twitter account

“Nuestro idioma supone hasta un 15% del PIB”

07/07/2007
www.capital.es

Tras más de media vida volcado en el ejercicio del periodismo y la literatura y tras su empeñado en colocar el español a la altura de otros idiomas europeos, César Antonio Molina afronta el nuevo reto de ser ministro de Cultura. Capital le entrevistó recientemente. Mª Ángeles Fernández. Revista Capital/MADRID.- Prefiere no hacer referencia a la lucha o guerra entre lenguas, pero César Antonio Molina, director del Instituto Cervantes (en la fecha de la entrevista éste era su cargo; acaba de ser nombrado ministro de Cultura), asegura que “estamos en la primera línea entre las lenguas de mayor incidencia y de mayor presencia en el mundo”. Por ello, también ha pedido a Fernando Alonso que grite sus victorias en español. Capital: Dieciséis años del Instituto Cervantes y tres bajo su dirección, ¿qué logros se han conseguido y cuáles quedan por alcanzar?César A. Molina: En estos 16 años que cumplimos ahora, el Instituto Cervantes ha avanzado de manera gigantesca con respecto a la labor de otros institutos hermanos como el Goethe o el British Council. Los españoles e hispanoamericanos nos hemos dado cuenta tarde de lo importante y trascendente de nuestra lengua y cultura comunes. Sin embargo, hemos reaccionado de manera rápida y efectiva en estos pocos años. Hoy el español es la segunda lengua de comunicación y la cuarta más hablada del mundo. Estamos en primera línea. Además, cuanto más crezca el peso del español en el mundo más va a progresar la presencia del gallego y el catalán.Capital: Un millar de profesores enseñan a 150.000 alumnos, una cifra insuficiente. ¿Hasta qué punto la gran demanda es un problema?César A. Molina: Es cierto que quizás el único problema que tiene el Instituto Cervantes es que la demanda es infinitamente superior a la oferta que podemos dar. Pero es mejor morir de éxito que morir de no éxito. Por ejemplo, un país como Brasil, con 180 millones de personas, ha aprobado una ley por la cual el español es la segunda lengua del país, por lo que en un plazo de 10 o 20 años 30 o 40 millones de personas más hablarán nuestro idioma.Capital: Brasil ha lanzado un órdago en el sentido positivo del término, pero existen zonas como el África subsahariana donde el español está ganando peso y allí no tienen centros.César A. Molina: Estamos en el norte de África, pero no en el sur. Es uno de los lugares donde habrá que afrontar la apertura de nuevos centros. Senegal, Malí, Sudáfrica, Kenia... son lugares donde el Instituto tendrá que establecerse. Pero allí ya estamos dando clases a través de la cooperación española.Capital: El Partido Popular ha manifestado sus dudas sobre la apertura del Instituto Cervantes en Gibraltar, porque quien dirija el centro será el primer representante español allí después de 53 años. ¿Qué opina de esas críticas?César A. Molina: El Instituto Cervantes debe ayudar también a paliar educativa y culturalmente antiguas equivocaciones. Antes de cerrarse la verja, en Gibraltar se hablaba un perfecto español y ahora nuestra lengua atraviesa allí una crisis respecto al inglés: no se publica ningún periódico en español, no hay ninguna librería dentro del Peñón que venda libros en español..., ni siquiera se ve la televisión española. Por lo tanto, el Instituto Cervantes puede intentar con afecto ganarse a esa gente, porque hay que explicarles que hablando inglés y español dominan las dos lenguas de comunicación que hay en el mundo. Ésta es la función del Instituto, pero todavía estamos en procesos de negociaciones sobre qué se va a hacer, cómo y dónde.Capital: Antes hablaba de la labor del Instituto como promotor de las tres lenguas con pasado románico que existen en España, pero, en cambio, hay una ley que obliga a rotular los comercios en catalán...César A. Molina: En España tenemos una lengua común con la que nos entendemos todos; yo, como gallego, jamás he tenido el más mínimo problema. Y Cataluña tiene su lengua y luego tiene su otra propia lengua que es el español, y lo que ha estado pasando durante mucho tiempo en estas comunidades no era normal. Eso se ha solucionado y hoy no hay mayor dificultad ni mayor problema. Y, además, porque este siglo XXI es el del plurilingüismo y el monolingüismo se ha acabado.Capital: Últimamente se habla mucho del factor económico de la lengua, de la importancia en las relaciones comerciales, ¿ha llegado también el mundo de los negocios a la cultura?César A. Molina: No, lo que pasa es que de la lengua vivimos muchos miles de personas, unas 600.000 en España. La lengua y todo lo que está relacionado con ella –el cine, la música, la televisión, etcétera– supone entre el 13% y el 15% del PIB. No podemos olvidar que estamos hablando de algo que da de comer a mucha gente y que no produce ningún trastorno, ni contaminación, ni humos; sólo produce beneficios. Por lo tanto, de la misma manera que los ingleses, los irlandeses y los norteamericanos han sabido explotar muy bien la industria de la lengua, nosotros tenemos que hacer ahora lo mismo. Capital: ¿Por qué el español no ha sabido aprovechar el reto de las nuevas tecnologías?César A. Molina: El problema viene de la economía, de los desequilibrios entre Estados. Muchos de los países de habla española tienen que equilibrar su economía, su riqueza, alfabetizar a su población, dar enseñanza obligatoria y gratuita y darles de comer. Y todavía eso no se ha conseguido en muchos países de habla hispana, mientras que en los de habla inglesa estos temas están bastante resueltos. Ésta es una de las grandes batallas que tenemos que ir ganando.Capital: ¿Qué le parece la iniciativa de los políticos que han rescatado palabras del español caídas en desuso?César A. Molina: Me parece bien, pero son fuegos artificiales. Lo mejor que podemos hacer es que en los colegios el vocabulario que se enseñe sea rico.Capital: También ha habido una iniciativa similar para votar cuál es la palabra más bonita del español. ¿Cuál elegiría usted?César A. Molina: Nostalgia, porque es la palabra más intemporal, recuerda al pasado y a la vez crea sensación de eternidad. Y para recuperar una palabra, elijo ultramarinos, que era un lugar maravilloso, un sitio que ya no existe.