Comunidad sorda: «Sordomudos no
existen»
NotimexLas personas sordas buscan igualdad de oportunidades y plena participación social, además de concientizar a la población oyente de la existencia de una comunidad que no escucha pero con la Lengua de Señas Mexicana (LSM), ha desarrollado su propia forma de comunicarse y con ella una cultura.El dirigente de la Coalición de Personas Sordas del Distrito Federal, Erik Arellano, explica: «las personas sordas no estamos enfermas ni necesitamos medicamento o tratamiento para curarnos, sólo usamos un idioma diferente, con el que podemos aprender, compartir, actuar y expresarnos libremente».Defiende esa capacidad de comunicarse y critica la denominación de «sordomudo» que se les otorga porque es incorrecta y explica la molestia entre la comunidad sorda cuando es usada en medios de comunicación. Lo correcto, subraya, es hablar de persona sorda, «porque tenemos una lengua».En entrevista, explica que las personas sordas «podemos comunicarnos de la misma manera que los oyentes lo hacen entre ellos, la diferencia es que nosotros nos comunicamos en lengua de señas».El daño auditivo no afecta el desarrollo intelectual de las personas sordas, sostiene, y en cuanto al lenguaje, para la mayoría de los sordos no es fácil aprender a hablar, mientras que para la mayoría de los oyentes es fácil aprender lengua de señas, sólo les falta voluntad.En materia de educación, reclama que «no se cuenta con el apoyo total del gobierno para las personas con discapacidad, en particular para las personas sordas, y la mayoría carece de posibilidades económicas para acceder a una enseñanza de calidad» y adecuada.Hay escuelas de educación especial que atienden a los niños sordos en edad preescolar y primaria, y en menor número a nivel secundaria, pero apenas están tratando de enseñarles en lengua de señas.Erik Arellano, estudiante universitario, abunda que aún prevalece la creencia de que la mejor manera para educar a los niños sordos es la oralización, cuando debería promoverse una educación bilingüística y bicultural dado que ambas lenguas se emplean durante toda la vida escolar de estos alumnos.Detalló que en México existen 44 intérpretes certificados, con título en Prestación del Servicio de la Interpretación de Lengua de Señas Mexicana al español y viceversa, cuyo trabajo está apegado al Código de Conducta Profesional.Ese código fue elaborado mediante el Consejo Nacional para el Desarrollo y la Inclusión de las Personas con Discapacidad (Conadis), la Secretaría de Educación Pública (SEP) y el Consejo Nacional de Normalización y Certificación (Conocer).Ahora, una vez pasadas las elecciones, una de las demandas urgentes de la comunidad sorda al nuevo gobierno federal que asumirá en diciembre próximo es el reconocimiento de la LSM en la Constitución, que se garantice el acceso de la población sorda a la educación pública obligatoria y bilingüe bicultural, destacó.Esa educación debe incluir la enseñanza en su Lengua de Señas Mexicana así como la lectoescritura en idioma español, con las medidas necesarias para que en el sistema educativo se asegure el respeto a la dignidad e identidad cultural y lingüística de las personas sordas.El dirigente de la comunidad sorda en la capital del país destacó la urgencia de que haya servicios educativos públicos a nivel medio superior, donde los maestros manejen la LSM y haya intérpretes capacitados en las diferentes asignaturas que se impartan.Asimismo, dijo, «esperamos que haya espacios en las universidades públicas y que se nos permita el uso de intérpretes en las clases y exámenes, ya que la LSM tiene diferente estructura» respecto al español.«Pedimos también que los programas televisivos cuenten con subtítulos, ya que hay cuestiones que involucran a toda la población, como fue el proceso electoral, en el que el Instituto Federal Electoral debió incluir el recuadro de interpretación de Lengua de Señas Mexicana».Al igual que todos los ciudadanos, las personas sordas «tenemos derecho de acceso a la información, según leyes, normas y la Constitución Política de México», refrendó.