulysses de Joyce que se conocen hasta ahora son las que realizaron José Salas Subirat y José María Valverde y más recientemente la que hicieron, en 1999, María Luisa Venegas y Francisco García Tortosa para la editorial Cátedra. «Ante la pregunta sobre si se corrigen o se mejoran entre sí, Diego Garrido asume que todas las traducciones abren camino a la siguiente. En cada nueva traducción se resuelven más dudas, se prueban o se corrigen nuevos errores».

André Jaume, quien revisó la traducción de Valverde para esta nueva edición de Lumen, reconoce su rigor, aunque admite el paso del tiempo por algunas de sus soluciones. «Hizo un trabajo muy riguroso, pero como toda traducción, la de Valverde había envejecido. Mantenía formas verbales y gramaticales de aquella que al final acaban alejando al lector. Digamos que lo que he hecho es restaurarla».

La primera y más antigua versión en castellano de Ulysses, la de José Salas Subirat no ha perdido vigencia, según Joan Tarrida, editor e Galaxia Gutenberg. «Las soluciones que él encontró se mantienen como las mejores hasta ahora. La traducción de Subirat mantiene la fuerza, porque tuvo muy en cuenta el lenguaje popular del Buenos Aires de ese momento y tiene un valor histórico tremendo. Fue la primera y durante 30 años la única y la que marcó un camino a muchos lectores».

, la de José Salas Subirat no ha perdido vigencia, según Joan Tarrida, editor e Galaxia Gutenberg. «Las soluciones que él encontró se mantienen como las mejores hasta ahora. La traducción de Subirat mantiene la fuerza, porque tuvo muy en cuenta el lenguaje popular del Buenos Aires de ese momento y tiene un valor histórico tremendo. Fue la primera y durante 30 años la única y la que marcó un camino a muchos lectores».