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De ‘Nada’ a ‘El infinito en un junco’, el desembarco de traducciones en la Feria del Libro de Fráncfort

17/10/2022
Ana Belén García Flores

Feria del Libro de Fráncfort / Foto de archivo de EFE/EPA /Ronald Wittek

Ocurrió en 1992. Javier Marías se erigió en ídolo literario en Alemania cuando el crítico Marcel Reich-Ranicki se descolgó con “encendidos elogios” en su programa de televisión sobre Corazón tan blanco del que se despacharon miles de ejemplares. Un episodio casi milimétrico se repitió en 2004 con el escritor Carlos Ruiz Zafón. Los lectores alemanes se rindieron a La sombra del viento y abrieron la siempre esquiva llave de la gloria internacional.

A veces el camino del éxito editorial nace en Alemania y el epicentro se sitúa en la Feria del Libro de Fráncfort, la más antigua e importante del sector, que arranca este miércoles con España como país invitado de honor (Del 19 al 23 de octubre).

En el santuario del libro desembarcan unos 200 escritores españoles y 400 editoriales (De las más de 700 que existen en nuestro país), apuntalados por un impulso a la traducción que ha superado previsiones.

Según los datos del Ministerio de Cultura, en 2019 se han traducido 450 títulos al alemán destinados a su puesta de largo en Fráncfort con una inversión en este programa de tres millones de euros. España despliega a sus clásicos incluida Nada, de Carmen Laforet, la segunda novela más traducida del español tras El Quijote, hasta nuevos autores que pujan con brío en la cuna de Goethe.

“Hay una generación joven de mujeres autoras que es un fenómeno que estamos viviendo en España y que traspasan fronteras. Son escritoras como Andrea Abreu, Aroa Moreno o Elvira Sastre, y hay otras escritoras que están siendo traducidas desde hace tiempo en Alemania como es Najat el Hachmi o Sara Mesa. En esta generación está también la crónica urbana de Kiko Amat, Isaac Rosa o Sergio del Molino”, explica Elvira Marco, la comisaria española en la Feria de Fráncfort.

“Compartimos temas que interesan en los dos países como el de la memoria histórica aunque en distintos contextos, también la preocupación por la despoblación del campo o el retorno a la naturaleza”, certifica sobre el idilio literario.

Los expertos analizan que en Fráncfort gusta tradicionalmente la narrativa aunque el abanico se abre al momento dulce de la literatura infantil y juvenil, el cómic o la poesía donde es “muy complicado” romper brecha cultural pero se está traduciendo a autores como Luis García Montero o Mariano Peyrou.

La evolución de la literatura española

La última vez que España fue país invitado en la Feria corría 1991. Allí estuvo Rosa Montero que ahora repite con su participación en varios coloquios, más un encuentro con estudiantes universitarios alemanes fascinados por Bruna Husky, su heroína de ciencia ficción.

Montero es voz autorizada para enhebrar la evolución del libro en los últimos 30 años. Cree que se ha avanzado, reconoce la importancia de Fráncfort como ventana internacional-y el esfuerzo institucional de Cultura y Acción Cultural Española (ACE)- pero aleja los triunfalismos.

“Sigo creyendo que la literatura española no tiene internacionalmente el lugar que le correspondería (…) Llevamos décadas muy buenas, hay escritores de todas las edades con obras muy personales, distintas y con lectores. Eso es una riqueza para un país pero no creo que tengamos la suficiente visibilidad”, opina la escritora.

La última obra de Rosa Montero, El peligro de estar cuerda, que ahonda en las conexiones entre la salud mental y la creación artística, sigue amarrada al gusto de los lectores en una acogida tan calurosa como “sorpresa”. Ya están en marcha sus traducciones al francés, el polaco o el portugués.

Pero la actividad en las entrañas de la Feria no se detiene. Es una Torre de Babel donde pululan, editores, traductores, escritores, libreros y agentes literarios mundiales a la caza del título que obre el milagro.

Fráncfort es paisaje cultural pero también puro mercado porque entre sus expositores “se cierran o se negocian el 80% de los derechos de autor internacionales porque casi el 70% de los editores que participan son de otros países”, según apuntan los organizadores españoles.

“Es un reto siempre que te traduzcan al inglés porque los anglosajones solo traducen entre un 3% y un 5% de lo que consumen de todas las lenguas del mundo. España traduce en torno a un 20%”, explica la comisaria Marco que ahonda en la importancia de “sembrar” como invitado preferente tras cuatro años de preparativos. Han cristalizado en un pabellón de 2.000 m2 donde bullen exposiciones, teatro, danza y encuentros literarios.

“Abre la puerta a muchísimos otros mercados como el francés o el italiano donde se vende mucho libro en español. También el neerlandés, por consejo de los editores, porque es prescriptor para los países nórdicos”, añade Elvira Marco.

Un ejemplo nítido de triunfo silente que se ha transmutado en estruendoso es El infinito en un junco de Irene Vallejo. Un ensayo sobre el origen de los libros que ya ha sido traducido a 30 idiomas y sigue sumando en un flechazo con miles de lectores.

“Las conversaciones no tienen fronteras: me escriben desde Tetuán, Australia, Taiwán o Brasil”, señala a RTVE la escritora horas antes de que arranque la Feria dará el discurso inaugural que dedicará a los traductores.

“Gracias a esta tarea compartida, me he planteado nuevas preguntas sobre el texto y he detectado algunos errores que debía corregir en la edición en castellano: mis traductores han mejorado el original. Algunos de ellos, además, me han acompañado en mis viajes de promoción por su país, e incluso se han convertido en amigos. Los considero colegas escritores que tienen la generosidad de volcar su talento en la obra de otras personas. Como escribió Walter Benjamin, los traductores solo pueden transmitir algo haciendo a su vez literatura”.

Lo cierto es que el sector del libro puede sacar músculo. Ha resistido con relativa buena salud los estragos que ha causado la pandemia en otras instituciones culturales y han aumentado los índices de lectura. Ahora es el turno de que el brillo creativo traspase otras fronteras literarias en el corazón de Alemania.