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El idioma español, perseguido sólo en España

23/04/2009

Por Pedro Peral, El Día de Ciudad RealPor su naturaleza, los nacionalismos radicales no conocen límites en sus ambiciones. Va de suyo su insaciabilidad, su voracidad competencial. Si las reivindicaciones catalanistas, como las vascas, han presentado siempre un fuerte enfrentamiento, entre otros, con los principios de igualdad y solidaridad, exigidos por la Constitución, el apoyo parlamentario del tripartito que permitió a Rodríguez Zapatero entrar en la Moncloa, se lo están cobrando y bien.El último, por ahora, escándalo ha surgido en Ibiza. Un niño de once años, Olaf, ha reclamado examinarse en español. Porque es el idioma, ha declarado, “en que mejor expreso mis ideas”. Su pretensión ha sido rechazada por la Consejería de Educación de Baleares y su propio colegio.Olaf no personifica un caso aislado. El 90% de los colegios baleares margina el castellano. Y no solo en las clases: se ha denunciado que los alumnos de primaria de algunos colegios son reprendidos por sus maestros si hablan español en los recreos. Es una persecución en toda regla cuyos cimientos los puso, consintiendo la imposición del catalán, el presidente Gabriel Cañellas.Otro tanto sucede en Cataluña. En localidades del área metropolitana de Barcelona, con población mayoritariamente castellano parlante, se multa a los comerciantes que anuncian sus productos en español y se exige el catalán no solo en la docencia sino también en los recreos en base a que la legislación del tripartido en la materia “el recreo se considera una actividad educativa integrada en el horario lectivo del alumnado y, por tanto, se tienen que respetar también los principios del proyecto educativo”.Parecidos atropellos se vienen produciendo en Galicia. Los inició el entonces presidente Manuel Fraga, continuador de la política lingüística del presidente de la Generalitat, Jordi Pujol. Con el bipartito PSOE-BNG se acentuó la inmersión lingüística, hasta límites insospechados. El acceso del popular Núñez Feijoo al gobierno de la Xunta conducirá a hacer cumplir la Constitución y respetar el derecho a elegir idioma.El origen de estos atropellos hay que situarlo en la introducción del término “nación” en el preámbulo del Estatuto de Cataluña. Se ha convertido en una llave maestra que está abriendo las puertas a todas las aspiraciones. Aparte del ejercicio de insolidaridad que va a suponer el sistema financiero que queda consagrado en el texto estatutario y que el vicepresidente tercero del Gobierno, Manuel Chaves, ha empezado a negociar, la libertad de expresión y la cooficialidad de los idiomas castellano y catalán siguen sufriendo continuos golpes. El idioma español se habla por unos 350 millones de personas y es la cuarta lengua más importante del mundo. Menos en determinados territorios de nuestro país, la lengua del universal Miguel de Cervantes no solo es el vehículo de comunicación y cultura, sino objeto de respeto y admiración.Permítanme que termine este comentario recordando lo que me sucedió en Urnieta, municipio guipuzcoano, en cuyas listas del PP a las elecciones locales yo figuraba como candidato “de relleno”, para completar aquellas. Con ocasión de un viaje me acerqué al pueblo. En la puerta de una escuela esperaban, hablando en español, varias madres, el término de las clases. Los chicos salían hablando entre ellos en euskera, fruto del adoctrinamiento lingüístico del gobierno vasco. El derecho a recibir enseñanza en la lengua materna no era respetado. Con el triunfo de los partidos constitucionalistas, la situación debe cambiar.Creo hace falta un decidido y democrático “golpe de timón” en materia autonómica para reconducir los desmanes en que ha degenerado el proceso; golpe que podría se podría realizar con la sentencia pendiente en el Tribunal Constitucional sobre los recursos planteados al Estatuto de Cataluña, entre otros, por el Partido Popular. Y con nuestros votos, desalojar del poder, o aminorar su nefasta influencia, a los partidos nacionalistas.