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Alemanes rechazan el “lenguaje inclusivo”

06/06/2021
Salvador Martínez Mas

Diputado democristiano alemán Christoph Ploß

Al académico británico Richard Porson, una eminencia intelectual del siglo XVIII por su conocimiento del mundo clásico, se le atribuye la siguiente cita: “la vida es demasiado corta para aprender alemán”. Cierto es que el alemán tiene una merecida fama de ser una lengua difícil de aprender. Pero, en algunos ámbitos, se está haciendo aún más difícil. La aplicación del llamado lenguaje inclusivo está en el origen de este nuevo giro dificultador.

Así lo ven incluso quienes trabajan con la lengua alemana desde instituciones como el diccionario ortográfico DUDEN. Hace unas semanas, la germanista y redactora en jefe responsable de dicho diccionario – buen equivalente alemán al diccionario de la RAE en España –, Kathrin Kunkel-Razum, reconocía en unas declaraciones al semanario Der Spiegel que enseñar a expresarse en lengua alemana inclusiva es algo a lo “que no se puede responder fácilmente”.

Sea complejo o no, lo cierto es que el lenguaje inclusivo ha dado grandes pasos en Alemania desde que surgiera la considerada primera guía del lenguaje inclusivo en alemán: un artículo sobre “Pautas para evitar sexismo en el uso del lenguaje”. Ese texto fue publicado en la revista académica Linguistische Berichte Braunschweig en 1980.

Así, no es raro que hoy día organizaciones e instituciones académicas, políticas, sindicales, empresariales o medios de comunicación, incluidos los de titularidad pública, hayan integrado el uso de mecanismos expresivos no reconocidos oficialmente pero que sus valedores y usuarios dicen que defienden del sexismo.

Esto ocurre, claro está, pese a que no son pocas voces, como la de Daniel Deckers, el responsable de la sección de ‘Ensayo’ del prestigioso diario Frankfurter Allgemeine Zeitung, que claman al cielo. “El hecho de que las instituciones bajo la jurisdicción del Estado ignoren las normas [de la lengua alemana, ndlr.] es más que escandaloso”, escribía Deckers esta semana en su diario.

El Consejo de la Ortografía Alemana, instancia intergubernamental dedicada a preservar la lengua alemana en el espacio germano-hablante, se niega a incluir las modificaciones tipográficas que plantean los partidarios del lenguaje inclusivo. Baste para ejemplificar este punto que, al servicio de la inclusividad en el lenguaje, en lugar de utilizar el masculino genérico Leser para aludir a “lectores”, en lengua inclusiva alemana se utilizan formas en las que se deja ver el femenino plural como: Leser*innenLeser_innen o Leser:innen.

El lenguaje inclusivo, una cuestión política

De un tiempo a esta parte, el tema del lenguaje inclusivo en Alemania se ha convertido en una cuestión política y Christoph Ploß ha contribuido a que así sea. Este diputado del Bundestag es el líder de la Unión Cristiano Demócrata (CDU), el partido de la canciller Angela Merkel, en la ciudad-estado de Hamburgo. Desde hace tiempo viene denunciando Ploß las derivas de ese lenguaje inclusivo.

Por ejemplo, el año pasado, Ploß señalaba en un tuit una declaración en redes sociales de la otrora co-presidenta del Grupo Parlamentario de Los Verdes en el Bundestag, Katrin Göring-Eckardt. En esa declaración, la lideresa ecologista utilizaba los recursos tipográficos del lenguaje inclusivo para aplicarlos a la palabra gorrión, en alemán "Spatz".

La política ecologista escribía “Spatz*Innen” y Ploß se echaba las manos a la cabeza. “Ahora Los Verdes utilizan el lenguaje inclusivo para los animales. Göring-Eckardt escribe con toda la seriedad en su tuit 'Spatz*Innen'. ¿¡Se puede estar más loco!?

