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Academias publican el diccionario de todos

20/10/2010

Antonio Garrido, SurSe conmemora el bicentenario de la independencia de las naciones hispanoamericanas y leemos interpretaciones diversas y hasta contrarias, que van del panegírico al genocidio. No entraré en este terreno tan polémico. Me referiré a un tema que fue muy debatido en aquellos primeros tiempos del alborear de los nuevos países, el problema de la unidad del idioma. Es imprescindible tener claro que la independencia la consiguieron los criollos, las clases dirigentes, descendientes en su mayor parte de los españoles, y que estas clases fueron las que extendieron de manera más intensa el uso del español en los diferentes territorios a lo largo del siglo XIX. Los estudios demuestran con claridad que el tópico de la imposición no es más que eso, un tópico. Los criollos se esforzaron en difundir y hasta imponer el idioma como manera de dar cohesión y unidad a las nuevas repúblicas.Los más exaltados independentistas pretendían la ruptura total con la metrópolis y sus afanes llegaban hasta crear un nuevo idioma que no fuera el de los conquistadores. No falta bibliografía al respecto y hasta tratados de ortografía donde se proponían nuevas formas de escribir rompiendo la norma unitaria. Es necesario recordar que el inglés sufrió un divorcio claro en las dos bandas del océano hasta que las nuevas tecnologías de la comunicación favorecieron la nivelación, nunca conseguida, como sí sucede con el español.En el intento de ruptura del idioma había mucho de voluntad sectaria y desconocimiento lingüístico porque las lenguas son estructuras libres pese a que algunos políticos se empeñen en lo contrario. En aquellos momentos se alzaron voces defendiendo la unidad del castellano y es de justicia reconocer el saber filológico, el amor por el idioma y el sentido práctico de personalidades como Andrés Bello. El caraqueño fue uno de los padres de la independencia. Creó la Universidad de Chile en 1842 y escribió una magnífica Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos. Nadie puede dudar del patriotismo de Bello ni de su defensa de la unidad. La Gramática lleva más de un millón seiscientas mil consultas en la Biblioteca Virtual del Español de la Universidad de Alicante. Muchos años después Niceto Alcalá Zamora le haría interesantes comentarios y adiciones.Desde sus orígenes la RAE tiene como objetivos fundacionales la elaboración del diccionario, la ortografía y la gramática y también ha tenido siempre un objetivo amplio y de uso en lo que se refiere a las cuestiones del español; con especial atención a los americanismos de los que la última edición del diccionario recoge 28.000 con referencias geográficas directas y muchos otros donde esta se encuentra en el texto de la definición. El sentido de comunidad lingüística y cultural llevó a que en el último cuarto del siglo XIX ya se habían constituido las ocho primeras Academias americanas y ya entonces la RAE se planteó hacer un Diccionario de Americanismos. La falta de medios no lo hizo posible; sin embargo, las Academias Correspondientes iban mandando fichas que, con ese espíritu libre y de integración que nunca me cansaré de encomiar, se iban incorporando como lo demuestra la edición de 1925. La nómina de Academias se fue incrementando con los años hasta llegar a las veintidós que forman la Asociación de Academias de la Lengua Española, creada en 1951 y que sigue teniendo como fundamento el espíritu de fraternal colaboración que expuso Dámaso Alonso en 1956.Hasta finales del siglo XX no se retoma el proyecto que es hoy una espléndida realidad con el volumen recién publicado. En 1996 se preparó un borrador de la planta. En 2002 y en San Juan de Puerto Rico se decidió acometer una empresa que nos une a todos y que está por encima de cualquier particularismo de ocasión. Sin las nuevas tecnologías la rapidez y fiabilidad hubieran sido imposibles. El Departamento de Tecnología de la RAE ha creado programas informáticos para la redacción del Diccionario de Americanismos. Se puede hablar con propiedad de una tarea común que ha tenido un instrumento fundamental, el programa ARU —palabra que significa lengua en aimara— y que ha permitido que se reúnan los alrededor de 150 diccionarios de americanismos publicados desde 1975 sin que falten algunos inéditos. La riqueza de la obra es excepcional. Nos adentramos en un universo de palabras de uso general pero con variaciones de significado según los lugares y en palabras que son específicas de cada uno de los países; en suma, un universo apasionante presentado con un rigor científico indiscutible.Además se incluyen palabras, muchas de origen inglés, con diferente grafía pero de las que hay que dar cuenta en una obra general como esta. Es el caso de ;bikerque se usa en Honduras y que es un pantalón elástico deportivo, muy pegado al cuerpo y de largo hasta la rodilla. Hay que tener en cuenta que se trata de un diccionario diferencial respecto al español general y que no es normativo sino descriptivo. No se trata de dar reglas o de establecer las censuras como en los antiguos repertorios. Todas las palabras que aparecen tienen referencia escrita. Es una obra que recoge el léxico usual aunque no faltan términos de baja frecuencia e incluso anticuados. Ante tal cantidad de materiales el principio de selección se ha hecho imprescindible. Por supuesto, es una obra que descodifica, que ayuda al que la usa a entender las unidades léxicas y, no es lo menos importante, su actualidad puesto que abarca aproximadamente un periodo de cincuenta años. Un motivo de legítimo orgullo.