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El sabir: la lengua común del Mediterráneo que era una especie de catalán

24/01/2023
Marc Pons

Representación de un grupo de mercaderes en la Casa de la Llotja de Barcelona (siglo XV). Fuente: Encyclopedia Britannica

Madīna Mayūrqa (actual Palma, Mallorca), abril de 1115. Hace 908 años. Un ejército aliado, formado por las huestes de los pequeños dominios independientes de Barcelona, Montpellier, Niza y Pisa, vencía la resistencia de los defensores de Madīna Mayūrqa y entraba en la ciudad. Aquel asalto era la culminación de varias operaciones de saqueo y destrucción de varios puertos árabes de Ibiza y de Mallorca que albergaban la piratería musulmana. En el transcurso de aquella campaña, que remontaba al año anterior, los diferentes partícipes de aquel ejército aliado utilizaron un vehículo de comunicación común: una lengua franca que, en el transcurso del tiempo, adquiriría una importancia primordial. El sabir, que es como fue llamado aquel pidgin, sería la lengua del comercio y de la navegación en el Mediterráneo hasta principios del siglo XIX.

¿Cómo surge el sabir?

A caballo del año 1000, coincidiendo con la etapa más crítica del poder central o real en la Europa de la época, se produjo una explosión de independencias de pequeños dominios, sobre todo en el Mediterráneo occidental. Durante el siglo X, Barcelona, Montpellier o Niza escaparon del dominio de la monarquía francesa; y Génova, Lucca o Pisa se zafaron de las garras del emperador alemán. Estos pequeños dominios independientes, articulados como condados o como señoríos (en definitiva, como repúblicas coronadas o como repúblicas plebeyas), tenían un elemento en común: basaban su riqueza en el comercio marítimo, y en este contexto político y económico era necesario un instrumento común de comunicación. El profesor Carles Castellanos —de la UAB—, en su investigación, revela que este pidgin ya está articulado antes del cambio de milenio.

Madīna Mayūrqa (actual Palma, Mallorca), abril de 1115. Hace 908 años. Un ejército aliado, formado por las huestes de los pequeños dominios independientes de Barcelona, Montpellier, Niza y Pisa, vencía la resistencia de los defensores de Madīna Mayūrqa y entraba en la ciudad. Aquel asalto era la culminación de varias operaciones de saqueo y destrucción de varios puertos árabes de Ibiza y de Mallorca que albergaban la piratería musulmana. En el transcurso de aquella campaña, que remontaba al año anterior, los diferentes partícipes de aquel ejército aliado utilizaron un vehículo de comunicación común: una lengua franca que, en el transcurso del tiempo, adquiriría una importancia primordial. El sabir, que es como fue llamado aquel pidgin, sería la lengua del comercio y de la navegación en el Mediterráneo hasta principios del siglo XIX.

¿Cómo surge el sabir?

A caballo del año 1000, coincidiendo con la etapa más crítica del poder central o real en la Europa de la época, se produjo una explosión de independencias de pequeños dominios, sobre todo en el Mediterráneo occidental. Durante el siglo X, Barcelona, Montpellier o Niza escaparon del dominio de la monarquía francesa; y Génova, Lucca o Pisa se zafaron de las garras del emperador alemán. Estos pequeños dominios independientes, articulados como condados o como señoríos (en definitiva, como repúblicas coronadas o como repúblicas plebeyas), tenían un elemento en común: basaban su riqueza en el comercio marítimo, y en este contexto político y económico era necesario un instrumento común de comunicación. El profesor Carles Castellanos —de la UAB—, en su investigación, revela que este pidgin ya está articulado antes del cambio de milenio.

¿Cómo se forma aquel primer sabir?

El Mediterráneo siempre ha sido un espacio de encuentro y de intercambio, y el choque de civilizaciones (la fractura política y cultural entre las dos orillas del mar) no afectó a los intercambios comerciales. El sabir es una de las pruebas más evidentes de que estos encuentros comerciales nunca desaparecieron. Otra vez, el profesor Castellanos explica que el sabir surgió por el contacto entre los navegantes y los comerciantes de las dos orillas del Mediterráneo occidental: la del norte, de lenguas neolatinas (como, por ejemplo, el catalanoccitano); y la del sur, de lenguas amazig y árabe. En la composición de estas lenguas (la influencia de cada una de ellas en la formación de su corpus léxico) jugarían factores como la fuerza política y económica de cada uno de los actores que intervenían. No olvidemos que lengua y poder siempre han ido juntos.

