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Carlos Fuentes defiende “la pasión por la literatura”

11/09/2005

www.elmundo.esDurante la semana pasada, el escritor mexicano Carlos Fuentes inauguró el Festival de Literatura de Berlín con una disertación, «Elogio de la novela», en la que partió del ejemplo del Quijote para subrayar el «privilegio» que tiene la literatura de ser equívoca, a diferencia de los dogmas de la religión, de la ideología que subyace en toda política y de una razón que debe ser lógica por necesidad. Evocó a Milan Kundera para explicar que un novelista «pertenece a una gran tradición, más que a su país o a su lengua nativa, en la que Rabelais, Cervantes, Sterne y Diderot son parte de la misma familia». Se refería a la familia que propagaba Goethe, la literatura mundial o «Weltliteratur» que cada escritor cultiva independientemente de las literaturas nacionales que -añadía Goethe- «han dejado de representar alguna cosa de importancia». Cervantes, en cambio, «pertenece a una tradición de la que él no puede hablar», deudora de Erasmo y enemiga de la Contrarreforma, pues en el Quijote «la falta de autor apenas disfraza el rechazo a la autoridad».Gran revolución democráticaFuentes abrió con su discurso un festival que celebra su quinta edición con una repercusión cada vez mayor y un foco en la literatura californiana, con autores como Dana Gioia, Kevin Starr y Rebecca Solnit. Kazuo Ishiguro, Ismael Kadaré y Kenzaburo Oé también se citan en Berlín hasta el día 17.Para Fuentes, la incertidumbre de los lugares, nombres y «autores» del Quijote da fe de la «gran revolución democrática» de Cervantes, inventor de la novela como «lugar común» donde «todo el mundo tiene derecho a ser escuchado pero nadie el derecho exclusivo de hablar». Las «verdades parciales» contenidas en toda (buena) novela son un «bastión contra las imposiciones dogmáticas». Lo que posee al capitán Ahab, a Pedro Páramo y a Emma Bovary es «la memoria viva de las grandes, gloriosas y mortales subjetividades de los hombres y mujeres que olvidamos, que conocían nuestros padres y que auguraron nuestros abuelos».En una España decadente, sin la riqueza cultural y económica de los judíos y los árabes, Cervantes, pues, «respondió a la sociedad degradada de su tiempo con la imaginación crítica». Fuentes ve a la sociedad de hoy igualmente degradada y reivindica por eso la voluntad de «responder al paso de la historia con la pasión por la literatura». Los excesos en gastos militares y la estupidez de ideologías como «el fin de la historia» o «el choque de civilizaciones» no deben afrontarse con la «beatitud pasiva» en la que caemos a menudo. Fuentes no tuvo necesidad de precisar qué desastres produce hoy la fuerza bruta, pero desató un aplauso espontáneo al constatar el fracaso del gobierno de EE.UU. en la catástrofe de Nueva Orleáns. «Estamos todos en el mismo barco», dijo.En el mundo de hoy podemos ser «esclavos de imágenes hipnóticas que no hemos escogido» o «alegres robots que se divierten hasta la muerte», pero no deberíamos olvidar, destacó, el poder del lenguaje como «la fundación de la cultura, la puerta de la experiencia, el techo de la imaginación, el sótano de la memoria, la recámara del amor y, sobre todo, la ventana abierta al aire de la duda, la incertidumbre y la inquietud».