twitter account

El habla no es inocente: lenguaje y racismo en Latinoamérica

26/07/2023
Andrea Ariet

Las dificultades de acceso a la educación son uno de los mayores desafíos para las comunidades afrodescendientes en América Latina. En la imagen, una escuela con mayoría de alumnos afrodescendientes en Tumaco, Colombia. Lokman Ilhan/AA/picture alliance

Las dificultades de acceso a la educación son uno de los mayores desafíos para las comunidades afrodescendientes en América Latina. En la imagen, una escuela con mayoría de alumnos afrodescendientes en Tumaco, Colombia. Lokman Ilhan/AA/picture alliance

“El lenguaje es racista”, dice a DW Rosa Cristina Martínez, licenciada en filología y etnoeducadora. “Es un reflejo de los valores que tenemos como sociedad”.

La concienciación por el lenguaje y su vinculación con actitudes racistas, especialmente hacia la población afrodescendiente, es algo que no está en boga en América Latina, pese a que son ya 133 millones de personas —uno de cada cuatro latinoamericanos—, los que se identifican como tales. La mayoría ubicados en Brasil, Ecuador, Venezuela, Colombia, Cuba y México.

Así, por ejemplo, en Colombia una persona “negra” es “afrodescendiente”, aunque también hay “raizales” y “palenqueros” —vocablos a poblaciones específicas—, que comprenden un total de 4,67 millones de personas; y en Argentina, —donde la población afrodescendiente es de apenas el 0,4%— “se usa 'afrodescendiente' porque 'negro' está ligado a “expresiones clasistas con tintes racistas”, señala Anny Ocoró Loango, investigadora del Conicet y activista antirracista.

Aunque es un debate abierto. En entrevista con DW, Ocoró Loango sostiene que, para algunos, la palabra “negro” proviene de un contexto colonial y usarla reivindica ese pasado, por lo que se prefiere el concepto “afrodescendiente”. Pero para otros, como en Brasil, “negro” adopta una categoría de resistencia política, así que es el más usado. Por parte de Martínez, el término “afro” o “afrodescendiente” se englobaría dentro de un uso del lenguaje políticamente correcto y esperado “por las personas externas a la negritud”.

Tal y como señala un estudio del Banco Mundial, negro, moreno, pardo, preto, zambo y créole, son términos cercanos en las relaciones raciales en América Latina, y que llevan aparejados “estigmas y sesgos, resultado de una larga historia de discriminación y racismo”.

En entrevista a DW, la Oficina Regional Multisectorial de la Unesco en San José, Costa Rica, aboga por un análisis histórico para deconstruir estereotipos y pone como ejemplo a Brasil —último país en abolir formalmente la esclavitud negra en 1888— y cómo el pensamiento que margina a personas afrodescendientes se ha arraigado en el inconsciente colectivo hasta hoy.

El habla y los prejuicios

Desde el punto de vista lingüístico, Martínez señala que es habitual encontrar palabras que sustentan prejuicios contra comunidades negras y afrodescendientes. En el caso de Colombia, expresiones como me negrearon, es una forma de “deshumanización”. Otras como negrito o negrita en Argentina, usadas en un contexto cariñoso, “sostienen la idea de la ignorancia como excusa para ser racista”. “No hay manera de asumir como positivo un comentario que incluya la racialización de alguien, así que cuando se habla en diminutivo de 'negrito' se está siendo racista, condescendiente e infantilizando a esa persona”.

“Todo depende del contexto”, señala a DW Alejandra Garzón, lingüista de la Universidad Nacional de Colombia, si bien alrededor del término “negro” suele haber una cuestión peyorativa que “resalta esa diferenciación fenotípica”, añade.

Otras palabras se han distorsionado, como es el caso de quilombo. Este término, de la lengua bantú y que suele traducirse como palenque en español, aunque en otras partes como Venezuela adopta el nombre de cumbe, tiene su origen en los asentamientos de grupos de esclavos africanos fugados en Brasil, espacios históricos de resistencia de afrodescendientes. En cambio, la palabra adopta un significado de desorden y caos en otros países limítrofes, como Argentina. “Nuevamente la negritud es asociada a algo reprobable”, sostiene Ocoró Loango.

Regular el lenguaje

Expertos señalan que es difícil hablar de una regulación del uso de términos racistas en toda Latinoamérica, dada la diversidad misma de la región, y actualmente el debate se centra en cambios en el lenguaje en cada país, liderado por colectivos antirracistas, o en leyes nacionales que combatan la discriminación en un sentido más amplio.

“Pero hay situaciones con un punto en común: la antinegritud y el antiindigenismo”, sostiene Martínez, enfocados a “negar la existencia de estos grupos”.

Desde la Unesco señalan un fortalecimiento en los últimos años de las organizaciones en defensa de la protección y garantía de los derechos de las personas afrodescendientes, y de los encuentros que han contribuido a la reafirmación de la “identidad afrodescendiente”. En este sentido, destacan la formación de la red Dale Más Afro, un conjunto de 200 organismos alineados en la defensa de las poblacions afro en toda América Latina y el Caribe.

Día Internacional

Cada 25 de julio, desde 1992, se conmemora el Día Internacional de la Mujer Afrodescendiente, Afrolatina, Afrocaribeña y de la Diáspora. Una fecha que tiene como objetivo visibilizar a las mujeres afrodescendientes, “uno de los grupos más desfavorecidos en América Latina”, tal y como señala Favia Carbonari, experta en Desarrollo Social y Género del Banco Mundial.

“Deben enfrentarse a diario a las consecuencias tanto del racismo estructural que afecta a todos los afrodescendientes de la región, como a los altos niveles de desigualdad de género y discriminación que afectan a las mujeres latinoamericanas”, dice en entrevista con DW.

Según Carbonari, los afrodescendientes tienen niveles educativos más bajos y mayores tasas de pobreza y desempleo, además de estar infrarrepresentados políticamente. Unos factores que se acentúan en el caso de las mujeres, que además perciben salarios más bajos.