Catalán-occitano-provenzal

Alrededor del año 1000, y durante el resto de la edad media (del siglo XI al XV), la lengua popular de Barcelona, de Montpellier, de Tolosa, de Marsella o de Niza era prácticamente la misma. De hecho, en el ámbito académico y hasta inicios del siglo XX, se consideraba que el catalán y las tres variantes del occitano —languedociano, provenzal y gascón— formaban un mismo sistema lingüístico. Todo eso viene a propósito de la composición del sabir. Según los estudiosos de este fenómeno —especialmente el profesor Castellanos-, el sabir primigenio (el que surgió y se desarrolló durante la edad media) sería un sincretismo de catalanoccitano (la lengua del arco mediterráneo entre Barcelona y Niza), de ligurtoscano (la lengua de la cornisa tirrena, entre Génova y Pisa) y de amazigàrab, que se hablaba en la costa norteafricana entre Orán y Trípoli.

La falsa presencia del castellano

Algunos artículos generalistas del sabir afirman sin rubor que este pidgin es un sincretismo entre castellano e italiano. Eso es totalmente falso. Cuando surgió el sabir (siglos X-XI), los castellanos todavía no habían alcanzado la costa mediterránea (no lo harían hasta 1245); y, por lo tanto, no tenían ni marinería ni negocio en el viejo Mare Nostrum. En cambio, lo que si es cierto es que, superada la edad media (siglo XVI) la progresiva incorporación de marineros y comerciantes andaluces a las rutas comerciales mediterráneas se traduciría en una importante incorporación de léxico castellano al sabir. Y con respecto al italiano, tres cuartos de lo mismo. El italiano es una lengua contemporánea creada después de la unificación política de Italia (1860). Defender que la lengua italiana ha influido en la composición del sabir solo se puede entender cuando se confunde ligurtoscano medieval con italiano contemporáneo.

¿En qué se parecían el sabir y el catalanoccitano medieval?

El sabir, creado para facilitar la comunicación, evitaba la conjugación de los verbos, de modo que todas las acciones se expresaban en infinitivo. Sería, para decirlo coloquialmente, como se expresaban los indios americanos en los westerns de Hollywood. Y aquí, en este punto. es donde se hace más evidente la influencia catalana: los infinitivos del sabir medieval son siempre acabados en -ar o en -ir, como en el catalanoccitano medieval, a diferencia del sistema lingüístico ligurtoscano, más fiel a la lengua madre latina y que conservaba las terminaciones en -are o en -ire. En sabir, un armador le preguntaría a un marinero que se quería enrolar, pero que tenía mal aspecto: "ti estar bono?" ('¿tú estar bueno?'). O un criado de costa (un estibador portuario medieval) que desestibaba la carga de un comerciante le dejaba un espacio en el bote y le preguntaba: "ti venir aquí"? ('tú venir aquí?').

¿En qué más se parecían el sabir y el catalanoccitano medieval?

El sabir fue una revolución lingüística que tenía el propósito de facilitar la comunicación en los intercambios comerciales. Su composición se simplificó y adecuó al máximo. Los catalanes estaban cada vez más presentes en el mar; y en los textos del sabir encontramos una gran cantidad de sustantivos que son como en el cataloccitano de la época. Un buen grupo de sustantivos del sabir acaban con las terminaciones -ato o -ir, características del catalanoccitano medieval. Algunos ejemplos serían los sustantivos: forato ('agujero'), deserto ('desierto'), joco ('juego'), olio ('aceite'), fugo ('fuego'), los adjetivos: vergonyoso ('vergonzoso') o los verbos: mirar, prometir, tener, gritar, consolar o impedir. Esta influencia es tan evidente que en el léxico sabir aparecen sustantivos del catalán que el tiempo no ha modificado, como por ejemplo: caserna ('cuartel'), germana ('hermana'), mantega ('mantequilla'), riu ('río') o taca ('mancha').

Los consulados de mar catalanes y el sabir

Durante dos siglos largos (XII en XV), Barcelona —y, por extensión, Catalunya— fue una superpotencia militar y económica que disputó el liderazgo del Mediterráneo a Génova y a Venecia, cuando no lo ostentó en solitario. Los consulados de mar catalanes esparcidos por todo el Mediterráneo fueron, siempre, foco de la expansión marítima catalana y, en algunos casos, plataformas de la conquista militar catalana. Eran, como defiende la profesora Coral Cuadrada, de la URV, núcleos de proyección del modelo colonizador catalán, de factura mercantil y de tradición griega y que, posteriormente, inspirarían las empresas colonizadoras inglesas y neerlandesas en el Nuevo Mundo. Los consulados de mar, máxima expresión de la fuerza política y económica catalana en la plenitud medieval de Barcelona, universalizarían el derecho marítimo catalán y el sabir.