Argentino Héctor Tizón defiende la novela como "metáfora del mundo"
Jerez de la Frontera (España), 5 oct (EFE).- El escritor argentino Héctor Tizón (Yala, 1929) abogó este miércoles por conceptuar a la novela como una "metáfora del mundo" durante su intervención en el Congreso "Narrativas hispánicas: un recuento" que se celebra en Jerez de la Frontera (Cádiz)El autor de "La casa y el viento" indicó durante su conferencia que los escritores "desechamos toda servidumbre nacional y asumimos la tarea impuesta por la historia por vivir en un determinado tiempo y lugar", caracterizando a éste último como "nuestra metáfora del mundo".Reivindicó así Tizón el "compromiso" de la literatura como "una visión total de la vida porque, de lo contrario, sería una actividad inútil si la frase escrita no resuena en todos los niveles del hombre y de la sociedad".Dicha reivindicación la alejó de cualquier servidumbre hacia causas políticas "ni por buena fe" porque "bastardearía" la obra y convertiría en "perdedora" a la literatura, de la que dijo que "nunca se salva" por su contenido político mientras que el discurso político "se convierte en mala literatura".Apostilló que el escritor no tiene como tarea "cambiar la vida, sólo reflejarla para que no muera en el olvido"."Este ideal de convertir una obra en la gran metáfora del mundo y de la vida", añadió Tizón -quien enunció a Miguel de Cervantes, Marcel Proust, James Joyce y William Faulkner como paradigmas- es el que persigue cualquier autor "en su provincia" considerando a ésta como un estado del sentimiento y la memoria de cada persona.Definió la literatura, en tanto arte, como "una esencia y una comprometida propuesta del conocimiento" que diferenció de una ciencia que "explica pero no conmueve, mientras que la literatura nos hace mejores y más dignos conmoviendo".Héctor Tizón glosó -acudiendo a Chandler- la figura del literato como "la del loco en alguna medida" que propone "la eternidad" y defendió que cada escritor tenga "su propio cosmos al que no podrá renunciar sin desnaturalizarse porque escribirá en tanto sienta que tiene algo que decir aunque haya perdido la ilusión tras apostarla a una sola carta, hallando ahí tanto sus límites como su grandeza".