En su lucha contra las derivas del lenguaje inclusivo, Ploß ha dado un salto de calidad en las últimas fechas. Porque ahora defiende en el debate público la prohibición del uso de esas formas de expresión en las instituciones públicas. A ojos de Ploß, los funcionarios, profesores y docentes no deberían utilizarlas.

En un largo e-mail destinado a NIUS, Ploß pone como ejemplo para Alemania la decisión que se ha tomado recientemente en Francia. Allí, el ministro de Educación, Jean-Michel Blanquer, emitía hace días una circular que aspiraba a prohibir el uso de la llamada escritura inclusiva en colegios, ampliando así una decisión con fecha de 2017 del otrora primer ministro, Édouard Phillippe, contra ese uso inclusivo del lenguaje dentro de las administraciones.

Ploß: “la lengua debe unir y acercar en lugar de dividir”

“La lengua debe unir y acercar en lugar de dividir. El partido del presidente Macron está adoptando una línea clara contra el lenguaje de género exclusivo y excluyente. Yo también abogo por una línea tan clara aquí en Alemania”, dice Ploß, aludiendo a la circular de Blanquer.

En su respuesta hay que entender que este joven doctor en historia y autor, de 35 años, considera que el lenguaje inclusivo constituye una herramienta para separar por grupos a la sociedad. “Ni la sociedad ni el individuo están en el centro de este enfoque” a la hora de escribir, “sino que toda la cuestión son las características externas y la identidad de grupo”, puesto que, según esa forma de escribir, “toda identidad de género debe hacerse visible”, señala Ploß.

A favor de los argumentos de Ploß juega el que los últimos estudios de opinión que se han hecho respecto al uso del lenguaje inclusivo dan cuenta de un rechazo mayoritario a ese remedio contra el sexismo. El pasado mes de marzo, el semanario Der Spiegel daba cuenta de una encuesta de Yougov sobre la cuestión según la cual apenas el 14% de los participantes consideraba que la “igualdad debe ser reflejada consistentemente en el lenguaje”.

En otro estudio más reciente presentado en las páginas de la última edición del dominical Welt am Sonntag se leía que el 65% de la población está en contra del uso de los asteriscos y otros recursos que utilizan los que hoy escriben en Alemania en lenguaje inclusivo. Datos así, y bien lo sabe comentar Ploß, van en contra de quienes defienden que utilizar el lenguaje inclusivo es consecuencia de una evolución natural del lenguaje.

Un lenguaje “impuesto desde arriba”

“No se trata de una evolución natural de la lengua, al contrario, una clara mayoría se ha expresado en encuestas contra el lenguaje inclusivo”, según Ploß.

Lo que ocurre, a su entender, es que el uso de ese lenguaje se está imponiendo desde “arriba”, según sus términos. “Se está imponiendo desde arriba: estudiantes escriben así por miedo a tener malas notas, investigadores que hacen propuesta de investigación, por ejemplo, temen dificultades si faltan los asteriscos del lenguaje inclusivo”, plantea Ploß.

En un país que supuestamente ama las reglas, Ploß está estos días animando a quienes defienden las normas de la lengua alemana. Organizaciones como la Sociedad para la Lengua Alemana o La Asociación de la Lengua Alemana están de su lado, aunque él mismo reconoce que no habrá en esta legislatura una ley de prohibición del lenguaje inclusivo en las instituciones públicas.

“En pocos meses se vuelven a elegir nuevos representantes el Bundestag. No creo que en esta legislatura haya a nivel federal una ley”, asume Ploß, aludiendo a las próximas elecciones generales, previstas el 26 de septiembre. Que una norma de ese alcance vea la luz tampoco parece muy probable si la próxima canciller es la aspirante a jefa de Gobierno de Los Verdes, Annalena Baerbock.

A Baerbock le recordaron recientemente en la televisión púbica ARD el rechazo del lenguaje inclusivo del 65% de la población alemana. Su respuesta fue: “eso muestra que aún tenemos que trabajar todos juntos”. Su partido se expresa con los asteriscos del lenguaje inclusivo teutón.